Ramiro Francisco
Las válvulas sirven muchas veces para regular el paso de fluidos y gases en las industrias, donde además son incluidas para prevenir accidentes de explosión como sucede con las observadas en las ollas de presión de uso cotidiano en nuestras cocinas.
Bien calibradas y atendidas para su buen funcionamiento sirven para detectar altas presiones y evitar explosiones muchas veces, con resultados que pueden cobrar vidas o en el menor de los casos quemaduras de primer y segundo grado.
Permítannos repetir: Bien calibradas y atendidas.
Los pueblos, las sociedades tienen por igual sus diferentes válvulas de escape mediante las cuales ofrecen señales claras para llamar la atención de las autoridades respecto a un mal funcionamiento de sus gestiones.
Entre esas “válvulas” están: Denuncias mediante llamadas a los medios, paradas y marchas pacíficas con las que se busca llamar la atención para alcanzar respuestas positivas de las autoridades municipales o nacionales.
Cuando las autoridades no hacen caso al vapor de humo o los sonidos de las “válvulas” entonces, se corre el riesgo de una explosión.
De ahí que nos enteramos, de quema de gomas, interrupción del tránsito de mala manera, corte de árboles y lanzados en carreteras para impedir movimiento de vehículos, lanzadera de basura en las calles, protestas violentas…y continúe usted con el listado.
Es lo que algunos llaman explosión social. Es decir, una manifestación social violenta que pone de manifiesto o libera, tensiones reprimidas durante un tiempo como fruto del gran descontento.
Es la protesta ocurrida en Estero Hondo y La Ensenada y lo que se vivió recientemente en el entorno del barrio de Haití cerca de Las Mercedes en esta ciudad, donde aún permanecen varias de sus calles completamente inundadas y el temor de sus moradores por la Leptospirosis.
¿Ven? Si a los pueblos se les quitan esas válvulas de escape, si se les obstruye el orificio por donde sale la presión…puede explotar.