Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
«Con todo respeto, siempre hay un embaucador de cosmogonías,
que pretende ocultar las nubes, las tormentas que se avecinan,
como un anticipo de los tiempos.«
(Ruano, Manuel: Nubes viajeras para una desvelada ausente)
El pasado veintisiete (27) de Septiembre de este año dos mil quince (2015) se cumplieron once (11) tristes, penosos y lamentables años de la entrada en vigor del Código Procesal Penal (CPP) en la República Dominicana. Desde dicho comienzo mismo el arrasador huracán cepepeísta vertió su naturaleza destructiva sobre todo el territorio nacional de la República Dominicana; desde entonces hasta el día de hoy el país luce encerrado junto a dicho huracán destructivo dentro de una botella taponada.
Era previsible que a partir del veintisiete (27) de Septiembre del dos mil cuatro (2004) sería `la fecha en que la sociedad dominicana empezaría a vivir peligrosamente` y efectivamente empezó a vivir peligrosamente.
Ello era previsible… Y era previsible porque igualmente era previsible la Infuncionalidad y el Fracaso del Código Procesal Penal con su conjunto de instituciones y reglas de carácter cuasi-abolicionista penal y de raíz abolicionista penal que impiden darle una respuesta efectiva a la delincuencia.
Era previsible que veríamos a `Cepepeístas Genocidas`-`Benefactores Peligrosos` siguiendo los lineamientos ideológicos de `Ideólogos Genocidas`-`Dioses Trágicos` verdaderos `Charlatanes de Feria`.
Era previsible que la ideología jurídica del cepepeísmo generaría entre los abogados un `Cretinismo Procesal Penal`.
Era previsible que el Código Procesal Penal produciría numerosos efectos negativos, totalmente perniciosos.
Era previsible el conjunto de efectos económicos negativos que produciría.
Era previsible que los inversionistas de todas índoles le verían las orejas al lobo como señal de que algo va mal y que por ello levantasen y levanten reiteradamente su voz.
Era previsible que produciría `Efectos apocalípticos`.
Era previsible que veríamos `Un tropel de jinetes del Apocalipsis`, pero muy superior en número a los cuatro clásicos de este.
Era previsible que se verían las huellas claras del Malthusianismo de la USAID.
Era previsible la Multiplicación de la delincuencia que produciría.
Era previsible la criminalidad y la delincuencia que se desataría en la República Dominicana.
Era previsible que se asentaría `La Dictadura Legal del Lumpenproletariado de la Delincuencia`.
Era previsible que los delincuentes se adueñarían de las calles, tanto de noche como a plena luz del día.
Era previsible que los delincuentes se convertirían en `Los dueños del país`.
Era previsible la Inseguridad Pública que causaría.
Era previsible que la puesta en vigor de dicho conjunto de instituciones y reglas cepepeistas tendrían consecuencias dramáticas y terriblemente trágicas.
Era previsible `El Terror` que sobrevendría.
Era previsible que los ciudadanos no delincuentes se encerrarían detrás de rejas en sus casas.
Era previsible que los ciudadanos no delincuentes serían los que vivirían presos en sus casas por miedo a salir por los delincuentes que andarían sueltos en las calles.
Era previsible que los ciudadanos delincuentes serían los que vivirían en plena libertad.
Era previsible que la impunidad reinaría en el noventa y nueve por ciento (99%) de los casos que acaso llegaran a juicio de fondo.
Era previsible que ese código incentivaría, con las facilidades que ofrece, a que el delincuente siga cometiendo crímenes y delitos; y a que el no delincuente tentado por la ocasión o circunstancia se atreva a delinquir por ver el ejemplo del trato de guante blanco que se les da a la inmensa mayoría de quienes delinquen.
Era previsible que ese código arruinaría, empobrecería o, a lo menos, mermaría el patrimonio de personas físicas (ricas, de clase media y pobres), de personas jurídicas, de empresas micro, medianas y grandes, espantando toda posibilidad de prosperidad general.
