Los celulares, los vestidos cortos y pegados, las licras y t-shirt ajustados son comunes allí. Casi nadie habla, pero con frecuencia se muestran algunas imágenes en sus móviles. Murmullo, explicaciones, jóvenes que vienen y van por las diferentes vías del pasillo y un personal muy activo, que les orienta dónde sentarse y a qué consultorio ir. Las edades son diversas; los asientos insuficientes y cada caso es una historia. Unas llevan al bebé aún en el vientre y otras ya los exhiben en brazos. Algunas buscan recibir algún método de planificación familiar, por lo general, como opción de prevención de un segundo embarazo.
Ese es un día común en el área de consulta del Programa de Atención Integral a la Salud de los y las Adolescentes que funciona en el hospital Materno Infantil San Lorenzo de Los Mina, donde durante el 2017 se registraron 2,109 nacimientos de madres adolescentes, para un 25% del total de partos y cesáreas realizadas en el centro. En dicha consulta se reciben cada día 15 casos nuevos de embarazadas; y entre 30 y 40 de consultas subsiguientes.
Perdió el útero a los 14 años
El embarazo a temprana edad no sólo deja secuelas emocionales y sociales, sino daños a la salud de la madre y el niño que muchas veces son irreversibles
Los casos abundan en los programas de atención integral a adolescentes que desarrollan las principales maternidades del país y en aquellos hospitales a nivel nacional donde se ofrece atención obstétrica. Sólo algunos ejemplos así lo evidencian.
Una jovencita de 14 años que fruto de un desprendimiento de placenta pierde su útero por lo que no podrá volver a concebir; y otra que como consecuencia de un trastorno hipertensivo cayó en insuficiencia renal en su segundo embarazo, lo que le obligó a permanecer en diálisis desde los 17 años. A los 20 perdió la batalla, y sus últimas palabras fueron: “…Cuiden a mis hijos”.
Una que no logra superar el cuadro de diabetes gestacional y continúa con esa condición para el resto de su vida. Otra que quedó hipertensa antes de la adultez, requiriendo tratamiento de por vida, tras desarrollar trastorno hipertensivo del embarazo. Por otro lado, una, que fruto del embarazo a destiempo su corazón sufrió alguna lesión y tiene en su expectativa futura convertirse en una cardiópata a partir de los 40 años.