A medida que avanza el caso judicial contra el señor Félix Bautista mas nos acercamos a Leonel. Por eso es tan importante para ellos apurar, fabricar y destacar cualquier incidente, real o ficticio con Haití, con haitianos, con la bandera y con la soberanía porque mientras mas tengamos del tema haitiano, menos tendremos del tema Félix Bautista, Leonel Fernández y Quirino Paulino porque, y lo he dicho desde el principio, aunque parecen tres asuntos, son uno solo.
No es posible pasar por alto con banalidades y groserías lo que significa para la sociedad dominicana que haya juicio y que haya condena para Félix Bautista. Ese juicio es, o debería ser, la ruta crítica hacia el enjuiciamiento de Leonel.
Ahora bien, a medida que avanza el caso, incluso sin haber llegado aun a conclusiones ni fallo, es evidente que el PLD de Leonel calienta la situación con Haití con toda la intención de provocar un incidente de proporciones internacionales. Van a provocar de palabra y de hecho, hasta donde les sea posible, uno o varios incidentes, lo suficientemente graves como para (creencia y cálculo de ellos) sacar a Leonel de la palestra y de la condición de hombre denunciado, desacreditado y en peligro.
Es curioso y hasta cierto punto estimulante que, en esta ocasión, a pesar del aumento en el número de incidentes y denuncias amplificadas y manipuladas por la prensa, la sociedad dominicana todavía sigue atenta al destino de Leonel Fernández.
MARTELLI
Michel Martelli, el fabricado líder haitiano es socio de Leonel, protegido suyo y como él, indiscutiblemente corrupto, así que debemos también esperar que haga su parte en esta farsa. De alguna manera Martelli debe agradecer los cientos de miles de dólares que Leonel, a través de Félix Bautista, invirtió en la campaña política del haitiano, un tipo que era un don nadie, que ni siquiera vivía en Haití pero a quien el dinero sucio, la intervención extranjera y los errores de la oposición política haitiana abrieron el camino a la presidencia del vecino país.
La élite haitiana, la que piensa y se beneficia de la miseria espantosa del pueblo haitiano, no gana nada provocando incidentes ni desatando los demonios del nacionalismo patriotero, además de que a ellos no les importa ni nunca les ha importado su propio país. Los pobre haitianos tienen demasiada hambre, son demasiado pobres para pensar en banderas, nacionalismos, agresiones a consulados ni ofensas.
Si usted ve un haitiano quemando una bandera dominicana, busque detrás a quien le pagó para que lo hiciera. Los haitianos pobres no son anti dominicanos y quieren, ni piensan ni se imaginan ni entienden un carajo nada sobre unificación de la isla. Esa es una fantasía resucitada a conveniencia de los que se lucran del negocio.
Hace doscientos once años, para los dirigentes haitianos que se habían atrevido a romper sus cadenas, proclamar una república negra y de negros y derrotar a los blancos, a ellos si les interesaba la isla, ellos si tenían una visión y una necesidad de supervivencia. Estos carajos de ahora son canallas traficantes no unificadores, los pobres son demasiado pobres para pensar y la clase media no existe en Haití.
Los que no ven la conexión entre la denuncia de Quirino, el caso de Félix Bautista y los “incidentes” y “provocaciones” haitianas es realmente porque no quieren verlo, no les conviene o no se atreven a reconocer tanta perversidad en la jefatura peledeísta.
Es un solo y único proceso. Las tres están enlazadas, amarradas por todas partes y la finalidad sigue siendo la misma. Cuando sale el sol, las estrellas no se ven aunque están ahí. Esa gente necesita un caso, incidente, problema, tema, fenómeno o situación que brille tanto, suene tanto y estremezca tanto que oculte, opaque, relegue y de cualquier manera ponga el tema corrupción en otro plano dándole a Bautista, Leonel y compartes la ventaja que necesitan: que la gente hable, discuta y hasta pelee por otro tema que no sean las acusaciones contra ellos.
Otra cosa, la decisión que tome el juez Moscoso Segarra con Felix Bautista no tiene nada que ver con la justicia, con las evidencias ni con los procedimientos. La decisión que ese juez tome es política, tiene que ser política y en las presentes circunstancias expresará el equilibrio de fuerzas a lo interno de la lucha por el poder en el PLD.
Un desenlace o el otro será producto de la prevalencia de un sector y sus intereses específicos aunque supeditados el bienestar general de esa comunidad que ha sido y es mantenerse como PLD en el poder.