gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano 

«No fue en vano que esperáramos a los bárbaros
no fue en vano que nos reuniéramos en la plaza de la ciudad.
No fue en vano que nuestros grandes hombres lucieran sus trajes de gala
y que ensayaran sus discursos para la ocasión.
No fue en vano que destruyéramos nuestros templos
y que erigiéramos otros para sus dioses;
quemamos nuestros libros como era debido
ya que no ofrecían nada para ellos.
Como auguró la profecía, llegaron los bárbaros
y recibieron las llaves de la ciudad de las manos del rey.
Pero cuando llegaron se vistieron con las prendas de nuestra tierra,
y sus costumbres eran las costumbres del Estado;
cuando ellos nos dieron órdenes en nuestro idioma
ya no supimos cuándo habían llegado los bárbaros.«

Amir Or: Los bárbaros (segundo round), en Círculo de poesía, año 6, México, 6 de mayo de 2013; traducción del hebreo por Karla Koreas.

El pueblo dominicano ya organizado como Estado ha sufrido varias intervenciones militares: la primera a manos de los haitianos aplastando y llevándose de encuentro la entonces recién proclamada Independencia de Núñez de Cáceres y producto de dicha ocupación militar haitiana estuvimos sometidos al yugo de los veintidós (22) ignominiosos años, tiempo durante el cual maltrataron a la población nacional y se esmeraron en tratar de borrar nuestra identidad cultural hasta tal grado que hasta se prohibió el uso del idioma castellano en los sitios públicos y en todos los documentos de las diferentes manifestaciones de la vida de los dominicanos; cuando finalmente en mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844) Los Trinitarios liderados por Juan Pablo Duarte proclaman la Independencia Dominicana los haitianos desataron una serie de campañas militares para recuperar este territorio que se prolongaron hasta el año mil ochocientos cincuenta y seis (1856), pero quedó subsistente en los haitianos la creencia de que este territorio dominicano supuestamente es de éllos y así se lo han venido inculcando a todas las nuevas generaciones de haitianos; la segunda a manos de los españoles, pero el sentido de la diferencia cultural criolla frente a una hispanidad castiza aunado a la consciencia de que ya habíamos alcanzado el grado de ser independientes desembocó en la revuelta popular destinada a restaurar la Independencia dominicana, la cual en efecto fue finalmente restaurada al triunfar las armas nacionales sobre las españolas en mil ochocientos sesenta y cinco (1865); la tercera a manos de los Estados Unidos, el cual nos ocupó durante ocho (8) años, ocupándose éllos de aplastar de inmediato, gracias a su superioridad tecnológica para la época, los focos de resistencia, razón por la cual durante esos ocho (8) años brilló como forma de resistencia la pacífica de las Juntas Nacionalistas que proliferaron a todo lo largo y a todo lo ancho del territorio nacional reclamando el retorno a la Soberanía Nacional: cimentándose dicho reclamo en que somos una Nación con características propias y que ya hacía mucho tiempo atrás habíamos alcanzado el grado de la Independencia; gracias a la tenacidad de la persistencia en el reclamo las tropas interventoras salieron del país el doce (12) de Julio de mil novecientos veinticuatro (1924); la cuarta intervención militar que eclipsó nuestra Soberanía fue otra intervención estadounidense: la de mil novecientos sesenta y cinco (1965), de más corta duración debido a que ya para el diecinueve (19) de Septiembre de mil novecientos sesenta y cinco (1965) dichas tropas estadounidenses salieron del país.

¿Los haitianos que actualmente ocupan pacíficamente el territorio de la República Dominicana están de paso?

Con motivo de mis contactos con diferentes sectores poblacionales del Distrito Nacional he podido escuchar algunas, muy pocas, voces insufladas de una bondad y de una ingenuidad extremas ya que cuando se les habla del tema haitiano hablan de que los haitianos que vienen al territorio de la República Dominicana se integren a o en la Nación dominicana en que han venido a vivir.

