Siempre sostuve que Danilo Medina es un político comprometido con la partidocracia y la gran burguesía transnacional y local, capaz de dar más de lo mismo y sumar malo sobre malo, que da peor.
Esto incluso lo reiteré cuando la burbuja mercadológica, que hábilmente conformó, generó ilusiones en amplios sectores de la sociedad.
Esa lealtad a la partidocracia morada y variopinta, y al cogollo empresarial, equivale asumir corrupción de Estado, impunidad, saqueo, explotación, empobrecimiento y degradación de la sociedad y del patrimonio natural como modo de gobernar.
La burbuja publicitaria –montada por el brasileño Joao Santana (socio de Odebrech)- se nutrió durante tres años de poses presidenciales simpáticas a la población, todas fríamente calculadas; hasta que ese recurso virtual se lo tragó la degradación real del ejercicio gubernamental.
El inicio del desplomé coincidió con los compromisos espurios contraídos para pactar la re-postulación dentro del Estado y del partido. Concomitantemente subió a superficie la podredumbre soterrada de su gestión.
La mugre arropó el proceso a favor de la enmienda constitucional pro-reelección. Estalló la sobrevaluación en 800 millones de pesos de la remodelación del Hospital Darío Contreras. Se catapultó desde Brasil la sobrevaluación en 1,200 millones de dólares de las plantas a carbón asignadas mañosamente a Odebrech. Brotó la podredumbre actual del Banco Peravia y de la OISOE, incluida la prostitución de la construcción de escuelas y la ejecución del 4% del PBI destinado a la educación pre-universitaria.
Ahora, para colmo, de Francia llega la noticia de la “fuga” de dos narco-pilotos franceses apresados y condenados aquí, solo posible por la complicidad entre enclaves del narco-poder criollo y francés.
Así, la burbuja de Joao ha explotado de mala manera y la falsa imagen presidencial se hizo añicos. Algo que no debe extrañar a quienes previamente evaluamos el rol del Presidente Medina en el pacto del PLD con Balaguer (1995), en la conformación del sistema de corrupción de Estado durante el primer gobierno de Leonel (1996-2000) y las funestas características de sus dos campañas electorales ( 2000 y 2012).
No hay sorpresa. Mucho duró la farsa. Demasiado resistió la burbuja. Porque no existe mercadología virtual capaz de encubrir por siempre la mentira. El problema es estructural, sistémico, constitucional, entrelazado con la razón de Estado y de poder.
Y es necesario advertir que ese es el destino inexorable de toda fuerza política y todo candidato comprometido con la partidocracia y la clase dominante. Válida esta advertencia para el PRM y su candidato presidencial.