Era previsible que los ciudadanos (sobre todo los más pobres que son los que más sufren una merma de su escasísimo patrimonio y cuyos bienes son considerados «bagatelas« y por tanto fuera de toda protección por parte del Estado que asumió el enfoque bagatelarizante del «Cepepeísmo« consistente en despreciar la investigación, la persecución y el juicio por cosas «de poco valor«(¿?) como si para los pobres hubiesen cosas «de poco valor«) desertarían de sus derechos a denunciar y a querellarse por no confiar en el Estado, esto es, en los representantes del Ministerio Público y en los jueces; porque consideran que eso es ir a perder tiempo.
Era previsible que se produciría una decepción generalizada de la población porque pasaría a no creer ni en el cuerpo de los representantes del Ministerio Público ni en los Jueces Penales.
Era previsible que entrañaría la llegada de `Larguísimos días negros` que harían daño a esta sociedad nacional.
Era previsible que le traería un final obscuro a esta sociedad.
Era previsible que se instalaría un `Vientre Lóbrego`… Ese mismo que sólo pare y parirá siempre esqueletos y gusanos.
Era previsible que habría `Sangre para todos`.
Era previsible que habría `Martirio para todos`.
Era previsible que venía `El luto en abundancia`.
Era previsible que la sociedad dominicana `bordearía el pánico para comenzar a caminar con el pánico encima`.
Era previsible que la sociedad dominicana atravesaría el valle de lágrimas que se mantiene atravesando.
Era previsible que en todos los dominicanos resonaría la voz del poeta diciendo: «Abajo están las tumbas y las ruinas. Abajo está el silencio convirtiéndose en grito«.
Era previsible `El horror`, que para verlo no habría que acudir `ni a Profecías mayas ni a profetas mayas`.
Era previsible que el `Experimento jurídico` introduciría `Un Frankenstein en la Justicia`.
Era previsible que ese Frankenstein lo sería contra la sociedad dominicana y contra los ciudadanos dominicanos no delincuentes.
Era previsible que todo se trataba de una simple utopía jurídica desconectada groseramente de la realidad.
Era previsible que en la República Dominicana se instalaría `El Salvaje Oeste`.
Era previsible que la República Dominicana terminaría convertida en una `RD Chicago`.
Era previsible que la República Dominicana pasaría a la Ultraafricanización.
Era previsible que los miembros de la Policía Nacional protestarían al ver que su trabajo de capturar los delincuentes se iría a pique una vez éstos pasasen a manos de los representantes del Ministerio Público y de los jueces adoctrinados con la ideología jurídica del cepepeísmo.
Era previsible que hasta se vería proponer un `Pacto Nacional Contra la Delincuencia` nada más y nada menos que a un Jefe de la Policía Nacional.
Era previsible que acabaría afectando muy negativamente al conjunto de la sociedad.
Era previsible que veríamos numerosas `Marchas contra la delincuencia`.
Era previsible que veríamos muchos linchamientos.
Era previsible que veríamos la conformaciٕón de grupos de autodefensas.
Era previsible que la sociedad llegaría a un punto tal que tendría que organizarse para exigir la derogación y substitución del Código Procesal Penal (CPP).
Era previsible que se podría anunciar como especie de pronóstico o alerta meteorológico que `Una fuerte, tremenda y terrible ola de atracos y asesinatos` se produciría en el país mientras ese código se mantuviera vigente, del mismo modo que se alerta cuando se avecinan vientos huracanados a algún punto del continente americano.
Ese alto grado de predictibilidad era dable por la lectura de la letra de dicho código y por el análisis que de la misma permite la racionalidad. Ambas cosas juntas permitían llegar a ese carácter proyectivo y desesperanzador. Aparte de observar la hoja siempre hay en el bosque indicaciones para que algunos árboles de muy torcidas ramas no nos obstaculicen ver el conjunto de la fronda; pero es obvio que el conjunto de la fronda conformada por el tinglado completo de instituciones y reglas cepepeístas es un conjunto de manufactura negativa, perniciosa para la sociedad y para los ciudadanos no delincuentes.
