Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
Es importante que los círculos económicos pudientes y los diferentes tipos de sociedades existentes en Puerto Plata se den cita, se reúnan y aúnen esfuerzos para auxiliar económicamente, es decir, para ejercer el mecenazgo para acometer la loable empresa de tratar de rescatar cada una de las obras escritas en tierra puertoplateña o por puertoplateños fuera de Puerto Plata, pues es una forma de enaltecer su lar nativo y de contribuir a la memoria histórica y a la creación de una colección de obras (que se pueden ir publicando poco a poco como parte de un plan de publicación) que les permitan a las generaciones puertoplateñas del presente y del futuro ver hacia atrás con orgullo de ese pasado que personas inquietas y perseverantes se preocuparon en plasmar en páginas para que la posteridad supiese del ingenio y la creatividad y el espíritu puertoplateños.
Estamos hablando de una producción cultural que abarca a todos los diferentes géneros: novela, poesía, cuento, ensayo, historia, ciencias, disciplinas, etcétera, y que comienza con la llegada del elemento hispano a la isla, muy específicamente con la parte del diario de Colón de su primer viaje que narra todo lo concerniente al trayecto correspondiente a lo que hoy son las correspondientes partes marítimas de la Provincia de Puerto Plata; hasta la producción literaria actual.
Puerto Plata debe darse a la persecución, a la caza, de cada una de esas obras de cada uno de los autores puertoplateños que escribieron en Puerto Plata y de los que siendo puertoplateños escribieron fuera de Puerto Plata, lo mismo que las de aquéllos que sin ser puertoplateños escribieron sobre Puerto Plata, así como también las de aquéllos que sin ser puertoplateños escribieron algo en el territorio de Puerto Plata como el caso de Pedro Francisco Bonó que escribió «El Montero« estando de visita en una finca de una de sus abuelas en territorio puertoplateño y siendo él una persona sumamente joven (veintiún (21) años de edad) al momento de escribir esa obra en mil ochocientos cuarenta y cinco (1845), etcétera.
Para que se pueda tener una idea de lo que el tiempo se ha ido llevando y por lo que se debe crear aquella comunidad preservadora de la producción literaria puertoplateña: ¿Qué puertoplateño conoce la obra literaria del puertoplateño Juan Isidro Ortea? ¿Qué puertoplateño de la actual generación conoce los poemas del puertoplateño Juan Isidro Ortea? La respuesta nos la da el hecho de que el nombre del poeta y luego General de División Juan Isidro Ortea ni siquiera lo tiene una calle de Puerto Plata: increíblemente, por el contrario, en Santo Domingo, Distrito Nacional, se le recuerda con una calle con su nombre ubicada en el sector Los Prados.
Lo mismo cabe decir de su hermano Francisco Ortea, es decir: ¿Qué puertoplateño conoce la obra literaria del puertoplateño Francisco Ortea? ¿Qué puertoplateño de la actual generación conoce esta?
Fuera de las obras publicadas (que, naturalmente, deben de ser incluidas en esa colección), he aquí algunas obras `no publicadas`, la cuales mencionamos tan sólo para formar una idea de lo que se está perdiendo en el tiempo, de lo que está perdiendo Puerto Plata:
1) El sacerdote católico (que estuvo en Puerto de Plata en la época de la ocupación haitiana y en la época de la Independencia) Manuel González Regalado y Muñoz (en honor a quien se bautizó el Parque Regalado) escribió «Memorias a pluma de la Parroquia y Fortaleza de Puerto Plata«.
2) Margarita Mears (Margaret Englis Harrot = Margaret Mears o Madame Mears) escribió no sólo «Historia de la Enfermería en la Dominicana« (que también debe ser rescatada del olvido), sino también sus «Memorias«, las cuales deben ser publicadas:
«A ella (a Margaret Englis Harrot = Margaret Mears.GC) se debe que Inmann recomendara una obra médica como parte del plan de acción de la Junta para Servicio Cristiano, en Santo Domingo. Ella misma relata que cuando Samuel Guy Inmann fue enviado a visitar el país para estudiar las posibilidades de abrir una obra evangélica patrocinada por varias denominaciones norteamericanas le preguntó: «cuál era en su concepto la institución que podía ser de mayor utilidad en caso de comenzar trabajos misioneros en Santo Domingo«, le contestó, sin titubear, «un hospital con escuela de enfermeras«. A ella se debe que se incluyeran estos puntos en el plan de acción social de la planeada iglesia evangélica para los dominicanos. (5) En su «Historia de la Enfermería en la Dominicana«, la Madama, como cariñosamente se le menciona, asegura que las inmigrantes inglesas de Grand Turk establecidas en Puerto Plata ofrecieron servicios satisfactorios en el campo de la enfermería.
…5.- Mears, Margaret Vda., «Memorias, trabajo inédito.«
(Lockward, George A.: El Protestantimo en Dominicana, 1982, 2da. edición, Cetec, páginas Nos. 332 y 333)
Así mismo, Margarita Mears escribió una monografía con todos los casos que élla trató y conoció a principios de mil novecientos (1900) como muy probable precursora que fue del control de la lepra en la República Dominicana.
3) «Sobre Puerto Plata se ha escrito mucho. Hay inédita una monografía del extinto escritor D. Julio Arzeno que en su género es la primera que se escribe en la República.«
(Rodríguez Demorizi, Alonso: Provincia de Puerto Plata; en «Noticias de Puerto Plata« de Rodríguez Demorizi, Emilio, página No. 89) (Alonso Rodríguez Demorizi escribió esto en 1933)
4) Hay una historia sobre indigentes y locos de Puerto Plata que corresponden a la época de la niñez del fenecido periodista puertoplateño Carlos Acevedo, no recuerdo quién era el autor, el paso del tiempo lo borró de mi memoria; se trata de una versión prácticamente artesanal, impresa en facsímil; eso lo recuerdo porque Acevedo me la mostró brevemente cuando estaba al frente de la dirección del periódico El Porvenir en su etapa de renacimiento; se trataba de algo que ya estaba bastante maltratado por el tiempo, hasta medio amarillento estaba en sus páginas el ejemplar en cuestión.
5) Así mismo queda una serie de monografías históricas inéditas escritas por el Dr. José Augusto Puig.
6) Y de producción parcialmente publicada (pero no recopilada) hay que hablar del Dr. Angel M. Gómez, quien dedicó varios años a escribir una columna en el periódico El Faro en la que daba a conocer datos sobre profesionales y servidores de la salud en Puerto Plata (Dr. Gómez, Angel M.: La Salud. Médicos, Enfermeras, Odontólogos y Farmacéuticos que ejercieron en la provincia de Puerto Plata de 1844 a 1932; El Faro); dicha columna debe ser publicada en una obra que reúna cada una de dichas publicaciones parciales debido a la importancia de los datos históricos allí contenidos.
Esencialmente a esas obras `no publicadas` mencionadas a título de ejemplo y a las demás obras `no publicadas` no mencionadas expresamente hay que darle la prioridad localizándolas para llevarlas rápidamente a la impresión.
Creo que sobra decir que la labor en cuestión es importante…