El hacerse de dinero fácil y rápido es una de esas raras tentaciones que todos podemos tener en la actualidad. Muchos cedemos. Otros resisten. A esos últimos se les llama “pendejos, tontos e inadaptados”.
El “demonio”, los “ángeles malos” llevan esas tentaciones a los militares, políticos, funcionarios, policías, jueces, fiscales, legisladores, presidentes de Juntas de Vecinos hasta a presidentes de países.
Son tentados para obtener dinero rápido y fácil jóvenes y viejos, letrados e iletrados. Pobres y ricos, hombres y mujeres, militantes de derecha y de izquierda. Verdes blancos y de todos los colores. Periodistas, comunicadores, locutores, abogados, médicos, ingenieros, usted que lee, nosotros que escribimos.
Al existir pocas o ninguna consecuencia la tentación es mayor. Tal vez a eso se deba que como país ocupemos uno de los primeros lugares en el mundo en cuanto a corrupción, conforme al Foro Económico Mundial.
Esos niveles de desencanto tan grande –que nada tiene que ver con la canción que interpreta Gilberto Monroig- más la constante tentación, logra cambiar la percepción de muchos de nosotros cuando observamos graduados con honores reales en muchas de nuestras universidades ser parte de las filas de desempleados y cuando no, devengar sueldos por debajo de los diez mil pesos mensuales.
Cuando muchos de nuestros jóvenes y no tan jóvenes…se dan cuenta que “estar pegao” es mejor que un buen currículo para entrar a formar parte de lo que sea y como sea, en la administración pública.
Cuando alcanzamos a entender que es “mejor” nadar a favor de la corriente, no buscarse problemas, ser “bocina de varios vehículos”, aplaudir de los funcionarios hasta los estornudos, entonces, y solo entonces, empezaremos a navegar en aguas menos tortuosas.
Por eso nos extraña sobremanera la preocupación del Colegio Dominicano de periodistas CDP, por la “invasión” según ellos, que existe en el ejercicio del periodismo.
Preocupación luego que el monstruo creció y amenaza con engullirnos a todos!
Sabemos que los tablones de nuestra embarcación están muy destartalados, aunque nos encontramos entre aquellos que prefieren dejar proa y popa, velas, mástil y remos en las espumosas aguas, antes que cambiar de rumbo.
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