Todo será inusual cuando el presidente electo Luis Abinader asuma el poder este domingo 16 de agosto. Desde la entrega de la banda presidencial, el estado de emergencia en el que se encuentra el país producto de la pandemia, la salida del Partido de la Liberación Dominicana del poder tras 16 años de dominio de los principales estamentos del estado y las mascarillas obligatorias que es parte del código de vestimenta en la Asamblea Nacional.
En la República Dominicana se computan más de 30 mil casos activos de coronavirus mientras que los dominicanos muertos por la enfermedad son 1,438 y tenemos el triste honor de ser el país con más casos confirmados de coronavirus en la región del Caribe (85,545), de hecho, si se sumaran las cifras de las demás islas, no nos superan.
En términos reales, los dominicanos sufren para poder conseguir una prueba, cualquier tipo, porque las rápidas son muy caras, además de imprecisas, y porque lograr hacerse una PCR es una aventura. Aunque las cifras oficiales hablan de que no ha colapsado el sistema de salud nacional, conseguir cama para hospitalizarse es parte de la lucha de los infectados, y no solo por la disposición, también por la descoordinación que impera en el Sistema Nacional de Salud, donde difícilmente se sabe qué hospital tiene cama.
Por otro lado, la pandemia ha golpeado igual o peor los bolsillos de los dominicanos. Las suspensiones de empleados y despidos han sido masivos. De acuerdo con cifras del Ministerio de Trabajo, a julio de este año 1,335,611 trabajadores fueron suspendidos de sus trabajos, en términos más claros, más del 10% de la población dominicana.
Mientras que las recaudaciones a través de la Dirección General de Impuestos Internos cayeron un 18% en el primer semestre. Al mismo tiempo, la Cepal advierte una caída del PIB dominicana de 5.3%, un incremento del desempleo a 9.4% y de la pobreza de 4.4% puntos porcentuales, hasta 24.7%.
En el tema educativo, el año escolar debería comenzar tan pronto como el 25 de agosto, sin embargo la educación a distancia no logra convencer en el sector público, no solo por la falta de equipos y conexión a internet de los más pobres, también porque se desconoce qué tan aptos están los profesores; mientras que en el sector privado los colegios presionan para que les permitan empezar, lo que genera tensión en los padres que tienen que pagar matrícula, adquirir equipos y seguir con los niños en casa.
La calamidad por la que pasan los dominicanos, está matizada por una ceremonia de toma de traspaso de mando en la que el presidente saliente, Danilo Medina, no estará presente, algo inusual en la República Dominicana donde los expresidentes estilan entregar la banda presidencial a los entrantes.
Medina argumentó que el distanciamiento social por el COVID-19 es la razón por la que no estará en la ceremonia; su argumento se pudiera sostener por que Tan solo acudirán a Santo Domingo delegaciones extranjeras de ocho países, incluyendo a dos presidentes, mientras que Estados Unidos enviará al secretario de Estado, Mike Pompeo, lo que supone su nivel de representación más alto en una toma de posesión de un mandatario dominicano desde 1978.
Sin embargo se le vio chocar puños y tomarse selfies con los empleados del Palacio Nacional el viernes 14 de agosto, por lo que su excusa no es congruente con el alegato inicial.
Medina entregará la banda presidencial en un acto privado en el despacho del presidente de la Asamblea Nacional, presidente del Senado, y se marchará.
Cuando Medina entregue la banda será el final de 16 años consecutivos de Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fuerza política que dirigió por cuatro períodos el país, que puede mostrar un crecimiento económico de la nación, pero que se va dividido y con una estela de denuncias por corrupción.