gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

El pasado Sábado cuatro (4) de Marzo del dos mil diecisiete (2017) le dirigí un correo electrónico al señor José Rafael Lantigua que no le pudo llegar a éste por error en la dirección electrónica dada por él en la columna que él publica casi todos los sábados en el periódico Diario Libre, razón por la cual de inmediato el sistema expresó la indicación de que el mensaje enviado por mí no había podido llegar por dicho error. A través del correo electrónico le quería expresar lo que a continuación expreso (pues previamente archivé dicho mensaje):

«Saludos cordiales para Ud. y para los suyos. Quien le escribe es descendiente de un hermano del padre biológico de Gregorio Luperón, es decir, de un tío de Gregorio Luperón. Le escribo porque he visto en forma reiterada de parte de usted el incurrir en su columna en alegar que Gregorio Luperón tenía ascendencia haitiana (la última vez lo fue este Sábado  4 de Marzo del 2017 en su escrito «Aquí todos somos primos« en el cual, entre otras cosas, expresa:«Nuestro país es hijo bendito de la migración. De todas las migraciones. Juan Pablo Duarte era español por los dos costados, hijo de un gaditano y de una seibana cuyo padre era de Castilla la Vieja. El ADN de Joaquín Balaguer está compuesto por sangre puertorriqueña, catalana, francesa y haitiana, etnia esta última que heredaron por igual el dictador Lilís, el héroe restaurador Luperón y el mayor líder de masas de nuestra historia política, José Francisco Peña Gómez.«), lo cual, respecto del General Luperón para nada se corresponde con la verdad. Usted está basándose en un libro titulado «Sin haitianidad no hay dominicanidad« de un «Dominican York« que se ha quedado como tal residente en New York llamado Diógenes Abreu, el cual (al igual que algún que otro que para nada han investigado a profundidad sobre el punto en cuestión y repiten como papagayo algo incierto) se basa, a su vez, en un artículo de naturaleza puramente especulativa del historiador puertoplateño Rafael Alberto Brugal Paiewonsky (Fifo) (muy amigo de quien subscribe hasta la hora de su muerte). Dicho libro «Sin haitianidad no hay dominicanidad« fue publicado bajo la gestión de usted al frente del hoy Ministerio de Cultura sin que se efectuasen las investigaciones correspondientes al respecto. Bastaba con leer completo el artículo de Fifo Brugal para apreciar que el mismo resalta la naturaleza puramente especulativa de dicho artículo suyo, sin embargo el «Dominican York« que escribió aquello basándose en la especulación de Fifo lo afirma categóricamente como una especie de dogma de fe. Fifo era de formación de izquierda y para la época en que escribió dicho artículo (los 90s, próximo a las elecciones en que Peña Gómez alegó un supuesto fraude) lo hizo tratando de favorecer la candidatura de Peña Gómez, pero se cuidó resaltando el carácter especulativo de dicho artículo suyo. El Dominican York en cuestión también era pro Peña Gómez. Los dos escribieron para tratar de ayudar a Peña Gómez ante la Historia debido a que el mismo nunca debió ser candidato presidencial en la República Dominicana por él realmente no ser dominicano, cosa que la emoción alienante de muchos no les permite ver para enjuiciar con objetividad. Por las reiteraciones supra indicadas, en usted aprecio una cierta simpatía con el Dr. Peña Gómez que contribuye a explicar su postura del mismo modo que la explican las dos premisas anteriores referidas. La madre de Gregorio Luperón no fue ni por asomo haitiana. La madre de Luperón, Nicolasa Duperón, era procedente de una de las Antillas Menores francesas, de Martinica, no de Haití. Dicho dato ha trascendido el tiempo tanto en la parte paterna de Luperón como en su parte materna de generación en generación. Semejante afirmación de que la madre de Luperón era haitiana es falsa de toda falsedad y tiene su origen en lo precedentemente referido y en la distorsión histórica que representa para la Nación dominicana que un haitiano, debido a sus indiscutibles e inocultables brillantes dotes intelectuales,   llegase a ser un importante líder político en nuestro país, lo cual revela el poco amor de muchos dominicanos hacia nuestro país y hacia nuestra Historia. Atte., Lic. Gregory Castellanos Ruano«

El Sábado siguiente, esto es, el once (11) de Marzo del dos mil diecisiete (2017) el señor José Rafael Lantigua publicó otro artículo titulado «Valor histórico del discurso político« en el cual plasma algo a través de lo cual se puede apreciar el porqué de su forma de pensar (que es una forma de pretender auto justificar su seguimiento a un haitiano como líder suyo), diciendo, al inicio de dicho artículo suyo lo siguiente: «EL 8 DE MAYO de 1966, sobre las 11 de la mañana, Joaquín Balaguer llegó al parque La Victoria, de Moca, para encabezar una manifestación con sus partidarios y simpatizantes, como parte de la campaña para las elecciones que debían celebrarse el 1 de junio, o sea menos de un mes después.  Yo era entonces un imberbe, sin edad para votar, pero presidía la Juventud Revolucionaria Dominicana, que era el apéndice juvenil del PRD, en mi comunidad. Estábamos seguros que Juan Bosch ganaría esos comicios y, bajo la dirección de Winston Arnaud un grupo de jóvenes nos movilizábamos por los campos de la provincia Espaillat para promover el voto por el candidato del partido blanco. Como el parque quedaba próximo a mi casa, quise por cuenta propia observar de cerca la manifestación y escuchar el discurso del viejo funcionario trujillista, de quien creíamos no tenía ninguna posibilidad de ganar los comicios. El mitin no pasó de una hora, tal vez, y pronto todos los concurrentes se dispersaron.  El Partido Reformista y Joaquín Balaguer no lograron una buena asistencia al acto. Parecía una candidatura fracasada.«

Estar de acuerdo con la candidatura presidencial del Dr. Peña Gómez en mil novecientos noventa y cuatro (1994) y en mil novecientos noventa y seis (1996) era y es idéntico a pedirle a un japonés que acepte que un chino sea candidato a Primer Ministro de Japón de conformidad con el sistema político del país nipón o a pedirle a un surcoreano que acepte que un japonés sea candidato a la Presidencia de Corea del Sur (y se pueden citar muchos otros ejemplos similares a estos para ilustrar la incompatibilidad entre las aspiraciones del no dominicano Uguí Pie (era haitiano de nacimiento e hijo de haitianos) mejor conocido como Dr. José Francisco Peña Gómez y el hecho histórico de que nosotros nacimos a la Independencia liberándonos de Haití).