Los dominicanos están pidiéndole al señor Danilo Medina que ponga orden en el gobierno liquidando la corrupción, acabando con la impunidad y devolviéndole algo de decoro a la gestión pública. El señor Medina, por su parte, ha preferido ignorar el reclamo alegando que todo está bien, que no hay de qué preocuparse ni necesidad alguna de salir a tirar piedras para atrás.
A pesar de todo, los dominicanos son más bien gente bonachona y conciliadora porque en lugar de una cruzada anticorrupción, a decir verdad, se hubieran conformado con un chin de esfuerzo de su parte, les hubiera bastado con que algunos casos hubieran merecido tramitación judicial, condena pública y escarnio.
No voy a decir que la gente se hubiera conformado con el mero aguaje, la vana amenaza ni el espectáculo con sabor a circo, pero en verdad afirmo y así lo comparto con ustedes que cuando esto del Libro Verde empezó, quizás antes, la gente se hubiera conformado con algo, con un chin de justicia, pero el poder, por ciego, por torpe, por arrogante o por cómplice le negó al pueblo ese chin de justicia reclamada y ahora la cosa se le ha complicado, porque de un sorbo de agua que pedía esta sociedad hemos pasado a un reclamo de hartura.
Si tiempo atrás la gente se hubiera dado por satisfecha con dos o tres casos investigados y condenados ahora el país se ha colocado frente a un reclamo de renovación ética esencial, fundamental y universal que crece y crece como lo hacía una antigua marca de espaguetis.
El poder sigue ignorando el reclamo, están convencidos de que nos cansaremos en el camino, de que la falta de respuesta nos desarmará y, despojados de la esperanza de vivir un cambio, terminaremos –una vez más- resignados y entregados a esos “ profundos e inescrutables designios de la providencia” que invocaba el arzobispo Meriño en los tiempos cuando increpaba a Buenaventura Báez.
No solamente al cansancio apuesta el poder, sino también a la falta de líderes, de organizaciones, de partidos y de virtudes y no es que su apuesta carezca de méritos, pero . . . . como en el caso de Malasangre, “en cualquier momento puede . . . suceder,
que le dejen, de un mal golpe . . .de tijeras, sin atributos . . . para ejercer” , por aquello de que, así mismo como el reclamo de un chin de justicia hizo metástasis, las otras ausencias también la provoquen y el país pueda darse líderes, organizaciones e ideas para una nueva primavera superando las ineptitudes y la falta de virtudes y destrezas.
Anoche recibí el siguiente mensaje de una amiga: “Buenos días combatiente de mil batallas, muchas guerras, e innumerables escaramuzas. Creo haberte dicho que soy incrédula, mal que me define y me hace dudar de todo y de todos…no solo en políticos, dije en todo, pero, desde hace unos días estoy por creer que sí le estamos mortificando la vida al presidente. Sí nos hemos convertido en la piedrecita de su zapato. Sí creo que lo que se está gestando en envoltura verde es una esperanza en la que no creía, pero que sí me está pareciendo que va a funcionar. Tengo esa percepción desde hace días…”
Mi respuesta fue: Que Dios te oiga
Si es verdad que estamos hartos llenemos el país de Libros Verdes, que ODEBRECHT sea nuestro pan de cada día y que al final, el señor Medina si no actúa, que se vaya.