GREGORY CASTELLANOS RUA14

Por Lic. Gregory Castellanos Ruano

En ocasión del Presidente Joaquín Balaguer disponer convertir a Puerto Plata en el primer polo turístico de la República Dominicana mandó restaurar la Fortaleza colonial y conjuntamente con dicha restauración decidió ubicar una serie de estatuas en diferentes lugares de Puerto Plata.

Ese conjunto ornamental al que me refiero está integrado por: dicha Fortaleza colonial, la estatua ecuestre del General Gregorio Luperón (orientada hacia la fortaleza colonial), el Poseidón o Neptuno de una de las Piedras de Long Beach, El David de Miguel Angel y El Cristo en la cima del Monte de Plata hoy Isabel de Torres. Como se puede apreciar: se trata de cinco piezas conformantes del conjunto ornamental en cuestión.

Hay varias líneas invisibles que unen a dicho conjunto de tal suerte que todos los elementos que lo conforman se unen o se vinculan sucesivamente uno tras otro y la última de dichas líneas une al quinto elemento o último elemento con el primer elemento de dicho conjunto. El conjunto en cuestión tiene, en efecto, los siguientes elementos: un elemento de origen español colonial de arquitectura románico-medieval: la Fortaleza y Cárcel; un elemento ecuestre vinculado a la gesta patriótica de la Restauración del Estado dominicano librada contra España: la estatua de Luperón; hay dos elementos de carácter greco-romano y renacentista: El Poseidón o Neptuno y El David; y, finalmente, hay un elemento de carácter judeo-cristiano: El Cristo del domo de la loma Isabel de Torres.

Dichos cinco elementos están unidos por líneas invisibles de diferentes longitudes. La primera línea vincula a la Fortaleza de origen colonial con la estatua del General Luperón; la segunda línea vincula a dicha estatua del general puertoplateño con la estatua del dios Poseidón o Neptuno; la tercera línea vincula la estatua del dios Poseidón o Neptuno con la estatua de El David; la cuarta línea vincula a la estatua de El David con la estatua de El Cristo; y la quinta línea vincula la estatua de El Cristo con la Fortaleza colonial. Cinco líneas, cinco lados, que no obstante su irregularidad o dicha forma irregular  -pues no es, por su forma irregular, una figura geométrica perfecta- dicho conjunto de líneas invisibles, y sin embargo luminosas, da lugar a una figura geométrica exquisita: se trata de la obra de alguien convertido en un geómetra de gran finura.

La fortaleza colonial y las cuatro (4) estatuas ubicadas en sus respectivos lugares están cargadas cada una de un poderoso simbolismo. Tres (3) de dichas estatuas se encuentran a lo largo del Malecón de Puerto Plata. La fortaleza colonial simboliza el alfa (= el comienzo) del coloniaje español, asi como también el asiento de todos otros extranjeros que llegaron a instalarse en ella  -hay que recordar que durante la ocupación militar de los haitianos (1822-1844) éstos se ubicaron allí y le introdujeron modificaciones a dicha estructura-  y tanto el coloniaje español como sucesivas ocupaciones extranjeras se ven allí simbolizados como una expresión de la brutalidad terrenal, de la ordinariez; la estatua ecuestre del prócer puertoplateño General Gregorio Luperón en la vuelta de La Puntilla que da a la bahía simboliza (al ser colocada próximo a la fortaleza colonial) el omega definitivo de dicho coloniaje español en el territorio dominicano lo mismo que el ánimo de confrontar a cualquier otro poder extranjero que pudiese intentar eclipsar la soberanía del territorio nacional; simboliza, pues, un elevadísimo o sublime sentimiento: el patriotismo dominicano encarnado en un prócer emergido de la localidad de Puerto Plata; la estatua del Poseidón o Neptuno (es una copia de la estatua de Poseidón o Neptuno de Giovanni  Bologna mejor conocido como Giambologna que se encuentra coronando una fuente en honor a dicho dios de la Edad Antigua en la Plaza de Neptuno de Bolonia (Italia), y a la cual estatua los habitantes de dicha ciudad italiana le llaman «El Gigante«) en una de las llamadas «Piedras de Long Beach« («Lombiche« en la deformada pronunciación popular): simboliza la unión eterna de la vida de Puerto Plata con el Océano Atlántico y el recordatorio de la talasocracia puertoplateña gracias al Atlántico, a la bahía de Puerto Plata, al puerto y a su aduana inyectora de savia de vida económica al Estado dominicano; casi llegando al contrapuesto punto extremo del Malecón, o parte Este u oriental del mismo, se colocó la estatua de El David de Miguel Angel (que es la obra cumbre de éste), como expresión de lo excelso, de lo sublime en el plano del arte humano que es El David; de esta réplica de El David la línea se dispara hacia la cima del Monte de Plata, hoy loma Isabel de Torres, para unirse con la estatua de Jesucristo o El Cristo (una copia reducida de la que está en El Corcobado, frente a la bahía de Guanábara, Brasil), esta como expresión del ascenso a lo divino; es decir, de la máxima elevación, de lo sublime en el ámbito del arte humano se pasa a la conexión con lo divino; de El Cristo la línea vuelve y se conecta con la restaurada Fortaleza colonial: de lo divino nuevamente a lo terrenal, reiniciando así el ciclo dentro de dicho circuito ornamental.

Es obvio que eso no se hizo al azar, muy por el contrario: el diseño y la ubicación ornamental hechos por el Presidente Balaguer y su consejería de Arquitectura para Puerto Plata obedecen a concepciones muy específicas y extremadamente definidas;  a un claro patrón inteligente trazado por sus diseñadores bajo la orientación directa del Presidente Balaguer. De poeta literario creador de mundos y hasta de universos (pues eso y no otra cosa son los poetas) Joaquín Balaguer pasó a ser en Puerto Plata una especie de `poeta de la arquitectura y del urbanismo`.

Como cada estatua está ubicada en un punto geográfico específico el patrón, en gran medida irregular, de las líneas conforman una figura irregular creada desde el reino fantástico de la imaginación de dicho ex mandatario; pues, como ya hemos dicho, dicho conjunto ornamental es pletórico en simbolismos. Dicha figura es irregular literalmente hablando por lo irregular de sus líneas en tanto cuanto no tienen exactamente la misma dimensión. Sólo un culto y refinadísimo espíritu como el de Joaquín Balaguer pudo concebir unir semejantes simbolismos; simbolismos estos con cuyo uso embelleció más aún  –y en forma permanente-  la infraestructura física modernizante materializada por dicho gobernante en Puerto Plata.

Quizas algún día a algún Ministro de Turismo de la República Dominicana se le ocurra la idea, para deleite del público y para generar mayor atractivo turístico, de hacer visibles dichas líneas y dicha forma con respectivos haces láser inofensivos de color verde que refuljan en medio de la obscuridad nocturna.