Ramiro Francisco
No siempre podemos estar de acuerdo con nuestro interlocutor sobre un tema determinado aunque seamos hermanos de padre y madre.
A esa posición se le conoce como disentir, diferir o discrepar. “No estoy de acuerdo con lo que dices, planteas o explicas”.
Ocurre a menudo en el seno familiar, entre directivos de un club, Asociaciones, partidos políticos, dueños de equipos que practican deporte, entre oyentes y panelistas en determinados programas o entre los mismos panelistas.
No siempre podemos estar de acuerdo con tal o cual planteamiento que podamos escuchar o hasta leer en las redes. ¿Le ha pasado a usted?.
¡Qué bueno que sea así! Lo que demuestra que usted tiene capacidad de raciocinio.
Eso no es más, que “la razón o facultad mental que le permite aprender, razonar, entender calmadamente y de esa manera poder tomar decisiones al tener una idea determinada de la realidad”.
Ahora, lo que se espera es, que entre personas educadas – no hay que tener títulos ni bienes- exista una defensa o exposición de argumentos respetuosos, ordenados como forma de manifestar nuestro desacuerdo.
Desgraciadamente, no siempre es así.
A veces se recurre a la maledicencia y se desciende al plano personal con el empleo de un lenguaje obsceno, soez y rastrero.
Entonces, lo que pudo ser un tema debatido con altura, respeto y comprensión, decae en las ofensas y descalificaciones al dejar huérfana a la sociedad, al colectivo, de enseñanzas y lecciones que pueden fortalecerla en la formación de ciudadanos críticos y más responsables.
Debemos aprender a debatir en los altos cielos de las Águilas. Las pocilgas son para otras clases de animales diferentes de las aves.
No debemos olvidar, que cada ser humano es único e irrepetible. Por lo tanto, tiene sus propios valores y creencias. Puede ser muy diferente a nosotros.
Lo que usted considera que es justo, correcto y bueno, nosotros podemos creer todo lo contrario y viceversa. Lo que debo explicar es el por qué de mi posición.
La Oruga no es la que vuela. Lo hace la Mariposa.