No en toda alianza se alcanzan los objetivos, porque para andar juntos hay que estar de acuerdo y dejar de lado antagonismos, desavenencias, hostilidades, discordia, enemistades y rencores.
Si como leemos en cualquier sencillo diccionario, alianza es: Pacto o unión entre personas, grupos sociales o estados para lograr un fin común como el alcanzado por los “aliados” durante la Segunda Guerra Mundial.
También en el plano comercial, cuando dos o más empresas se unen, hacen alianza para fortalecerse y hacer crecer sus ventas en el mercado.
Las alianzas entre partidos políticos se cree, es para reforzar sus propuestas electorales y de esa manera ampliar las posibilidades de alcanzar el poder.
Ha habido –no se puede negar – alianzas políticas exitosas como cuando el veterano estadista Joaquín Balaguer y su partido Reformista, allá por el 1996 se alió al PLD para llevar al Dr. Leonel Fernández a la presidencia de la República.
Y, hay alianzas desastrosas, antagónicas, contradictorias, conflictivas y dolorosas.
“Juntos” como la presidenta de Brasil Dilma Rousseff y su vice Michel Temer, y éste dizque de traidor “serruchándole el palo”.
Alianzas en nuestro país que han provocado un corre corre como nunca antes. Renuncias, chismes y pleitos multiplicados como pocas veces en nuestro sistema de partidos, al extremo que algunos politólogos, sociólogos y opinantes han expresado la necesidad urgente de la Ley de Partidos.
Se espera que con la aplicación de la misma, se frene toda esta desvergüenza que vivimos como sociedad en vías de desarrollo.
Los disgustos, rencores y odios se pondrán de manifiesto el día de las elecciones, porque hay heridas que cierran en falso y sonrisas que solo ocultan llanto y dolores.
Amor se paga con amor y gratitud. No puede afirmarse lo mismo, cuando se siembra desesperanza, olvido, dejadez, oportunismo, hipocresía y teatro.
Eso mismo cosecharás, sembrador.