LUPERÓN, Puerto Plata.-La sequía no sólo ha abatido rios, cañadas, riachuelos, manantiales y lagunas, sino también el ánimo de luchar de agricultores y ganaderos ha sido barrido y ya casi no les quedan ánimos para continuar luchando ni rezando, porque nada de eso ha servido para que las lluvias retornen y sus predios agrícolas reverdezcan nuevamente para que sus animales, labriegos y criadores vuelvan a tener alimentos para poder subsistir.
Los campos están calcinados por el inclemente sol y las altas temperaturas que se han hecho sentir de manera implacable contra sus animales de crianza, sus cultivos, su economía personal y colectiva en los casos de existencia de asociaciones y cooperativas.
Las vacas, los caballos, burros y otros animales que todavía siguen resistiendo el flagelo de la extensa y despiadada sequía, lucen famélicos y su debilidad es tan extrema, que ya no pueden casi caminar y se desplazan con enorme dificultad.
El desaliento casi rayando en pánico se ha apoderado de la inmensa mayoría de los productores pecuarios y muchos de ellos que habían residido en Estados Unidos y Europa donde con mucho sacrificio hicieron ahorros y compraron fincas y ganado están pensando en vender para recuperar parte del dinero invertido para retornar a los países donde estuvieron radicados durante años, porque ya no aguantan más los embates y los efectos del calentamiento global y la falta de apoyo de las autoridades.
Mientras el sector agropecuario es golpeado por la naturaleza en represalia por la depredación que se comete en su contra deforestando y extrayendo agregados de los lechos de sus acuíferos, en la bahía de Gracia o Puerto Blanco decenas de veleros permanecen fondeados en su pequeña, pero bien protegida dársena, digna también de mejor suerte por sus condiciones naturales excepcionales.