Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
En fecha veinticinco (25) de Agosto del dos mil veintitrés (2023) el historiador José del Castillo publicó en su columna en el periódico Diario Libre su escrito titulado «Buhoneros Arabes de Cestero« diciendo en los primeros párrafos del mismo lo siguiente:
«Ubíquese el lector 120 años atrás. Asegúrese el cinturón de seguridad, porque realizaremos un breve viaje por el Túnel del Tiempo. Convidados por Manuel F. Cestero, quien discurre en las páginas amables del Listín Diario en septiembre de 1903 en defensa del comercio practicado por los inmigrantes árabes en nuestros campos y ciudades. Cuando el gremio de comerciantes establecidos reclamaba su expulsión del territorio nacional bajo alegato de competencia desleal.«
Por más graciosa que parezca ser esa parte inicial de esa publicación del señor José del Castillo, esta dista lejos, pero muy lejos, de ser algo que se produjo al azar.
El estilo (la línea de continuidad) del señor José del Castillo se caracteriza por el cálculo y por pretender adornar la inyección o la enema de manera subliminal para engañar la mente de un lector no despierto.
Se trata de un aporte avieso más del señor José del Castillo a la demolición de la Nación y del Estado dominicanas.
El escrito referido parecería inocuo a primera vista de parte de un lector ingenuo y no bien ubicado, pues se trata de desenterrar un escrito de Manuel F. Cestero defendiendo a los comerciantes árabes prácticamente recién llegados respecto de las protestas en su contra de parte de los comerciantes dominicanos establecidos de larga data.
El escrito en cuestión tiene un trasfondo, un marco, un contexto, un detrás: se produce en ocasión de la reacción de un decidido sector de la población dominicana contra la presencia haitiana en el territorio nacional que saca a relucir el hecho de que la mano de obra haitiana en las construcciones y en la agricultura ha desplazado en un noventa y nueve por ciento y pico largo a la mano de obra dominicana porque los contratistas dominicanos de ambas ramas prefieren pagar menos a los haitianos y así hacerse más ricos.
El uso, reproduciéndolo, de dicho escrito de Cestero contiene un mensaje subliminal, pero no obstante ello dicho uso es contentivo de un horrendo cinismo: el mensaje que quiere transmitir el historiador José del Castillo es que así como pasó ese episodio entre los comerciantes árabes casi recién llegados y los comerciantes dominicanos de larga data, ese mismo episodio se está produciendo actualmente con lo relativo a la mano de obra haitiana en las construcciones y en la agricultura y que así como ese episodio con los referidos comerciantes árabes no tenía sentido, del mismo modo no tiene sentido lo que está ocurriendo con lo concerniente a oponerse a que la mano de obra haitiana en las construcciones y en la agricultura desplace a la mano de obra dominicana; que esa oposición a la presencia de los haitianos en nuestro país en realidad obedece al racismo, es decir, que en realidad se debe al hecho de los haitianos ser negros.
La reproducción de dicho escrito de Cestero no es, pues, algo ingenuo: su búsqueda y su selección para dicha reproducción es el producto de algo calculado, de algo deliberado, de algo premeditado: su objetivo es desinflar la alarma social respecto de la invasión pacífica haitiana que cruza a pie la frontera con la permisividad y la complicidad de numerosas autoridades estatales traidoras a la Nación dominicana.
Una cosa son «tres gatos« de árabes en capacidad de asimilar, y que han asimilado, la cultura dominicana y otra cosa muy diferente son millones de haitianos en el territorio de la República Dominicana gracias a la facilidad de cruzar a pie para este lado. Reitero lo dicho en la primera entrega: ningún país árabe hace frontera con la República Dominicana y, por ende, su presencia jamás será masiva y, por ello, y por no venir con ánimo reivindicatorio de territorio, no ofrecen peligro alguno de nada. Cosa muy diferente a la vecindad haitiana que está mudándose por millones hacia esta Parte Este de la Isla, a la cual dichos haitianos consideran propiedad de éllos y a revindicar, y desplazando en forma masiva a los dominicanos de fuentes de trabajo. Son, pues, dos mentalidades diferentes. Del mismo modo que son dos mentalidades diferentes la de los extranjeros que fueron a vivir a Ucrania y, entre éllos, la de los rusos que se establecieron en el Dombás ucraniano: los rusos lo hicieron con un ánimo de apropiación de esos terrenos y por eso sus descendientes conservaron su cultura rusa y quieren que el Dombás pase a formar parte de Rusia. Los ucranianos son blancos ojos azules e igualmente son blancos ojos azules los descendientes de rusos que se hicieron mayoría en el Dombás ucraniano y quieren que el Dombás pase a formar parte de Rusia. Lo que está aconteciendo en Ucrania actualmente es medularmente un espejo en el que debe de verse la población dominicana frente a la invasión y ocupación pacíficas del territorio dominicano por los haitianos. En el caso ucraniano hay una potencia (Rusia) que apoya a sus descendientes de rusos y ha intervenido militarmente; en el caso dominicano hay varias potencias (Estados Unidos, Canadá y Francia) y la ONU que apoyan a los haitianos que han invadido y ocupado y siguen invadiendo y ocupando el territorio dominicano. Las potencias a veces actúan directamente y otras veces indirectamente a través de terceros países que se prestan a ser usados contra otro país y a través de la misma ONU con la cual buscan «santificar« su objetivo.