gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

«Permanecieron sentados y escribieron, oyendo
el canto de los insectos mientras la tenue niebla
oscurecía el sendero, los errantes muchachos de otros
siglos, ninguna tendencia de supuración personal
en sus páginas. (…) escribir era todo cuanto decían
y nada más. Simplemente eso y nada más,
una variedad de recados y algo que ver
con el agua fresca y el azul.«

(Cisnero, Alberto: Permanecieron sentados y escribieron)

La Conferencia del Episcopado Dominicano recientemente vertió una carta pastoral en la que invita a los dominicanos a darles acogida a los haitianos, a ayudarlos a integrarse con los dominicanos; y expresan su apoyo a las autoridades civiles en sus planes respecto de los haitianos en el territorio nacional.

Esa postura asumida por la Conferencia del Episcopado Dominicano es muy decepcionante, muy penosa. La Conferencia del Episcopado Dominicano le ha quedado muy mal al país, ha quedado muy fea. En el momento de las definiciones sus integrantes le fallaron al país, le fallaron a la República Dominicana, le fallaron a la Nación dominicana, le fallaron al pueblo dominicano: optaron por definirse a favor de los haitianos y en contra de los dominicanos. En el momento de las definiciones se pusieron de espalda a lo que está en juego, le dieron la espalda a la República Dominicana, a la Nación dominicana y al pueblo dominicano. En el momento de las definiciones sus integrantes actuaron como si en realidad se encontraran en otra galaxia, pudiendo observarlos el pueblo uno por uno como a una auténtica cuerda de lunáticos.

La Conferencia del Episcopado Dominicano le ha fallado al país en los momentos en que este requiere con mayor apremio y urgencia de posturas firmes en defensa de la Soberanía de la República Dominicana demasiado obviamente amenazada desde el exterior. La Conferencia del Episcopado Dominicano no se colocó a la altura de las circunstancias; muy por el contrario: su posición es claramente favorecedora y propiciadora: de la disolución del Estado dominicano, de la Nación dominicana y del pueblo dominicano; de la fusión de los haitianos con los dominicanos. Esa posición sorprendente de la Conferencia del Episcopado Dominicano es una puñalada trapera a la suerte de los destinos nacionales de la República Dominicana. Una puñalada trapera, una puñalada salida de la más grande de las profundidades de la traición.

Si ésos obispos católicos dominicanos integrantes de dicha Conferencia del Episcopado Dominicano no perciben o no quieren percibir que hay un proyecto extranjero de unir a los haitianos con los dominicanos destruyendo la nacionalidad dominicana, a la República Dominicana, a la Nación dominicana y al pueblo dominicano, allá ésos obispos católicos, eso es problema de dichos obispos católicos. Es claro que ésos obispos católicos están desconectados, pero muy desconectados de la Nación dominicana, del sentimiento de la nacionalidad dominicana, de todo sentimiento de fidelidad a la Patria dominicana y del sentir del pueblo dominicano en estos momentos tan aciagos. Tan desconectados están dichos obispos que esa carta pastoral es la expresión de que se han convertido en un instrumento ideológico del proceso de haitianización a que está siendo sometida la República Dominicana.

Nicanor Peña, el actual obispo de la Provincia de La Altagracia, y quien ha pretendido ser el más agresivo portavoz de esa `muy mala nueva` habla de «diálogo« (¿?): ¿Diálogo sobre cómo lograr seguir expandiendo `la brecha de la Traición a la Nación`?

Se han dejado llevar de cantos de sirenas provenientes unos del `Gobierno de la Traición a la Nación dominicana` de «El Estratega« Presidente Danilo Medina Sánchez, otros del candidato opositor Luis Abinader que también forma parte de `La Traición a la Nación`, del grupo de la oligarquía criolla encabezado por Juan Vicini y Fernando Capellán, de la Embajada de los Estados Unidos de América (EE.UU. o USA) y del Papa Francisco I que obviamente está sintonizado como favorable a la destrucción de la República Dominicana para favorecer a los haitianos en detrimento de los dominicanos.

