Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
«No soy el turista que viene a profanarte,
¡Oh Gran Óptico!
Por la mínima sospecha que de eso tenga tu Espíritu
te imploro perdón.«
(Giudici, Giovanni: XVI Casa de Spinoza en Rijnsburg, en «L’ordine», Il ristorante dei morti, Mondadori, Milán, 1981)
La desnudez de la perversión, de la anti-dominicanidad y de la anti-historicidad de Danilo `Dañino` Medina Sánchez comenzó a evidenciarse cuando al él referirse a la Sentencia No. 168-13 del Tribunal Constitucional de la República Dominicana en presencia de un grupo de jóvenes descendientes de haitianos ilegales pronunció la siguiente expresión: «El problema de los hijos de haitianos nacidos aquí y no inscriptos en el Registro Civil es un problema humano y hay que buscarle solución.«
Retengamos la expresión: «…un problema humano y hay que buscarle solución.«
Cónsono con ese pensamiento «humanista« (¿?) del danilismo en el periódico El Día, de fecha treinta (30) de Mayo del dos mil dieciséis (2016) fue publicado un artículo con el título «El Negrito del batey«, el cual, por considerarlo de interés para todos los sectores sociales de la República Dominicana, nos permitimos citar íntegramente a continuación: «El Negrito del batey Por Luis Rosario padreluisrosario[@]hotmail.com 30 mayo, 2016 ¿Quién no se ha entretenido, cantando o bailando, el merengue “El negrito del Batey”, compuesto por Medardo Guzmán y popularizado por Alberto Beltrán y la Sonora Matancera? Pues bien, en la República Dominicana el batey huele a negro y el negro huele con frecuencia a batey. Ambos evocan en su generalidad miseria y abandono humano, fruto de la injusticia y discriminación. Esto es así, aunque nos duela decirlo. En nuestras islas caribeñas y en parte del territorio continental americano se puede recoger el sudor amargo, a veces convertido en sangre, del martirologio genocida provocado por la incapacidad de respetar la dignidad humana, sin importar el color. Los pueblos esclavistas hicieron leyes a su antojo para oprimir a estos seres humanos y utilizarlos como esclavos. Unos doce millones de esclavos fueron enviados a América entre los siglos XVI y XIX, amparándose esta barbarie en leyes antojadizas contra la dignidad humana, simplemente apoyadas en el color de la piel. Estados Unidos, Brasil, las Antillas y nuestra misma isla Hispaniola fueron destinos de ese desplazamiento bárbaro, de personas indefensas, de las tierras africanas que les vio nacer. Personas humanas convertidas en bienes de comercio, por los que se ofrecía, más o menos, dinero dependiendo de su robustez y resistencia para el trabajo de esclavos, destinado a aumentar la riqueza y el bienestar de gente que también eran valoradas por el color de su piel.
Este crimen de lesa humanidad, con visos de “legalidad”, se alimentó de deportaciones, desplazamientos forzosos, torturas, violaciones, esterilización forzada y discriminaciones de todo género. La abolición de la esclavitud, arrancada a pedazos a los poderosos de juegos pesados, que querían ser felices a solas, no ha sido suficiente para que el mundo reconozca la igualdad de la dignidad de los seres humanos, no importa el color de su piel ni su cultura. Hay manchas de sangre, de lágrimas y de sufrimiento que, a pesar del paso del tiempo, todavía no se han secado y que claman por la reivindicación de la dignidad de mucha gente cuyo pecado ha sido ser diferente, por el color de su piel, de quienes han sido los dueños de los pueblos. Los tiempos han cambiado, pero queda todavía mucho por hacer para lograr un mundo en el que cada ser humano sea respetado y valorado como criatura de Dios, por el mismo hecho de ser persona humana, no por el color de su piel o por la riqueza o status social que posea. Es cierto que en nuestro país se ha producido una amplia integración de razas. Sin embargo no son pocos quienes todavía hacen diferencias por el color de la piel, especialmente cuando se mira para la otra parte del Masacre. De seguro que nuestras relaciones con la parte occidental de la isla serían diferentes si la ocupasen seres humanos de color blanco. Los prejuicios y el rechazo no serían parte de la interacción social y política a la que estamos acostumbrados. Y, sin embargo, las circunstancias históricas que hemos vivido nos han trazado un camino que, a la corta o a la larga, tiene que abocarse a una mutua colaboración para solucionar los problemas comunes que nos desafían. Esta situación debemos también verla con ojos de misericordia. Más que un estorbo mutuo, el hecho de compartir esta isla constituye una oportunidad para desarrollarnos juntos a nivel integral y ofrecer a los habitantes de esta tierra la posibilidad de vivir como gente. Tiene que abrirse un horizonte de esperanza, a fin de que el negrito del batey y el blanquito jojoto se reconozcan hermanos, aunando sus esfuerzos para hacer de esta isla un remanso de solidaridad, paz y dignidad. Mirar con humanismo esta realidad y enfocarla desde una óptica de misericordia, implica luchar por valorar a toda persona por encima de cualquier enfoque que no conduzca a hacer de esta isla un espacio de respeto mutuo y fraternidad compartida.«
¡Vaya perla esta la que brotó de éste señor cura de la Iglesia Católica que responde al nombre de Luis Rosario!