Decir que los haitianos se pueden integrar o que se van a integrar a la Nación dominicana es toda una farsa en el sentido literal y estricto de la palabra.   Los haitianos llevan en su presencia adjunto el animus de apropiación del territorio nacional: consideran que el territorio de la República Dominicana les pertenece a éllos, que la Isla es única e indivisible: el slogan lo han asimilado y lo vienen proclamando a viva voz desde el sanguinario y genocida Dessalines, el tristemente célebre autor de los degüellos de Moca y de Santiago.   Por ello los haitianos que han venido a vivir al territorio dominicano muestran una reticencia enorme a aculturarse como dominicanos y tienen una proclividad a hacer manifiesta su anti-dominicanidad.   Para los haitianos la República Dominicana y todo lo que huela a dominicano «es un enemigo«.   Son innúmeras las manifestaciones del odio de los haitianos hacia todo lo que huela a dominicano. De entre tantas (y sin mencionar las quemas de banderas dominicanas y su acompañante parafernalia en el mismo territorio dominicano) tan sólo citaré dos que son tan emblemáticas como todo el conjunto que forman las demás: a) en una escuela de Monte Plata un grupo de niños haitianos descendientes de haitianos al escuchar que en la clase de Historia Dominicana se mencionaba a Juan Pablo Duarte procedió a proferir insultos contra éste y a salirse del aula; y b) en la hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCAMAIMA) de Santiago de los Caballeros se realizó un acto en el que al intentar procederse a cantar el Himno Nacional dominicano y a izarse la bandera dominicana el acto se empañó y se rompió porque casi todos los presentes eran haitianos y todos dijeron que a éllos no les merecían ningún respeto ni nuestro himno ni nuestra bandera.

A diferencia de grupos de otras nacionalidades que han venido al país, los nacionales haitianos no tienen sentimiento de integración con la Nación dominicana, al contrario: la odian; vienen en cantidades aluvionales (ya hay unos dos millones quinientos mil (2,500.000.00)), con la creencia de que este territorio les perteneció a éllos y que su deber es reconquistar el mismo porque les sigue perteneciendo a éllos; vienen con el objetivo de preservar su cultura e identidad que son diferentes a las nuestras.

A diferencia de la emigración dominicana que va a Nueva York, Estados Unidos (EE.UU. o USA), sin considerar que el territorio de Estados Unidos es de su propiedad; la emigración haitiana hacia la República Dominicana, por el contrario, se produce bajo la consideración de parte de dichos haitianos de que este territorio de la República Dominicana es propiedad de éllos.   Su sueño dorado es destruir a la República Dominicana que, según éllos, nunca debió de haber existido.

La ocupación militar haitiana de mil ochocientos veintidós (1822)-mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844) tuvo una pretensión de permanencia.

La ocupación militar española, producto de La Cesión a España, tuvo una pretensión de permanencia.

La ocupación militar estadounidense de mil novecientos dieciséis (1916)-mil novecientos veinticuatro (1924), a pesar de ser prolongada (= ocho (8) años), no tuvo una pretensión de permanencia.

La ocupación militar estadounidense de mil novecientos sesenta y cinco (1965) no tuvo una pretensión de permanencia.

Las actuales invasión y ocupación pacíficas haitianas tienen una pretensión de permanencia.

De permitirse y producirse esa permanencia la misma tendría consecuencias de gravitación sobre el futuro del Estado dominicano, de la Nación dominicana y del pueblo dominicano.