Habiendo sido un puro fracaso previo su vigencia en otros países iberoamericanos, comenzando por Argentina y Chile, es entendible que cien veces puesto en práctica, cien veces iguales fracasos serán cosechados. Por ello, naturalmente, seguir con semejante código en vigor en la República Dominicana es todo un acto demencial por más que con remiendos y parches ilusorios se le quiera mantener vigente; lo podrán querer vestir de otra cosa, pero (mona vestida de seda sigue siendo mona) es el mismo producto que sembraron en Argentina, donde, para mantener una lucrativa industria literaria editorial de `Neo-Ficción Jurídica`, se quiere que toda Iberoamérica siga con el copy paste vigente, a pesar de la tragedia inmensa que `El Manicomio Cepepeísta Argentino` creó para ése desgraciado país sumido hoy en la inseguridad y en el terror producto de una clarísima ausencia de Justicia Penal: no podía ser de otra manera tratándose de un código cuasi-abolicionista penal, de raíz abolicionista penal, que refleja en sus disposiciones el discurso deslegitimador que pretende hacer del Derecho Penal, esto es, que pretende deslegitimar al delito, a la pena, a la cárcel, etcétera. Tampoco podía ser de otra manera en los demás países iberoamericanos que lo copiaron y lo pusieron en vigor y ello lamentablemente nos incluye a nosotros la República Dominicana.
`El Manicomio Cepepeísta Argentino` no ha sido más que replicado en la República Dominicana, aquí, con igual propiedad, puede ser calificado de `El Manicomio Cepepeísta Dominicano`: ambos manicomios cepepeístas (al igual que todos los demás manicomios cepepeístas iberoamericanos) comparten todos estos rasgos que se describen en el presente artículo y que eran previsibles en su materialización.
¿Específicamente cuántos muertos inocentes tendrán que producirse, específicamente a quiénes tendrán que matar los ladrones que salen a robar y a matar, específicamente cuántos robos tendrán que seguir produciéndose diariamente, cuánta carga económica más se tirará sobre los ciudadanos y sobre los todos tipos de empresas dedicados a la producción para poder intentar proteger tanto vidas, integridades físicas y bienes patrimoniales, etcétera, para despejar los obstáculos que se han pretendido colocar a la derogación y substitución del Código Procesal Penal?
Esas vertientes, y otras numerosas que por no venir todas juntas a mi memoria en lo inmediato involuntariamente las dejo fuera del tintero por dicho olvido, permitían y permiten vislumbrar su ocaso y caída; en el país, lamentablemente a fuer de desgracias y de expoliaciones o robos, se ha ido creando una poderosa consciencia sobre la Infuncionalidad de la Justicia Penal por esta estar usando dicha errada normativa procesal penal, que empuja para ayudar a poner fin a la actitud neciamente experimentalista de seguir con algo harto obvio fracasado hace ya mucho tiempo, ab initio, y el cual Fracaso del CPP era previsible totalmente como hemos dicho precedentemente.
A este nivel ya casi prácticamente todos sabemos a qué círculo del infierno nos ha conducido y sumido el Código Procesal Penal (CPP) como sociedad. Advertencias no faltaron: muchos, reiteradamente, levantamos nuestras voces de advertencia de que lo que venía era el lobo… Y esas advertencias se hicieron y se siguieron haciendo y se siguen haciendo con precisión casi aterradora. Aquel diagnóstico de un nutrido grupo de abogados fue y es una permanente clarinada repleta de presagios de una verdad más completa: la Infuncionalidad y el Fracaso de dicha normativa procesal penal cepepeísta.
El Código Procesal Penal (CPP) llegó sin despejar, y todavía a la presente fecha no ha despejado en lo más mínimo -ni los despejará nunca-, los severos cuestionamientos que se hicieron en su contra, cuestionamientos contra los cuales sólo escuchamos una penosa, bullanguera y adocenada respuesta de algarabía fanática de impensantes simples repetidores de «¡Amén!« (lo que han sido todo el tiempo, nunca han sido otra cosa)… Algarabía fanática de un grupo de alucinados `Cepepeistas Genocidas-Benefactores Peligrosos` que mantiene a la República Dominicana sumida en la penumbra de la Infuncionalidad y del Fracaso de la Administración de Justicia Penal, sumida en la `Ausencia de respuesta judicial eficaz contra los delincuentes`, sumida en la Inseguridad Pública y sumida en `El Terror`.
La verdad ha terminado abriéndose paso y seguirá abriéndose paso inexorablemente y es que, como bien decía Juan Bosch: «La verdad, por indefensa que parezca, es capaz de derrotar a todo un mundo de mentiras.”