Si Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios hubiesen estado vivos éste señor les hubiese sermoneado a éllos que: «Y, sin embargo, las circunstancias históricas que hemos vivido nos han trazado un camino que, a la corta o a la larga, tiene que abocarse a una mutua colaboración para solucionar los problemas comunes que nos desafían. Esta situación debemos también verla con ojos de misericordia. Más que un estorbo mutuo, el hecho de compartir esta isla constituye una oportunidad para desarrollarnos juntos a nivel integral y ofrecer a los habitantes de esta tierra la posibilidad de vivir como gente. Tiene que abrirse un horizonte de esperanza, a fin de que el negrito del batey y el blanquito jojoto se reconozcan hermanos, aunando sus esfuerzos para hacer de esta isla un remanso de solidaridad, paz y dignidad. Mirar con humanismo esta realidad y enfocarla desde una óptica de misericordia, implica luchar por valorar a toda persona por encima de cualquier enfoque que no conduzca a hacer de esta isla un espacio de respeto mutuo y fraternidad compartida.«
En hecho (con esos «ojos de misericordia« con que el cura en cuestión se aúna al «humanismo« (¿?) de Danilo `Dañino` Medina Sánchez) eso es lo que pretende hacer este cura de la Iglesia Católica desde este lado presente del tiempo: sermonear a Juan Pablo Duarte y a todos Los Trinitarios ya que fueron éstos los que crearon el Estado dominicano.
De ese sermón de éste cura de la Iglesia Católica y de sus otras expresiones claramente dirigidas contra Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios se desprende demasiado claramente que para dicho cura:
Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios hicieron diferencias por el color de la piel, especialmente cuando miraban para la otra parte del Masacre;
Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios pensaron que si los seres humanos de la parte occidental de la isla hubieran sido de color blanco las relaciones de los habitantes de esta Parte Este de la Isla con aquéllos de seguro que «serían diferentes« y no existirían los «prejuicios y el rechazo« que los dominicanos tienen como «parte de la interacción social y política a la que estamos acostumbrados« respecto de los haitianos.
De conformidad a «El Negrito del Batey« del padre Luis Rosario igualmente se desprenden claramente los siguientes otros mensajes:
que el puñado de valientes que fueron Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios no debieron conspirar contra la ocupación haitiana materializada por Jean Pierre Boyer en mil ochocientos veintidós (1822);
que Juan Pablo Duarte y sus compañeros trinitarios no debieron de emprender contra los haitianos la lucha por la Independencia del pueblo dominicano;
que Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios eran racistas;
que Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios no querían saber de los haitianos porque éstos eran negros;
que Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios no hubiesen promovido la Independencia de la República Dominicana si los haitianos en vez de ser negros hubiesen sido blancos;
que la Independencia de la República Dominicana respecto de los haitianos fue motorizada por el racismo de Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios;
que la Independencia de la República Dominicana, por ser racista, es una Independencia Indebida;
que la Independencia de la República Dominicana, por ser racista, es una Independencia que nunca debió de haber ocurrido;
que la Independencia de la República Dominicana respecto de los haitianos nunca debió ser;
que la Independencia de la República Dominicana es una independencia que nunca debió de ser materializada;
que la Independencia de la República Dominicana nunca debió producirse;
que la Independencia de la República Dominicana respecto de los haitianos carecía de razón de ser;
que la Independencia de la República Dominicana respecto de los haitianos fue un error;
que la Independencia de la República Dominicana respecto de los haitianos, más que un error, fue un crimen;
que la Independencia de la República Dominicana nació maldita;
que la Independencia de la República Dominicana fue, es, será y debe ser considerada una Independencia racista;
que la Independencia de la República Dominicana fue, es y será algo grotesco y condenable ante la Humanidad;
que la Independencia de la República Dominicana es una aberración: y una aberración histórica;
que Duarte y todos Los Trinitarios no eran más que un paquete de seres aborrecibles;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios eran monstruos;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios fueron hombres propuestos para lo peor;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios estaban equivocados;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios no tenían razón valedera para rebelarse contra los haitianos que ocupaban este Parte Este de la Isla en que fue creada la República Dominicana;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios fueron inhumanos y crueles al rebelarse contra la ocupación haitiana;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios pecaron de inhumanidad, de inmisericordia contra los haitianos al promover que los dominicanos se independizaran de los haitianos;
que Juan Pablo Duarte y todos Los Trinitarios «crearon un problema humano y no le buscaron solución« al lograr que los haitianos fuesen expulsados del territorio nacional;
que fue un acto inhumano y cruel que los dominicanos se dedicaran durante doce (12) años a rechazar los intentos militares de los haitianos de reocupar el territorio de la Parte Este de la Isla donde se creó la República Dominicana.
