La maquinaria de guerra, el poder oculto norteamericano, necesitó menos de 100 días para arrastrar al Presidente Trump a sus posiciones, someterlo, disponer de su voluntad, adueñarse de sus prejuicios y hacerlo renegar de sus promesas. Es exactamente lo mismo que vivió Barack Obama quien también tuvo que renegar de su propio discurso, desligarse de los activistas que lo apoyaron, de las causas que abrazó y al final tocar los tambores de guerras en las que no creía pero a las que fue obligado.
Para demostrar que es mas enérgico y resuelto que su predecesor Trump no puede limitarse a endurecer el discurso de amenazas incesantes que de hecho apenas tolera endurecimiento alguno. Hay que pasar a las acciones y por eso el bombardeo de 59 Tommahawk contra Siria, el empleo en Afganistán de la famosa super bomba cuyo nombre me rehúso a utilizar y el envío de una “armada” a las costas de Corea del Norte. Quedarse en el discurso le quita credibilidad por tanto, tendrán que pasar a los hechos y estos pueden ser y serán terribles.
Como fue posible que en tan poco tiempo lograran que Trump renegara de prácticamente todas sus promesas me deja algo perplejo. No puedo negarlo. Obama es negro, nunca fue militar ni procedía de familia noble o rica. Trump además de rubio, es rico y no le debía su presidencia a los poderes ocultos de EEUU.
De todos modos ya lo sometieron a la obediencia. Cada día el o uno de los suyos viene con una nueva amenaza incendiaria, excluyente contra Rusia, Irán. Corea, China o quien sea. En todas las instancias y en todos los foros se baten los mismos tambores.
Un discurso odioso, intimidatorio. Parece que hablara Netanyahu a quien no parece importarle la paz. Tanta retórica guerrerista hace pensar que necesitan algún tipo de catástrofe para desviar la atención de la humanidad. Algo quieren ocultar, alguna causa descarrilar. A veces me pregunto si de verdad hablan en serio pero cada vez mas me convenzo de que sí.
Los demócratas le prepararon la cama al poder oculto, pusieron el colchón, sábanas y almohadas para excusar su propio fracaso culpando a los rusos. De ahí en adelante la mas rabiosa campaña anticomunista –perdón- antirusa que para esos poderes viene siendo casi lo mismo.
Con el entusiasta concurso de demócratas y medios de comunicación corporativos y corporativizados los poderes ocultos disponen que los aliados se comporten, Europa Oriental entre en la fiesta, que Japón se sume al jolgorio guerrerista y que un carajo como Michael Fallon, ministro de defensa de Inglaterra, diga que está dispuesto a usar armas atómicas incluso sin haber sido agredidos y que la bruja que hace de primer ministro de ese país diga que está bien; todas son señales ominosas aunque mucha gente cree que son puras habladurías y amenazas sin fundamento.
Pero hay un problema . . o varios
Estados Unidos, Inglaterra y todos los aliados juntos no tienen un ejército equiparable en número ni a la altura de la retórica que emplean. No hay ni los hombres ni la voluntad para honrar esas amenazas de guerra excepto desde el aire y empleando los medios mas indiscriminados y destructivos.
La mayor parte de los llamados lideres mundiales son patanes, mercaderes o ambas cosas a la vez. La arrogancia de Occidente no parece tener límites. Las guerras de Iraq y Afganistán arruinaron la reputación de los Estados Unidos, costaron una fortuna que enriqueció a los poderes ocultos y destruyó la salud mental y las familias de decenas de miles de hombres que salvaron sus vidas pero perdieron toda su humanidad en medio de los horrores propios y ajenos.
Decía el general Colin Powell aludiendo a las fascinación que muchos civiles muestran para con la guerra que los militares, no suelen ser guerreristas porque conocen los horrores de la guerra; son los primeros en llegar y los últimos en salir.
Oliver Stone tenía razón. El asesinato de Kennedy en 1963 fue un golpe de estado ratificado con otros dos asesinatos: Martin Luther King y Robert Kennedy, ambos en 1968. Desde entonces, cada presidente ha sido sometido a los designios del poder oculto.
La guerra en Afganistán contra los talibán y la guerra de Iraq contra las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein que nunca existieron, no hicieron el mundo mas seguro, sino que parieron el terrorismo en Europa y la migración a gran escala.
La guerra que fraguan ahora hará lo que quede de nuestro mundo mas miserable y de ninguna manera mas seguro. Así que, los que ahora aplauden la guerra y baten tambores, que también se preparen porque la desgracia llegará hasta ellos no importa cual sea el desenlace de la presente amenaza.