artiPor: MARINO BAEZ

Margarita Cordero es una guerrera del periodismo. La experta comunicadora no sólo se limitó a decirle mil verdades al presidente Danilo Medina, sino que para no hacerlo quedar mal ante sus funcionarios y representantes de los medios que cubren la fuente del Palacio Nacional, también le recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Como es habitual y “en la guerra los aliados no se combaten”, los colegas que albergan el entorno del palacio menospreciaron su discurso cargado de verdades, sin darle la más mínima importancia y la cobertura significativa en los medios que representan, quizás por temor, o tal vez por no afectar sus intereses o por presión del Ministro de Prensa de la presidencia.

El periodismo dominicano vive una etapa deprimente, donde sólo se publica lo que le conviene al gobierno. Tal parece que la pluma, la libreta, las cámaras y la ética han sido financiadas.

Nos encontramos ante un ejercicio periodístico, que desde el punto de vista ético se  ejerce en más de un 90% por encargo. ¿Es esto parte del sistema o del tráfico de influencia y el soborno político?… Esta interrogante se quedará en el aire, porque no existe el más mínimo interés de dar una respuesta.

El periodista debe ser atrevido cuando se trata de cuestionar a cualquier persona de influencia política o gubernamental, claro, sin ofensas, pero con apego a la verdad, a fin de lograr las declaraciones buscadas para enterar a los oyentes, televidentes y lectores, respectivamente, sin embargo, en pleno siglo XXI, tal parece que a los medios comprometidos con el sistema no le interesa y cuando suelen publicarla lo hacen con verdades a media.

Un extracto clarividente del discurso de Margarita tuvo su efecto multiplicador y de mala mirada por parte de ministros y funcionarios, cuando argumentó que “quienes preguntan y hurgan, además de escasos, son diagnosticados de frustrados por una mirada de censuradores. La disidencia está proscrita. En la complicidad unánime que se pretende, por comisión u omisión”. Diríamos nosotros con honestidad, omisión, porque son diversas las informaciones que se omiten para evitar cuestionamientos.

Los principios tienen valores incalculables y van de la mano con la moral y la educación que recibimos de los padres y en la escuela. Esos valores han sido profesados por la destacada profesional de la comunicación escrita, que vivencialmente señala, “a los periodistas no se le permite criticar que un funcionario se ponga un sueldo de medio millón de pesos, y que el presidente Danilo acepte tal diablura, mientras un grupo de ciegos lleva semanas bajo “agua, sol y sereno” frente al Palacio Nacional pidiendo que le aumenten la asignación a la institución que los protege”. Cosas veredes Sancho.

En adición a esto, también impera la manipulación y el desenfreno de la corrupción administrativa, mientras la justicia se convierte en protectora de quienes malversan, dilapidan y desvían los recursos del Estado.

Recibir el Premio Nacional de Periodismo de parte de un mandatario es un privilegio, no por tratarse del presidente, sino más bien, porque es un reconocimiento a toda una trayectoria de trabajo revestida y cargada de sacrificios, desarrollada con moral, dignidad y apego a la ética. Entonces, ¿no es este el escenario más adecuado para enrostrarle al presidente sus debilidades e influencias con los periodistas y los medios de comunicación?.

Margarita Cordero, no sólo dirigió sus críticas al gobierno peledeísta, haciendo alarde a la compra de conciencia. También a los periodistas “publicistas” -que según su manifiesto- se dedican “a mover los hilos del poder cuando, con la grabadora sustituyendo el cerebro, dan categoría de explicación a las declaraciones interesadas de funcionarios, políticos, empresarios y dirigentes sociales; cuando nos conformamos con el hecho en sí mismo, sin intentar establecer antecedentes y consecuentes; cuando preferimos olvidar para no molestar”. En vez de engavetar este discurso, el gobierno, tengo entendido, debe reflexionar y con ello hacer un análisis profundo para que saque sus propias conclusiones.

Camuflajear la noticia para tratar de confundir a la gente no es lo más oportuno. Se debe ejercer un ejercicio profesional con verdad y precisión (el periodista no siempre puede garantizar la “verdad” , pero sí obtener los hechos con exactitud como principio cardinal), objetividad (no siempre es posible, y puede no ser siempre deseable, pero es oportuno actuar con equidad tomando como punto primario lo humano), Independencia (el periodista debe ser la voz independiente, sin actuar en nombre de intereses políticos, empresariales, culturales o religiosos), responsabilidad (señal segura de profesionalismo y periodismo responsable).

El periodismo no puede seguir siendo objeto de confusiones que contradicen los hechos.

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