Que: ¿Para qué los dominicanos le hicieron oposición a los intentos de los haitianos de intentar recuperar el territorio de la creada República Dominicana?
Que: ¿Para qué los dominicanos se defendieron de los haitianos en las batallas que se libraron contra éstos por los intentos militares de los haitianos de reocupar este territorio de la Parte Este de la Isla?
Que: ¿Porqué los dominicanos no le entregaron el territorio de la República Dominicana a los haitianos para que éstos volviesen a ocuparlo para instalar en él su Paraíso en la Tierra?
El padre Luis Rosario claramente está diciendo que los dominicanos lucharon contra los haitianos en el plano militar porque los independentistas dominicanos eran racistas y que eran racistas porque los haitianos son negros y que los independentistas dominicanos, al ser racistas, no querían saber de los negros.
Con ese incorrecto enfoque claramente racial claramente contenido en «El Negrito del batey« de su autoría el padre Luis Rosario está dejando sin sentido la existencia y la razón de ser de la República Dominicana, está dejando sin sentido la razón de existir de la República Dominicana, está dejando sin sentido los miles de muertos dominicanos y los sacrificios económicos que significó el estado de guerra con Haití que duró doce (12) años para nuestro país poder conquistar y afirmar su Independencia. Ese incorrecto enfoque claramente racial del padre Luis Rosario pretende hacer a un lado que al veintisiete (27) de Febrero de mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844), fecha de la proclamación de nuestra Independencia, habían en esta Parte Este de la Isla más mulatos y negros que blancos, al igual como ha sido todo el tiempo desde entonces hasta el día de hoy; igualmente pretende hacer a un lado que el ejército independentista dominicano que se formó estaba compuesto de más mulatos y negros que blancos, que los blancos en dicho ejército independentista dominicano eran tres (3) gatos. Parecería que para el padre Luis Rosario el ejército independentista dominicano estuvo integrado por arios alemanes y por ingleses y holandeses hermanados a los progenitores del Apartheid sudafricano; es claro que el padre Luis Rosario desconoce que la inmensa mayor parte de los dominicanos muertos combatiendo contra los haitianos fueron mulatos y negros: mulatos tan mulatos como los mulatos haitianos y negros tan negros como los negros haitianos.
Es demasiado obvio que si el padre Luis Rosario hubiese vivido bajo la ocupación haitiana de mil ochocientos veintidós (1822)-mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844) y de la voluntad del padre Luis Rosario hubiese dependido que se materializase la Independencia dominicana esta nunca se hubiera materializado, pues él habría sido un acérrimo opositor al intento de materialización de la misma.
Parece que lo que instalaron los haitianos en esta Parte Este de la Isla fue un estado ideal, un sueño acariciable, una Utopía maravillosa, algo equiparable a un deseable reino de fantasía que merece que los habitantes dominicanos se retrotraigan al mil ochocientos veintidós (1822), año de «la gloriosa y celestial hazaña« (¿?) de Boyer.
Parece que en mil ochocientos veintidós (1822) Boyer y toda una hueste de serafines, querubines, tronos, arcángeles y ángeles descendió desde el cielo (conocido por el citado cura católico) sobre esta Parte Este de la Isla.
El padre Luis Rosario claramente le plantea al pueblo dominicano un cuestionamiento, una impugnación al porqué nos independizamos de Haití.
