DSC_0685Manuel Gilbert

PUERTO PLATA.-Las discusiones en torno a su necesidad, al costo real y a la sobrevaloración de las obras que ejecutan los gobiernos siempre han existido, incluso cuando el general Gregorio Luperón presidió el gobierno provisional que dirigió los destinos de la República desde Puerto Plata declarada capital de la República, desde el 9 de octubre de 1879 hasta el 18 de agosto del 1880; pero en la actualidad más que nunca con el caso de la sobrevaluada termoeléctrica que construye en Punta Catalina, Baní, la impopular y desacredita empresa brasileña Odebrecht, la cual fue escogida en una cuestionada y amañada licitación.

Cuando Luperón anunció su propósito de reparar la fortaleza colonial San Felipe, edificación iniciada por Francisco Ceballos en 1567, quien después de dos años de mantenerla paralizada por completo, la reinició el 4 de julio de 1569, pero avanzó muy poco, porque se apoderó de los 8,210 pesos que le envió la Corte a través de la Casa de Contratación de Sevilla y el Consejo de Indias y fue terminada por el Alcaide Pedro Reginfo de Angulo en 1577, se desató una encendida y apasionada controversia entre los que favorecían que ese proyecto se llevara a cabo y los que estaban en contra, por hallar excesivos los gastos que ocasionaría su realización al exiguo erario público de la época

Para ilustrar a los lectores de este artículo, es oportuno citar la reseña publicada por el periódico El Porvenir en su edición del 8 de mayo de 1880, que da cuenta de manera prolija los trabajos efectuados en la reparación y defensa del fuerte San Felipe de Puerto Plata, los cuales fueron considerados como “el esfuerzo de mayor magnitud realizado desde su construcción”. Cabe agregar que ese monumento nacional visitado anualmente por miles de turistas que arriban a este destino por las vías aérea y marítima, fue remodelado de nuevo durante el segundo y tercer período de los 12 años del doctor Joaquín Balaguer y terminado en 1975.

“Comprendiendo el gobierno la deficiencia de las fortificaciones existentes y la necesidad de prepararse para un evento inesperado, desde    el 6 de octubre intentó, aún a costa de grandes sacrificios y, si cabe decirlo, colocando piedra sobre piedra, la construcción de un fortín formado de dos paralelas de 40 metros y una perpendicular de 15, que constituye la fachada del lado del puerto, con las portañuelas correspondientes para la colocación de los cañones hacia los tres lados de la bahía”, destaca.

El trabajo periodístico que vio la luz hace 137 años agrega que “este fortín ha absorbido un número exorbitante de metros.cúbicos de piedra arenisca, cascada y acarreada por los presos de la fortaleza en la misma orilla del mar de que dista apenas el fortín, que alcanza en su pared remate una altura de 5 metros. La obra superior, que es de mampostería, se ha construido mucho después de terminada la revolución, y de entonces acá, es decir, posteriormente al 5 de febrero, es que se han principiado con regularidad los llamados “trabajos de la fortaleza”.

Destaca el periódico fundado en 1872 que “la reparación general de las trincheras abarca todo el perímetro anterior que se ha cubierto con una doble capa de mezcla, blanqueado, y se han reedificado como 2,600 metros cúbicos de la extensión total, levantando en partes las murallas y doblándolas para reforzarlas en donde ha sido necesario, pues, sobre ser muy bajas, estaban en su mayor parte rellenarlas con piedras y darle un espesor de 1 1/2 vara en término medio”.

Indica que “dichas murallas, -construidas según el sistema de fuegos cruzados que permite la defensa continuada en todos los puntos del interior-, cuando ya el enemigo se ha adueñado de los puntos extremos y que se prolongan 50 pies en el mar a marea alta, constituyen una obra acabada, por su solidez y demás condiciones, que abona la habilidad y buen gusto de los maestros que la han construido. Sus ángulos están convenientemente reforzados y en la curva correspondientes exceden el término medio de su espesor; la parte que mira hacia la costa Este está provista de un doble sistema de cortina y en todas ellas corre el parapeto de defensa con banquetas interiores según las reglas de toda fortificación bien organizada”.

Expone que “en la parte dominante de las cortinas de defensa, hacia el centro, se ha levantado un segundo fortín que ocupa una superficie cuadrada de 130 metros aproximadamente, defendido por paredes que representan más de 1,400 metros cúbicos de mampostería de 1 ½ vara de espesor y 2 varas en el remate, siendo más ancha en la base, y con sus tres portañuelas hacia los tres puntos del horizonte que miran, cortadas estas en forma elíptica hacia adentro. Las piezas de doble alcance situadas en este fortín tiene por objetivo la defensa de la población por las afueras de San Marcos y El Morro, y sus proyectiles, pasando por encima de los edificios, impedirán la aproximación de fuerzas enemigas por aquellos lados”.

La reseña de El Porvenir establece que “en estos trabajos se emplean diariamente de 20 a 30 hombres, sin contar el acarreo de materiales y 6 ó 7 campesinos que traen allí sus cales; todas las construcciones han sido hechas con la piedra vulgarmente llamada arenisca, que es material DSC_0684recomendable por su resistencia y duración indefinida”. Precisa que “se han construido, además, dos cuarteles de madera en la parte exterior hacia el mar, para avanzadas; el local de la Comandancia de armas se ha pintado y reparaodo, y sólo falta, para dar cima a los trabajos de defensa proyectados, levantar un tercer fortín que corresponda a la costa de Cabarete y Sosúa, y reedificar el cuartel general de manpostería en el recinto mismo de la fortaleza”.

Concluye el trabajo diciendo: “Ahora bien, todos los trabajos emprendidos del 5 de febrero a esta última semana, alcanzaron un total de RD$2,200.00, que no representan RD$200.00 semanales, tales son los gastos fabulosos a que ascienden los trabajos de “la fortaleza de Puerto Plata”, cuya utilidad y eficacia sólo desconocen aquellos que no quieren ver, o no saben prever. Pudiéramos recordar aquí la pequeña reparación del pedazo de cortina que rodea el faro, y que ascendió en años pasados a la suma de RD$10,000.00; pero no somos de los que se valen del poder para desacreditar a sus enemigos, y escaso fuera nuestro mérito si nos limitáramos a no imitarlos”.

 

Bibliografía:

Libro “Noticias de Puerto Plata”

Emilio Rodríguez Demorizi

Páginas 160, 161 y 162

Editora Educativa Dominicana, C. por A.

Santo Domingo, R. D.

1975

“La Fortaleza de San Felipe de Puerto Plata”, primera edición.

Ensayo de Manuel de Jesús Mañón Arredondo

Páginas 62, 63, 64 y 65.

Editora Taller C. por A.

Santo Domingo, R.D.

1995