Los obispos en cuestión dicen actuar acatando el discurso del Papa Francisco I a los obispos dominicanos pronunciado durante la visita de éllos al Vaticano el pasado veintiocho (28) de Mayo del dos mil quince (2015). La postura pro-inmigrante de dicho Papa tiene amplios y serios opositores en toda Europa y en la misma Italia, inclusive en el seno mismo de la Iglesia Católica de dicho continente que ve y considera que esa postura fomenta la islamización de Europa, pues los inmigrantes que del Sur y del Sureste van hacia Europa son de religión musulmana.

Al Papa Jorge Bergoglio no le duele para nada ni le dolerá para nada la suerte de la República Dominicana creada por Juan Pablo Duarte.   ¿Qué diablo puede dolerle la suerte de la República Dominicana al Papa Jorge Bergoglio?   El Papa Jorge Bergoglio desconoce la Historia de la República Dominicana.   El Papa Jorge Bergoglio desconoce los sacrificios que hizo este pueblo para liberarse de la férula de la ocupación y de la dominación haitianas hechas en nombre de la unidad y de la indivisibilidad de la Isla.

Este país llamado República Dominicana no es propiedad del Papa Francisco I ó Jorge Bergoglio; este país llamado República Dominicana no es propiedad del obispo llamado Nicanor Peña; este país llamado República Dominicana no es propiedad de los componentes de la llamada Conferencia del Episcopado Dominicano; este país llamado República Dominicana no es propiedad del grupo de la oligarquía dominicana encabezado por Juan Vicini y por Fernando Capellán; este país llamado República Dominicana no es propiedad de los Estados Unidos de América (EE.UU. o USA) ni de Canadá ni de Francia ni de Venezuela ni de Cuba ni de ningún otro país; este país llamado República Dominicana no es propiedad de Danilo Medina Sánchez y de Luis Abinader; este país llamado República Dominicana no es propiedad de los haitianos: este país llamado República Dominicana es propiedad de los dominicanos.

El Papa Jorge Bergoglio no es dominicano, pero los obispos de la Conferencia del Episcopado Dominicano se supone que son dominicanos y que por ello debieron de adoptar una posición en defensa de la Soberanía de la República Dominicana; ahora dichos obispos de la Conferencia del Episcopado Dominicano han quedado como «dominicanos« (¿?), vale decir, como dominicanos entre comillas y con signos de interrogación.   La inmigración haitiana hacia la República Dominicana no es una emigración normal: la inmigración haitiana hacia la República Dominicana se hace en nombre de la unidad y de la indivisibilidad de la Isla: los inmigrantes haitianos vienen imbuídos de la creencia y del adoctrinamiento de siglos de que este territorio de la República Dominicana es propiedad de éllos y por eso abogan por dichas unidad e indivisibilidad de la Isla.

Los integrantes de la Conferencia del Episcopado Dominicano intentan ir contra la Historia de la República Dominicana destruyendo a esta y a su Historia, pero la República Dominicana y su Historia son algo que pasa y pasará por encima de cuantos se le pretendan oponer. La Historia la hacen los hombres, los pueblos, y este pueblo no va a permitir que destruyan a la República Dominicana y a la Nación dominicana no importa cómo se llame o se llamen sus enemigos.

Como un desplegado velamen de fragata acata el empuje del viento éstos obispos católicos han pretendido bendecir, canonizar, santificar el proceso de la haitianización en curso de la República Dominicana y eso que han pretendido hacer es algo sencillamente monstruoso y abominable: han pretendido «bendecir« (¿?) los planes entreguistas y fusionistas que potencias extranjeras encabezadas por los Estados Unidos de América (EE.UU. o USA) vienen fomentando y materializando en perjuicio de la República Dominicana, de la Nación dominicana y del pueblo dominicano. Es a eso a lo que éllos se han prestado con su comunicación pastoral.

¿Creen los obispos que firmaron eso que la población consciente y sensata del país aplaude esa posición de éllos que los coloca de espalda a los Intereses Fundamentales de la República Dominicana?

En dicha carta pastoral éllos hablan de «pobreza«. ¿Esos obispos no pensaron en que primero están los pobres dominicanos? ¿Esos obispos católicos no pensaron en que la presencia de haitianos incrementa la pobreza de los pobres dominicanos?   La vida privilegiada de un obispo católico es muy disímil a la vida de carencias de los pobres dominicanos: todo apunta en la dirección de que dichos obispos pecaron de egoístas al pensar que la recepción continuada de haitianos no los afectará a éllos (dichos obispos) en lo personal, que puede afectar a cualesquiera otros dominicanos y a cualquier cantidad de dominicanos y que eso no importa, pero que a éllos (los obispos en cuestión) no les va a afectar para nada en su tren y estilo de vida.

