Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
Cierta noche los habitantes de la casa de la calle Imbert esquina calle Antera Mota, frente a la Ferretería Canahuate, de Puerto Plata, tuvieron una extraña experiencia; al proceder a cerrar la ventana de madera de la primera planta de su casa de dos niveles, la señora de la casa se horrorizó y gritó alarmada al ver que simultáneamente con el movimiento de cierre que élla hacía, una mano profusamente peluda y con uñas largas como garras trató de asirle la muñeca, por lo que reaccionó instintivamente imprimiéndole mayor velocidad al referido movimiento de cierre, lo que ocasionó que aquella mano peluda quedara brevemente atrapada, a la par que un horrible resoplar de claros gruñidos se dejaron escuchar. El brazo igualmente peludo de la mano atrapada por la muñeca hizo un fuerte movimiento que hizo que la ventana se echara ligeramente a un lado, lo cual fue aprovechado por el poseedor de dicha mano enormemente peluda para zafarse y tras ello la aterrorizada mujer logró completar el cierre de la ventana en cuestión. La señora suspiró de alivio, al tiempo que los demás habitantes de la casa acudían hacia élla tras escuchar su grito, preguntándole prácticamente al unísono:
-¿Qué pasó, porqué pegaste ese grito tan fuerte?
Ella, que del susto tan grande que sufrió temblaba y casi no podía hablar, cuando finalmente pudo hablar, respondió:
-¡Una mano feísima llena de pelos negros largos y con unas uñas horribles trató de tomar la muñeca de mi mano derecha cuando estaba cerrando la ventana! ¡Era horrible, horrible! ¡Santo Dios, gracias por impedir que esa mano tan horrenda me agarrase!
A pesar de que el miedo los contagió a todos, decidieron salir armados, unos con palos, otros con cuchillos, para, con lámparas, ver a qué se había enfrentado la señora. El esfuerzo por satisfacer dicha curiosidad fue inútil: las aceras y toda la calle estaban vacías, no se veía a persona alguna, pero sí vieron en la parte de la pared de afuera de la casa inmediatamente debajo de la ventana un pequeño rastro de sangre rojinegra muy espeso. Entraron a la casa, comentaron y elucubraron al respecto La señora de la casa seguía sosteniendo con énfasis el aspecto terrorífico de aquella mano; finalmente, muy avanzada la hora y muy cansados todos, se fueron a dormir.
Acostada en su cama con la luz de la habitación prendida la señora se decía y se preguntaba: «Esa mano horrible: ¿De quién era esa mano?«
Al otro día, ya en horas de la tarde llegó al pueblo un periódico vespertino con un titular gigantesco en la primera plana que rezaba: «¡Hombre en San Pedro de Macorís vio al Diablo«. Cuando leyó el contenido de la noticia la señora, que no se reponía de su referida espeluznante experiencia, se desmayó y al encontrarla desmayada algunos de los demás habitantes de la casa que allí se encontraban la llevaron rápidamente a una clínica privada cercana donde la internaron. Al enterarse y acudir a la clínica los demás miembros de la familia todos supieron por boca de la señora que élla se había desmayado tras leer un periódico, pues les repetía incesantemente y con paradojal lenta monotonía:
-¡El periódico! ¡Lean el periódico!…¡El periódico! ¡Lean el periódico!…
La última vez que hizo esa repetición agregó:
-¡Ahí está la explicación de lo que me pasó anoche!
La señora volvió a desmayarse siendo atendida de inmediato por el médico y la enfermera que estaban a su lado, el médico les dijo a dichos familiares de la mujer que era un simple desmayo. El alivio de que era un desmayo intrascendente fue aprovechado para los intrigados familiares ponerse a buscar en el periódico que había leído la señora. Su asombro se convirtió en pánico al interpretar lo mismo que había interpretado la señora familia de ellos…
La noticia refería que un hombre sostenía que otro hombre se le había identificado como «El Diablo« y que le preguntó:
-Si eres El Diablo, ¿cómo es que tienes esa herida en la muñeca de tu mano derecha?
Y que el personaje en cuestión le respondió expresamente:
-Una señora anoche en Puerto Plata me la machacó.
Los habitantes todos de la casa de la calle Imbert esquina Antera Mota, frente a la Ferretería Canahuate, de Puerto Plata… La ventana la clausuraron no sólo por dentro, sino también por fuera.
Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
Nota: Todo esto es ficción elaborada por el suscrito, pues es un cuento, el cual sitúo en dicha casa porque alrededor de la misma flotan otros cuentos misteriosos que provienen de una época muy anterior a la mía y que -según mi padre- supuestamente fueron ciertos o al menos así le fueron transmitidos, pero lo de una publicación con un titular más o menos parecido sí fue real y la misma lo fue del periódico El Nacional; no alcanzo a precisar cuándo fue exactamente que se efectuó dicha publicación, si no me equivoco fue en la década de los noventas.