Esa Independencia «indebida« (¿?) es la que busca explotar Danilo `Dañino` Medina Sánchez para obtener el Premio Nobel de la Paz para, en su ego, colocarse todavía más por encima de Juan Bosch y de Leonel Fernández.
La «conmiseración« a que alude el padre Luis Rosario es cónsona con el predicamento de Danilo Medina Sánchez de que: «El problema de los hijos de haitianos nacidos aquí y no inscriptos en el Registro Civil es un problema humano y hay que buscarle solución.«
Así como piensa el padre Luis Rosario, así mismo piensa Danilo `Dañino` Medina Sánchez y es por ello que éste se ha prestado a cometer el crimen más grave que se puede cometer: el de traicionar a su propio país entregándoselo a aquéllos respecto de quienes nos independizamos el veintisiete (27) de Febrero de mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844).
¡El gracioso cura padre Luis Rosario y su gracioso Negrito del Batey! ¡Brillante servicio el que le ha prestado éste sacerdote católico a la suerte de la Independencia dominicana!
Sólo una mente muy sucia es capaz de salir con semejante escupitajo contentivo de semejante esputo. Es obvio que el cura de la Iglesia Católica de referencia se metió en una letrina y de allí sacó todo el material excremental que pudo para arrojárselo en la cara a cada uno de los miembros de La Trinitaria comenzando por su fundador y líder Juan Pablo Duarte.
El cura de la Iglesia Católica en cuestión se quiere hacer el gracioso (pecando de una ignorancia supina) cuando escribe todo cuanto hemos citado como emanado de su pluma claramente contraria al Interés de la Nación dominicana.
La diplomacia haitiana debe estar muy contenta de que con su propaganda haya podido añadir a su tren de tontos útiles a este otro ejemplar de la curia católica dominicana.
En nombre de la «conmiseración« se ayuda a co-partícipes del asesinato o destrucción de un Estado a empuñar con mayor fuerza el puñal asesino para que asesine sin conmiseración al Estado (el nuestro: el que se llama República Dominicana); y quienes prestan esa ayuda en nombre de la «conmiseración« a su vez también se convierten en co-partícipes de dicho asesinato.
Se olvida que esa Nación haitiana ocupó a la Nación que está de este lado Este de la Isla para destruirla inmisericordemente.
Se olvida que para poder mantener la Independencia de la Nación dominicana hubo que durar doce (12) años en pie de guerra (literalmente guerra) para la Nación dominicana poder defenderla de los intentos de revertir dicha Independencia.
El padre Luis Rosario con sus simplistas afirmaciones (más simplistas y superficiales no pueden ser, incluso los son tanto que dan pena lo mismo que vergüenza, pues a un cura se supone que en el seminario le dan no sólo lecciones de Teología, sino también de Sociología y de Historia) le da justificación a Danilo `Dañino` Medina Sánchez para que no termine la obra de Duarte, sino para que destruya la obra de Duarte, y él, el padre Luis Rosario, se hace evidente co-partícipe de esa destrucción.
La toma de partida del padre Luis Rosario es desnuda, es abierta y ello se confirma porque en el artículo de él siguiente a ese titulado «El Negrito del batey« y el cual último lleva por nombre «Cuando yo me muera«, publicado en fecha seis (6) de Junio del dos mil dieciséis (2016), entre otras cosas de sus divagaciones insulsas, que incluso revelan delirios megalómanos de su parte, deja caer lo siguiente: «Y como a los presidentes se les ocurren muchas cosas buenas y tienen asesores para todo, quisiera que uno de sus asesores, el que tenga menos qué hacer, le sugiriese que, en lugar de decretar tres días de duelo, decretase llevar al Poder Legislativo un anteproyecto urgente para declarar tres días de amnistía, para ver si algunos de los cientos de miles de gente sin nombre y nacionalidad, sin actas de nacimiento, que hay en el país, se les da la oportunidad de llegar a ser gente, al menos bajo el punto de vista legal.« ¿A qué Estado alude con eso el referido cura católico? El Estado dominicano siempre se ha ocupado del registro, de la identidad de sus ciudadanos: donde eso no se da es en Haití… El se está refiriendo claramente al no registro de los haitianos ilegales y de los hijos de haitianos ilegales en la República Dominicana.
Así como piensa el padre Luis Rosario sólo piensan los que no aman a la Patria llamada República Dominicana. Al paso que va la Iglesia Católica dominicana esta terminará por colocarles el bigote de Adolfo Hitler a Juan Pablo Duarte y a Los Trinitarios.