PUERTO PLATA.-Doña Altagracia Pagán (doña Cotín), la consagrada amada esposa de Gregorio Urbano Gilbert Suero, fue su consuelo, su tabla de salvación en medio del océano y la pesadilla de pobreza que vivieron y soportaron por servir a su patria.
Gilbert Suero luego de volver a su país tras su lucha en Nicaragua junto al comandante del Ejército de Hombres Libres, general Augusto Cesar Sandino casó con la mujer que le acompañó hasta su muerte el 29 de noviembre del 1970.
Cuenta Euri Cabral en su libro que “Gilbert: héroe de dos pueblos”, después de volver a su patria la República Dominicana, trabajó honradamente para mantener su hogar junto con Cotín, su eterna compañera.
Gilbert y Pagán no tuvieron hijos, a pesar de ambos tenían grandes deseos de procrear a varios, para los que el luchador antiimperialista tenía pensados los nombres que les pondría.
Como la pensión de 100 pesos que le había conseguido el profesor Juan Bosch siendo presidente en 1963, no alcanzaba para nada y tuvo que trabajar en una panadería propiedad del señor Teófilo Carbonel en la calle Enrique Henríquez.
El reducido grupo de vecinos y compañeros de trabajo que conocían de su patriotismo lo exaltaban, pero también era vituperado por los que le veían trabajando siendo un anciano como un joven esforzado.
Como reconocimiento y recompensa a los esmerados cuidados que doña Altagracia Pagán le dispensó con amor y esmero a Gregorio Urbano Gilbert Suero se le incluyó en el mural dedicado a su esposo en su pueblo, auspiciado por el gobierno de Luís Abinader.
El mural está siendo plasmado en una porción del lado norte de la verja perimetral del mercado Municipal de la Novia del Atlántico, destino turístico pionero de República Dominicana.