«El general Millán Astray es un inválido de guerra. No es preciso decirlo en un tono más bajo. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray no es un espíritu selecto: quiere crear una España nueva, a su propia imagen. Por ello lo que desea es ver una España mutilada, como ha dado a entender.”
Miguel de Unamuno
Del mismo modo que el General Millán Astray quería crear una España nueva, a su propia imagen de inválido físico, creando inválidos físicos, del mismo modo el presidente del Colegio de Abogados de la República Dominicana, Miguel Alberto Surún Hernández, haciendo un uso abusivo del mecanismo de control absoluto que tiene sobre la Fiscalía Disciplinaria y sobre el Tribunal Disciplinario de ese gremio, quiere auto replicarse pretendiendo crear inválidos morales.
Pero su pretensión es tan distorsionada que, como toda hibrys, el asunto se vuelve contra él mismo y contra los que se prestan a dejarse manipular por él, pues ya ser acusado por esa Fiscalía Disciplinaria y ser condenado por ese Tribunal Disciplinario sólo suscita excepticismo y hasta el claro señalamiento de que lejos de ser esa condena un motivo de vergüenza es la indicación de que en realidad el condenado es un hombre serio al que su honor se le quiere mancillar por intereses espúrios que tienen que ver con el presidente del gremio en cuestión o con algún familiar de éste o con algún cliente suyo o con algún relacionado suyo o con alguno de sus acólitos de ahí dentro, etcétera.
Ya lo que salga de la Junta Directiva, de la Fiscalía y del Tribunal Disciplinario de ese gremio, literalmente propiedad de él, está tan hundido en la falta de credibilidad que lo que inmediatamente produce es un índice acusatorio apuntando hacia dicho presidente del gremio en cuestión para resaltar el carácter reprochable de la acusación o de la sentencia disciplinarias creadas artificiosamente del mismo modo que de la nada surge el algo numinoso, carácter numinoso que, huelga decirlo, claramente, por definición, no tiene alguien de tan bajas inclinaciones.
Ahora bien, ¿Quién es ése que pretende poner el capirote? ¿Quién es ese presidente de ese gremio que se ha auto transformado en supuesto teórico «del deber«?
¿Qué lo avala para eso?
¿Acaso no son sus huellas sucesivas las mayores causas que deslegitiman su sórdido accionar?
No hay un solo paso que dé que esté exento de dejar una huella de podredumbre y la cual huella de podredumbre quiere disimular pretendiendo proyectarla hacia su víctima.
Su mente pervertida, que ha captado lo que son los aspectos mediáticos, acude a ello difundiendo hacia el público la versión distorsionada donde al que verdaderamente hay que ver como estando en falta es a él y a sus protegidos y no a sus víctimas. Los gusanos están en los zapatos de él, no en los de sus víctimas.
Los inválidos físicos que fabricó la fábrica del General Millán Astray los fabricó éste porque quiso replicar en los demás el mismo problema que él padecía. Por eso carecía de miramientos y de escrúpulos para que esa fábrica no cesara de hacer esa fabricación masiva. Si él era un inválido físico, si el destino le deparó eso, ¿porqué los demás debían de estar exentos de ser iguales que él?
Del mismo modo, un febricitante deseo de igualación a su imagen y semejanza moral impulsa al presidente del gremio de referencia a pretender fabricar artificiosamente inválidos morales iguales que él.
Como el General Millán Astray se sentía aliviado al ver como aumentaban los mutilados físicos a su alrededor, lo mismo ocurre con el presidente de ese gremio: se siente aliviado al ver cómo aumentan a su alrededor los mutilados morales que ha fabricado artificiosamente su fábrica, una fábrica de su propiedad literalmente hablando, una fábrica que, por otro lado, goza de una patente que le garantiza que la Cámara de Cuentas, la PEPCA y la Procuraduría General de la República estén con una innatural inactividad frente a los desmanes que ahí dentro se producen mientras la población luce estupefacta frente a esa inactividad sumamente extraña y sospechosa.
El gremio en cuestión dejó de ser gremio al así desvincularse del Estado Social y Democrático de Derecho que supuestamente existe en la República Dominicana.