Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
Todo sistema de creencias crea seguidores y dentro de éstos nunca faltan los seguidores estrafalarios, los que son una expresión vulgata del mismo, que repiten como un loro amaestrado eslóganes y decires y, a pesar, de sus serias deficiencias intelectuales quieren presentarse como los non plus ultra incurriendo así en el más redondo y pleno ridículo.
Así mismo, otros, por no poder renunciar a su naturaleza maleada, instrumentalizan ese sistema de creencias para pretender presentarse como los non plus ultra de la moralidad que proclama el sistema de creencias en cuestión, pero el lastre que arrastran también les lleva a caer en el más redondo y pleno ridículo.
Se ocultan o, mejor, pretenden ocultarse tras la selva tupida de eslóganes y decires del sistema de creencias en cuestión y para obtener impunidad frente a los actos deshonestos en que incurren quieren cubrirse, quieren ocultarse bajo dicha maraña y se colocan ese ropaje para mimetizar su deshonestidad.
También con la doctrina del marxismo o dentro de todo aquello que en sus más diversas variantes se presentan como continuadores o seguidores del mismo se producen estas engañifas, pues el marxismo también es un sistema de creencias como cualquier otro.
Como se sabe, el marxismo, sin apostrofar la historia misma que lo desgarró, es materialismo, pero al ser un sistema de creencias los efectos que produce son idénticos a los de cualquier manifestación idealista y, así, una doctrina materialista genera envoltorios a niveles de adoración. Para el termocéfalo ese envoltorio procedente del materialismo paradójicamente adquiere niveles de divino, con sus consiguientes pliegues divinos. Y eso es aprovechado por algunos avivatos o vivos existentes dentro de dicha corriente de pensamiento.
Ya hemos visto en Latinoamérica, incluyendo a la República Dominicana, como diferentes sectores de la llamada izquierda han llegado al poder y se ha podido apreciar que son tan o más ladrones que los de la derecha. Eso ha permitido desechar que ser izquierdista necesariamente significa ser serio. Eso quedó evidenciado como un simple mito, como algo falso.
Algunos termocéfalos de esa doctrina llegaron a creer y a expresar que la moral es «territorio exclusivo de éllos« (¿?) y eso se lo creyeron tanto o quisieron que se creyera tanto que ese pensamiento de supuesta «exclusividad« (¿?) los llevó a creer que éllos «colindaban con Dios« (¿?).
Así, por ejemplo, en Santiago de los Caballeros hay un espécimen que se ha pasado la vida pretendiendo venderse como supuesto «moralista« (¿?), que todos sus artículos –no hay uno que constituya la excepción a la regla que a continuación señalo– se ciñen a un raquítico esquemita mental suyo a través del cual dice «esta es una sociedad dividida en clases y por eso ella está podrida. « El personaje en cuestión de Santiago de los Caballeros se me asemeja mucho con un personaje de Puerto Plata que vendía zapatos en las calles y que popularmente era conocido como «Negro El Grajú« y también como «Negro Sicote«. Al parecer ambos personajes están agarrados, ligados en una comunidad de destino entre sí. La semejanza en cuestión entre éstos dos personajes radica en que el de Puerto Plata tenía el mismo esquemita para explicar todo, en ese sentido decía: «Es el sistema, la culpa es del sistema.«
Pero mientras el personaje de Puerto Plata era una persona de carácter verdaderamente humilde, al personaje de Santiago de los Caballeros se le subió a su azotea no bien amueblada el creerse que leer cualquier vulgata del marxismo era el equivalente a comerse la mazorca del conocimiento y que por eso a él le llegó la inmortalidad con extraño aparato, que él es «una figura de leyenda«, que es «el campeón de la Moralidad de la bolita del mundo«, pues pretende reclamar para sí todos los atributos de la moralidad, cuando la realidad es que él no es evidentemente de esencia angélica, pues la perspectiva que se capta de él es la de que es una pantomima del combate fingido para hacerse pasar por la representación «pura« (¿?) de la justicia en este territorio llamado República Dominicana.
Para ello acude a echarse arriba aquellos pliegues supuestamente «legitimadores«(¿?) de la doctrina de izquierda, del mismo modo que se coloca un cura una sotana o un abogado una toga, pues él considera que esos pliegues eran y son el disfraz perfecto para ocultar su inmoralidad, por eso se los sigue tirando arriba: para él esconderse y actuar desde la sombra de una especie de chantaje mórbido contra un aparato judicial local inerme y a la vez confundido para que de este manasen muchos manás a favor de él, es decir, muchas decisiones favorables.
En ese sentido puede decirse con propiedad que ha sido un diestro titiritero que ha movido los hilos de un sainete moralista en que realiza la misma función y tiene siempre al mismo espectador y al mismo teatro.
Ha vivido largamente de eso, de vender una falsa imagen que realmente no se corresponde con su verdadera naturaleza de impostor o farsante. Su figura y sus hechos son lo que yo denomino `El Retrato de un Farsante`. El es la manifiesta imagen del pudrimiento social, pues es un podrido social.
El problema del simulador o farsante es que cree que su disfraz es perfecto y que por ello el mismo será para eterno, pero la realidad para él es dura, pues lo golpea fuertemente en el momento en que algún hecho –a veces puramente accidental y hasta aparentemente insignificante pero que bien apreciado a posteriori resulta harto revelador– o alguna secuela de hechos revientan las costuras de su disfraz dejándolo en la más plena desnudez y revelando lo que realmente ha sido durante toda su vida: un impostor, un farsante de primera línea dedicado a lo que le es connatural: la simulación. Se trata de un impostor que hizo de la simulación su profesión, la profesión que verdaderamente le dejó beneficios, la que le dejó muchas decisiones favorables, decisiones favorables que, de no haber sido por su falsía rayana en el chantaje y la extorsión, por la falsía cimentada sobre el tráfico de influencias y la consiguiente impunidad, no hubiera podido conseguir nunca por la vía honrada.
Ese disfraz del simulador puede confundir y engañar hasta mucho tiempo y hasta a muchas gentes y le permite durante todo ese tiempo producir esa confusión sobre si se está en presencia de una persona digna o no.
Después de conocer una serie de datos de numerosas querellas presentadas en su contra por actos deleznables y por yo conocer, aquí, directamente El Hospedaje practicado por él en el apartamento de una jueza corrupta, muchos y yo tenemos claro que ése personaje de Santiago de los Caballeros no es amigo de la verdad, sino que le gusta practicar y practica las imposturas. Refugiarse en los pliegues ´´divinos´´ (¿?) de la izquierda ´´divina´´ (¿?) no le ha servido de nada, pues son sus hechos deleznables los que lo definen a él. Ni la manipulación a que conducen, por lo general, las falsas creencias que generan esos pliegues divinos, le ha permitido a ése esperpento de la moral en calzoncillo impedir que se tenga una imagen real y muy clara de la vergüenza que él representa.