Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
¿Qué une a éstos dos personajes? ¿Qué hace a éstos dos personajes tan semejantes, tan iguales? ¿Quién los une? ¿Es insondable el ´´secreto´´ (¿?)? ¿Quién une a éstos dos personajes? ¿Es imposible saber de quién se trata?
¿Cuáles son sus coincidencias? ¿En qué coinciden éstos dos personajes que un día dicen supuestamente moverse ´´en las fronteras de Dios´´ (¿?), y al siguiente con total naturalidad se bañan en el fuego del Diablo? Y es tanta esa naturalidad que dejan en la zona del asombro a todos.
¿Qué figura emerge entre ellos dos: translúcida y reveladora?
¿Quién les aconsejó en sendas oportunidades a los dos engancharse a legisladores para tratar de evitar al máximo los problemas? ¿Porqué el mismo miedo los une?
El argentino Jorge Luis Borges, de haber estado vivo y, por ende, de haber conocido sus historias, les hubiese reservado páginas para merecidamente internarlos fijos en el laberinto de su muy conocida Historia Universal. Así, hubiesen figurado en aquella galería de tristemente célebres llamando así para éllos la eternidad de sus nombres, los cuales hubiesen trascendido estos lares tropicales para tocar la puerta del cenáculo sueco en el galardón de Literatura… Muy probablemente con la incorporación de éstos dos personajes aquél que hizo tan ruda oposición a colocar a Borges dentro de los ganadores del Premio Nobel en ese ámbito hubiese abandonado dicha oposición y, por ello, con amplia seguridad Borges hubiera obtenido unanimidad para que le franquearan dicho galardón, presea ansiada por todo literato. Los nombres de ellos dos aparecerían juntos a los de otros que cualitativamente les precedieron en el tiempo y que con sus historias respectivas constituyen los motivos de cada uno de los respectivos subtítulos o temas de esa Historia Universal tan salerosa. Y, correlativamente, la República Dominicana hubiese sentido la amargura de que de su lar saliesen semejantes historias obscuras que, narradas y adornadas por la iluminación de la mano privilegiada de Borges, hubiesen hecho las delicias de la curiosidad humana universal.
En cuanto a Miguel Alberto Surún Hernández narraría las ´´travesuras´´ ´´extrañas´´ (¿?) no de un delincuentillo fuera de serie, sino de un delincuente de grueso calibre fuera de serie que ya tiene muchas huellas que borrar, pues tanta es su calamitosa historia ya que la misma no es evidentemente de esencia angélica.
Fue al Colegio de Abogados a hacer sus versos a su imagen y semejanza y en esa labor no rebalsó su vaso putrefacto dando lugar a que esa entidad moralmente se hundiera en la hondonada de caerse a pedazos y no era para menos, pues él fue allí a engullirlo todo y a disolverlo todo en su interior. Para él aquello era un juego, pero su juego para los demás resultó en tragedia.
En evidente contrasentido él pretende hacer un relato contaminado y acomodaticio de su paso lúgubre y lamentable por esa entidad, cual gárrulo o charlatán montaraz que pretende escudarse en su doblez para esquilmar incautos incurriendo así en frecuentes parodias que son galimatías de frases hechas y repeticiones de huecas expresiones.
El fue en ese Colegio de Abogados una representación monstruosa, por aberrante y por ser un contrasentido, del jardinero de las ´´Flores del Mal´´, sus signos fueron procaces y cargados de los asombros que producían. Fue allí un personaje que se desenvolvió entre la negrura circundante de sus brumas obscuras produciendo indefectible, inevitablemente, el horror de lo real. Su tránsito por la ruta podrida llevó a que se perdiera la facultad de confiar en él en lo más mínimo.
Mususes en la Suprema Corte de Justicia le dieron impunidad al primero y mususes en el Tribunal Constitucional igualmente le dieron impunidad parcial al segundo.
La palabra para Leonel Fernández es la de ´incomprensible´, pues es quien pendula y bambolea de Félix Bautista a Miguel Alberto Surún Hernández.