Al presidente Danilo Medina le está saliendo “el tiro por la culata” cada vez que intenta dispararle al candidato opositor Luís Abinader, a quién no puede acusar de corrupto, desleal, tránsfuga, mentiroso, demagogo, infiel, narcotraficante, ladrón, mercenario, déspota, arrogante, petulante, negociante de la política, ni asesino.
Para Danilo y el grupo que lo asesora le resulta pues muy cuesta arriba diseñar una campaña negativa o sucia contra un hombre limpio a no ser que caigan en la deshonestidad, la mentira, la calumnia vulgar y la vil difamación, cosa que no dudo que algún momento hagan, dada la desesperación que están mostrando.
Desde que las encuestas, las que no se publican ni se promocionan, comenzaron a marcar una tendencia progresiva a la baja del candidato oficialista y un avance vertiginoso del candidato del Partido Revolucionario Moderno y la Convergencia, el gobierno ha dispuesto investigaciones diversas en las instituciones del Estado, incluyendo los organismos de seguridad del Estado, hasta que encuentren “lo que sea” para montar una campaña mediática en contra del aspirante a la presidencia.
Buscaron evasión de impuestos. Nada.
Buscaron consumo de alcohol o cualquier droga. Nada.
Buscaron juego de azar en casinos o cualquier otro lugar. Nada.
Buscaron contrabando. Nada.
Buscaron “hijos de la calle”. Nada.
Buscaron “segunda base”. Nada.
Más de un asesor de marketing político ha sugerido “armarle un expediente” pero no aparecieron los elementos que pudieran hacerlo creíble.
¿Para qué le pagamos tanto dinero a los comunicadores? Preguntó un asesor.
No olvidemos la tesis maquiavélica “difama, difama que algo queda” sobre todo cuando uno tiene en sus manos tantos medios de comunicación y tantos periodistas y comunicadores en nómina, gritó otro.
El punto es que al candidato opositor no le pueden llamar loco, porque no es loco, no le pueden decir analfabeto, ni bruto porque ha estudiado tanto o más que sus adversarios logrando títulos que nadie puede cuestionar; no lo pueden acusar de ladrón porque no ha robado nada. No ha sido ni regidor. Es decir, no ha manejado un peso del presupuesto nacional. Los bienes de su familia nadie, en 50 años, los ha cuestionado. Y hacerlo ahora sería ridículo.
El caso de la fábrica de Cementos Santo Domingo es una metida más de pata del gobierno; un abuso de poder, una agresión que terminara revertiéndose en contra del candidato reeleccionista por la indignación popular.
El grupo que patrocina y estimula la reelección del presidente Danilo Medina ha comenzado a dar muestras de preocupación y nerviosismo por el rumbo que poco a poco va tomando la campaña electoral cuando faltan poco más de cinco meses.
Danilo baja, se debilita y se desacredita. Luis Abinader sube, crece y se fortalece. Se perfila como el próximo presidente de la República, razón de sobra para cuidar su integridad física. Danilo y su grupo no están preparados para dejar el gobierno. Harán lo que sea para no desalojar el Palacio Nacional porque saben lo que les espera.