 

Esa noticia o comunicación pastoral forma parte de los apuntes para la Historia que se han comenzado a tomar en cuenta para el presente y para el futuro inmediato y para siempre cuándo los historiadores comiencen a analizar el porqué de la destrucción y de la desaparición del Estado dominicano gracias a la fusión con los haitianos.   ¿Dónde se alojarán y se esconderán estos obispos católicos cuando se produzcan los previsibles choques de poblaciones que siempre ocurren cuando se juega con experimentos como el que éllos ahora se han prestado a motorizar e impulsar; o si ocurre una intervención extranjera en nuestro territorio nacional? ¿En La Nunciatura o en la Embajada de los Estados Unidos de América? Tal parece que no son analizados y guardados en la memoria los casos más emblemáticos de la Historia Universal de los siglos XX y XXI en esta materia de minorías que se organizan en un Estado hacia el que emigran: en Checoeslovaquia, en Austria y en Polonia se ubicaron minorías alemanas que se organizaron y fueron el pivote justificativo de los nazis para ocupar militarmente dichos países; la provincia yugoeslava de Kosovo en la frontera entre Albania y Yugoeslavia fue ocupada lentamente por albaneses (los más pobres de Europa en aquel entonces), se erigieron en minoría organizada creando un Movimiento de Liberación Nacional Kosovar, se erigieron poco a poco en mayoría y proclamaron a Kosovo como República independiente, siendo ayudados en ese sentido por Estados Unidos entonces presidido por Bill Clinton (el mismo que ahora fomenta la fusión domínico-haitiana) comenzando así una cruenta guerra interna que se expandió por toda Yugoeslavia que fue destrozada por los bombardeos indiscriminados de aviones estadounidenses y de la OTAN; minorías rusas organizadas en Georgia y en Ucrania dieron lugar a que Rusia entrara en guerra contra dichos dos países y los desmembrara. Podría pensarse ingenuamente que Haití no tiene ejército y que por ello nada de eso puede replicarse aquí, pero ocurre que detrás de Haití están potencias militares como los Estados Unidos (EE.UU o USA), Canadá, Francia, Venezuela, Cuba y organismos internacionales como la OEA y la ONU.

Que, por cierto, el Papa Bergoglio no es más que otro instrumento dócil al servicio de los intereses de esos países.   Porque lo diga Bergoglio un obispo dominicano o un grupo de obispos dominicanos no tienen que traicionar a su país. Bergoglio a lo que está llamando es a que se permita continuar la disolución del Estado llamado República Dominicana que fundaron Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios.

¿Estamos lejos de situaciones parecidas a las de los ejemplos citados? El que crea que lo estamos peca de una gran ingenuidad. En la sede principal de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCAMAIMA) en Santiago de los Caballeros hace poco tiempo atrás se estuvo celebrando un acto académico y cuando se intentó subir la bandera dominicana bajo las notas del Himno Nacional de la República Dominicana todos los haitianos allí presentes gesticularon su desaprobación y se marcharon del lugar dejando el acto en el vacío, pues eran mayoría en aquel lugar (Agripino Núñez Collado está muy al tanto de eso que ocurrió); en Monte Plata una escuela pública con estudiantes haitianos y descendientes de haitianos intentó hacer lo mismo y el resultado fue también el mismo ocurrido en la PUCAMAIMA. Esos dos acontecimientos y otros muchos de naturaleza análoga o afín (quemas de bandera dominicana, etc.) que han tenido lugar en la República Dominicana y protagonizados por haitianos y por descendientes de haitianos son una brújula orientadora al respecto.

Estos obispos de la Conferencia del Episcopado Dominicano pretenden hacerse los ingénuos y soslayar que los haitianos y sus descendientes tenidos aquí consideran que el territorio de la República Dominicana les pertenece a los haitianos; pretenden soslayar que esa inmigración haitiana y la ocupación que han hecho del territorio dominicano las hacen con un ánimo de apropiación (de `recuperación` piensan los haitianos).