gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

…«¡Eureka!« «¡Eureka!« Se dicen por dentro Danilo `Dañino` Medina Sánchez y sus flamantes asesores y lo exteriorizan entre éllos mismos e igualmente de cara al público, a través de los medios de comunicación, con profundo gozo y gran alegría.

¿Qué fue lo que encontraron Danilo `Dañino` Medina Sánchez y sus flamantes asesores que los transporta a tal estadio de gozo y alegría? No sólo es lo que «encontraron« (¿?), sino también lo que han hecho.

La razón de tanto gozo y tanta alegría es que promovieron una Reforma a la Policía Nacional. Pero, ¿porqué les provoca a Danilo `Dañino` Medina Sánchez y a sus flamantes asesores tanto gozo y tanta alegría esa Reforma a la Policía Nacional?

Por la sencilla razón de que desde hace tiempo los flamantes asesores del danilismo vienen postulando que esa Reforma a la Policía Nacional era y es «necesaria para poder combatir a la delincuencia«. (¿?)

Como la población nacional está aterrorizada con la actividad delincuencial demencial que la agita, estremece y destruye diariamente se ha enarbolado, propagado y vendido a través de los políticos del danilismo, de los referidos flamantes asesores del danilismo y de los medios de comunicación afines a dicho danilismo, que «ahora sí es verdad que se va a poder combatir efectivamente a esa delincuencia destructora gracias a la Reforma Policial«.

He tenido la oportunidad de ver y escuchar a un buen grupo de dichos políticos del danilismo y de dichos flamantes asesores del danilismo exteriorizar semejante afirmación de que con una Reforma Policial se va a lograr todo eso y los he venido viendo y escuchando desde hace tiempo. Lo único que lo que produce en mí el escuchar semejante afirmación es, por un lado y originalmente, un gran asombro; y, por otro lado, risas, numerosas risas, después de escuchar por vez primera y sistemáticamente desde entonces la aseveración en cuestión.

Como el «Superior Gobierno« danilista piensa: que toda la población es idiota; que se le puede atolondrar con el engaño no una, sino miles de veces y hasta millones de veces; que todo es cuestión de manipular a través de los comunicadores que el danilismo tiene amancebados a su servicio; por mi parte, a su vez, he pensado que las únicas explicaciones razonables al empeño del danilismo en sostener semejante afirmación de que «con esa Reforma a la Policía Nacional combatirá y acabará con la delincuencia« realmente descansan sobre lo precedentemente dicho de que el pueblo dominicano puede ser estafado permanentemente.

¿Qué necesidad hay de crearle semejante expectativa con semejante mentira a un pueblo que está desesperado por la mordedura dolorosa e inseparable en que, con sus colmillos, la tiene atrapada la delincuencia? Nada de lo que contiene esa Ley de Reforma Policial surtirá efecto alguno en lograr disminuir esa crecida delincuencia que abate a la población dominicana tanto en horas del día como en horas de la noche. Lo que contiene dicha Ley de Reforma Policial para nada incidirá sobre dicha abominable tormenta delincuencial desparramada sobre la población dominicana desde cerca de finales de Septiembre del año dos mil cuatro (2004) al entrar en vigor el Código Procesal Penal o `Código de los Delincuentes`.

Mi afirmación será confirmada por los hechos a sucederse después de la entrada en vigor de dicha Ley de Reforma Policial, como, en efecto, ya entró en vigor poco después de Danilo `Dañino` Medina Sánchez haberla promulgado.

Quizás la locura dentro del danilismo ha llegado tan lejos que éllos creen que los delincuentes saldrán huyendo: porque al titular principal de la Policía Nacional le cambiaron el nombre de Jefe de la Policía Nacional a Director de la Policía Nacional; por la disminución del generalato policial y otras tantas cuestiones de dicha ley que nada tienen que ver con garantizar la Seguridad Ciudadana.

A numerosas cosas, entre ellas el sistema 911, la nueva ley de armas y ahora esta Ley de Reforma Policial, se les ha vendido como «panaceas« (¿?) para solucionar el gravísimo problema delincuencial que viene acabando con la población dominicana.

Dicha Ley de Reforma Policial ha sido la última receta aplicada, el último cartucho del engaño propagandístico, el último cartucho de la obstinación en no querer ver la realidad, el último cartucho de querer hacerse el ciego ante toda esa realidad evidente que se tiene frente a sí de que mientras no se derogue y se substituya el Código Procesal Penal o `Código de los Delincuentes` por un código que permita combatir efectivamente la delincuencia esta seguirá con su mordida inseparable del cuerpo de la sociedad dominicana.

A cada una de esas supuestas «panaceas« (¿?) (incluyendo ahí todas las anteriores a las mencionadas que igualmente fueron ilusamente implementadas) las veo como respectivos vagones de un ferrocarril, visualmente agotados todos los cuales necesariamente se llega a apreciar que el paisaje sigue idéntico, imperturbable, incambiado. Esperemos, pues, que `La Revolución Light` de Danilo `Dañino` Medina Sánchez termine de mostrar su último vagón aquí referido (que los tiene tan alegres al «líder« danilista y a sus ecos) y que la realidad de los hechos de la vida siga hablando por sí sola con la no disminución del conteo de los matados, lesionados permanentes, heridos, contusos, robados, etcétera, a manos de los delincuentes que, en vez de estar en libertad, deberían de estar sacados de la sociedad guardando cárcel. El macabro Código Procesal Penal (CPP) todo «lo soluciona« (¿?) con libertad para el delincuente, lo mismo que con impunidad para el delincuente, cuando, con todo eso, en realidad lo que hace es echarle más leña al fuego avivándolo para que siga la violencia delincuencial que destruye a la sociedad dominicana.

¡Cada día que pasa tenemos que ver alguna cosa nueva, pero la verdad es que ya esto de que esa Reforma a la Policía Nacional va a solucionar el problema de la delincuencia es el colmo!

Hasta que no se comprenda la naturaleza cuasi-abolicionista del Código Procesal Penal (CPP) en que se idolatran las medidas substitutivas de la prisión preventiva, las medidas substitutivas de la cárcel como condena de fondo, La (In) «sana« Crítica (que ni siquiera tiene su origen en el Sistema Acusatorio) en la apreciación y valoración de los medios de prueba, la colocación del Derecho Penal en un limbo por considerar que el proceso supuestamente debe ser la medida extrema de la Política Criminal del Estado, etcétera, los delincuentes estarán en las calles cometiendo los crímenes que quieran cometer y en las cantidades que éllos quieran cometerlos. Eso es lo lamentable.