Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
«La piedra es, quizás, la menos elocuente, pero seguramente, la más identificable de las formas de la eternidad.«
(Jabés, Edmond: La eternidad de las piedras, en Le livre des marges (1975), Poesía francesa contemporánea, 1940-1997. Selección, traducción, prólogo y notas, Jorge Fondebrider. Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1997)
I
La tierra de Puerto Plata
está manuscrita
con peñascos, valles y montañas.
II
Dos blancos peñascos
se yerguen
como verdaderas moles
a la entrada
de `Las Lomas de las Bestias`
y otro, en la lejanía,
corona el centro de las mismas.
III
Al Oeste, entre las lomas de esa porción,
se pueden apreciar otros blancos peñascos
empotrados como penachos .
IV
A pesar de que la tierra
ofrece imágenes
tanto claras como confusas,
es por entre los peñascos,
es sobre las cóncavas
montañas (aún coronadas, mediatizadas
o rodeadas de estériles peñascos,
de esas formaciones naturales
producto de las geológicas licuefacciones y contracciones),
que la luz del Sol,
al tocar las piedras de la cordillera,
va descorriendo el telón
para mostrar
de la nativa naturaleza sus bellezas.
V
Otras destacadas piedras
son islotes próximos a la costa
(la roca Owen a la entrada de la Bahía,
las dos piedras de `Maluis`, hoy de Long Beach, y algunas otras).
VI
De los numerosos y extensísimos
siglos geológicos
todas esas rocas
son las expresivas lenguas.
Piedras heráldicas,
piedras emblemáticas:
¡Piedras venerandas,
piedras casi sagradas!
¡Piedras venerandas
obsequiadas por la naturaleza!
¡Son piedras eternas!
Piedras apreciadas
a la espera
de inspirados poetas
para singulares poemas.
VII
Confío en esa llegada:
espero que vengan otros
con un verbo pletórico
en imágenes vistosas
que traduzcan en rítmicas melodías sus osadías
de cantarles a estas piedras icónicas.
¿Quiénes serán?:
Eso sólo el tiempo lo dirá.