Actualmente, repito, se encuentran aposentados en todo el territorio nacional más de dos millones quinientos mil (2,500.000.00) haitianos a través de una invasión y de una ocupación pacíficas, pero que, igualmente, amenaza abrumadoramente con destruir totalmente y de manera definitiva la Soberanía de la República Dominicana; en hecho la destrucción de la soberanía nacional por esa ocupación pacífica haitiana ya ha comenzado: ya fueron nacionalizados como dominicanos cincuenta y cinco mil (55,000) haitianos, y, por vía de consecuencia, sus hijos, lo que hace un total de unos doscientos mil haitianos falsificados como «dominicanos« (¿?) y los cuales votarán en las elecciones generales del dos mil dieciséis (2016); dentro de poco tiempo igualmente serán nacionalizados los cerca de doscientos ochenta y ocho mil (288,000) haitianos a los cuales se les otorgó residencia legal o residencia permanente; y luego serán nacionalizados igualmente todos aquellos haitianos que no fueron a registrarse al mal llamado Plan Nacional de Regularización, que, en realidad, no ha sido otra cosa más que un `Plan Nacional de Haitianización` que es una clara amenaza a la Independencia de la República Dominicana ya que manos no dominicanas que se seguirán incrementando a la luz de la velocidad vertiginosa en que lo han venido haciendo tendrán derecho a decidir quiénes serán nuestros gobernantes: al final tendremos tantos haitianos como dominicanos existen en el territorio nacional. `El Canciller de La Patria Nueva Domínico-Haitiana` o `Canciller de La Traición a la República Dominicana`, Andrés Navarro, mejor conocido entre los haitianos como `Navarré`, tuvo la cachaza de expresar a voz en cuello que «todo haitiano que diga haber nacido en la República Dominicana no será deportado«, lo cual se traduce en echarle leñas a la hoguera en que Danilo Medina Sánchez ha tirado a la República Dominicana convirtiendo así a su Partido de la «Liberación« (¿?) Dominicana en el `Partido de la Demolición Dominicana`.

Esa masiva presencia haitiana seguirá incrementándose, es decir, la cuantía de haitianos en el territorio dominicano seguirá elevándose enormemente si dicha presencia haitiana no es confrontada y expulsada del territorio nacional: nada hay de voluntad política ni en este `Gobierno de La Traición a la República Dominicana` que preside `El Verdugo de la Patria Dominicana` Danilo Medina Sánchez ni en Luis Abinader para enfrentar ese problema, por el contrario, ambos están de acuerdo con el plan de las potencias extranjeras y de los organismos internacionales de que el problema de Haití sea resuelto a costa de sacrificar a la República Dominicana.

Hay un partido político, la Fuerza Nacional Progresista (FNP), que, a diferencia de los demás, tiene claro el sentido y el alcance de estas elecciones de Mayo del dos mil dieciséis (2016) y por eso sus actividades de crear el Polo Soberano y de entender este torneo electoral como lo que realmente es: un torneo electoral totalmente `atípico`; precisamente realizando la Fuerza Nacional Progresista (FNP) y el Polo Soberano actividades cívicas y patrióticas, las cuales efectivamente ha celebrado en numerosas partes del territorio nacional, esas actividades, por su expresada naturaleza,  guardan un enorme parentesco con las actividades de las Juntas Nacionalistas de mil novecientos dieciséis (1916)-mil novecientos veinticuatro (1924) por el objetivo que persiguen la Fuerza Nacional Progresista y el Polo Soberano de preservar nuestra soberanía frente a la invasión pacífica haitiana que hoy ocupa nuestro territorio nacional; es por ello que dentro de la Fuerza Nacional Progresista (FNP) y el Polo Soberano perseguimos como una de nuestras metas esenciales que se construya un muro en la frontera que sirva de dique de contención al espeluznante desborde poblacional haitiano sobre el territorio dominicano, acompañada dicha construcción de una serie de medidas efectivas para impedir burlar la existencia de dicho muro fronterizo. Esta loable iniciativa de propugnar por la recolección de firmas para depositar un ante-proyecto de ley que ordene la construcción de dicho muro contribuye, de materializarse dicha construcción de dicho muro, a preservar la Independencia de la República Dominicana.

Me despido con dos pensamientos muy atinados respecto al presente tema con el objetivo de dejarlos como motivos de reflexión:

  1. a) «Entre los  dominicanos y los haitianos no es posible la fusión “. Juan Pablo Duarte.
  2. b) «La patria es espíritu. Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan.« Ramiro de Maeztu