El libro como artefacto, permite no sólo poseer y conservar la información, sino que promueve una actividad más reflexiva, a partir de una lectura individual y aislada.
El poder reflexionar, releer, jerarquizar según el propio interés, permite la aparición de diversos puntos de vista privados. Este conjunto de transformaciones dan nacimiento a una nueva época, que MacLuhan denominó la era de Gutenberg.
Según McLuhan, el hombre tribal y analfabeto, que vive bajo el peso intenso de una organización auditiva de todas sus experiencias, fue reemplazado por el hombre gutenbergiano.
La interiorización de la tecnología del alfabeto fonético trasladó al hombre desde el mundo mágico de lo oído al mundo mágico de lo visual. La imprenta amplió y reforzó el sentido visual del lenguaje que había aparecido con la escritura.