Terminó el proceso electoral con los resultados que todos conocemos.
A pesar de lo que dicen muchos, no ganó el PLD, “ganó” Danilo Medina en todos los niveles, lo que le permitirá un control casi absoluto sobre el país.
El PLD no es el partido de Juan Bosch, en el ostracismo político antes de morir, es el partido de Danilo Medina, un hombre sin muchas luces profesionales ni intelectuales, pero flemático y calculador como ningún otro.
Tras las elecciones, Danilo es dueño del Estado (Congreso y Justicia) además de los poderes fácticos integrados por las iglesias y los medios de prensa con sus bocinas, velloneras, cornetas y megáfonos incluidos.
Antes de que termine el año tendrá su Junta Central Electoral, su Tribunal Superior Electoral, su Cámara de Cuentas, su Liga Municipal, etc., etc., etc. Tendrá todo cuanto quiera y desee. Solo tendrá que abrir la boca. (Su boca es su medida…) Podrá sentarse a narrar sus memorias, como Claudio, el emperador Romano. (Yo, Danilo)
Ahora si es verdad que Leonel Fernández es una especie de jarrón chino de porcelana, bonito y caro, pero que nadie sabe dónde ponerlo ni qué hacer con él porque solo sirve para decorar lo que ya está decorado.
Las elecciones ofrecieron unos resultados que reducen la oposición a un 35% no consolidado ni unificado. Danilo compró esos resultados de la misma manera que previamente compró el Comité Político y el Comité Central del PLD para eliminar la competencia interna, lo que le permitió comprar la reelección en el Congreso.
El Estado (dinero del Presupuesto Nacional) en manos de Danilo ha servido para vencer a sus adversarios dentro y fuera de su partido.
Con tanto poder en sus manos nada ni nadie le impedirán modificar la Constitución para que la reelección sea indefinida como lo hizo Daniel Ortega en Nicaragua. (¿Para qué ponerle límites a la providencia?)
De todos modos, una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja, dice sabiamente el pueblo. La economía va de mal en peor. Se avecina una crisis de grandes proporciones gracias a la incapacidad del gobierno. Factores internos y externos contribuirán con su agravamiento. No hay que ser un genio ni haber estudiado economía en Harvard para saberlo. Y nada es más peligroso para un gobierno o una dictadura, de izquierda o derecha, que una crisis económica transformada en crisis social y política.
En ese marco, la oposición (PRM junto a otros partidos y fuerzas sociales) tiene la posibilidad de enfrentar con éxito la maquinaria económica-política-electoral (Danilo-PLD) impidiéndole otro fraude y el uso de los recursos públicos.
Tras el palo dado, que ni Dios lo quita, sin abandonar los reclamos congresual y municipal por el fraude electoral, es necesario hacer oposición vertical, dura, sin contemplaciones, porque la “oposición constructiva”, que reclaman empresarios, medios de comunicación y la iglesia católica, es complicidad, traición y temor de afrontar las consecuencias de sus acciones.
Con razón o sin ella, Venezuela y Brasil ofrecen ejemplos de lo que debe hacer la oposición, sobre todo cuando los gobiernos son ilegítimos, frutos de fraudes electorales, como es el caso de la República Dominicana.