teleferico-puerto-plataManuel Gilbert

PUERTO PLATA.-El turismo de cruceros desapareció y el aéreo colapsó en casi un 70% en Puerto Plata debido a que las autoridades locales y nacionales no aplicaron de manera oportuna los correctivos que había que adoptar para imponer el orden a los que optaron por desobedecer los controles que las normas establecían para que todo marchara en orden y sin traumas.

El Presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, emitió el 3 de abril de 1972 emitió el Decreto 2125 que estableció como demarcación turística prioritaria el llamado Polo de Puerto Plata y creó la Ley 256 y una serie de reglamentos para garantizar la creación, desarrollo y sostenibilidad de este centro vacacional, pero no se aplicaron de manera preventivas y el desorden se apoderó de todo.

Sin embargo, las disposiciones del Decreto 2125 ni las contenidas en la Ley 256 ni en otros reglamentos evitaron el desplome del destino Puerto Plata, antes de que se pudiera desarrollar por completo, ya que Bergantín no llegó nunca ha arrancado debido a que el Banco Central por su tozudez de querer vender los miles de metros de terrenos que posee allí, nunca ha podido lograrlo, porque no ha aparecido un comprador que se interese por comprar la totalidad de esas tierras con vocación turística.

Pero debido a que las disposiciones legales reguladoras del destino Puerto Plata por dejadez o por politiquería no se aplicaron correctamente ni siquiera en Playa Dorada y mucho menos en su entorno, donde la Policía del Banco Central permitió que se crearan los barrios Padre Granero, Bello Costero y La Laguna, donde las casuchas levantadas no contaban con drenaje sanitario y han contaminado la playa de Long Beach y han afeado el área mencionada.

En vez de haber sido permitido que esas tierras se destinarán a la construcción de favelas llenas de inmundicias y de los miles de campesinos y de inmigrantes procedentes de los campos y de otras ciudades del país, con hábitos y una cultura rudimentarios, ese lugar debió destinarse a la construcción de hoteles, restaurantes, tiendas de artesanías y otros tipos de negocios dirigidos a los turistas.

Del mismo modo, varios Síndicos que pasaron por el Ayuntamiento del municipio de Puerto Plata también contribuyeron por razones de politiquería, populismo y politiquería que se crearan otros sectores depauperados en la franja sur y la parte baja de la ciudad, provocando que al pie de la montaña Isabel de Torres surgieran barriadas hechas sin ningún criterio urbanístico ni humano, convirtiendo esas zonas en áreas casi de desastre, el cual ha venido subsanando el Alcalde Walter Musa.

A ese descomunal desorden urbanístico se le añadió el caos que se fue incumbando a nivel del transporte por falta de efectivos controles y una visión de futuro, ya que después de tener uno de los sistemas de minibuses mejor organizados del país cuyos conductores, que a veces eran sus propios dueños o choferes que laboraban por un salario, se encargaban de movilizar pasajeros, pasamos a depender en un alto porcentaje del mototaxis.

Como el turismo, los ingenios Montellano y Amistad fueron cerrados, la mayoría de las empresas de la zona franca industrial dejaron de operar, por la crisis en fue sumido el sector a nivel nacional; el flujo turístico se ralentizó, el Aeropuerto Internacional General Gregorio Luperón se resintió a causa de la apertura del Aeropuerto Cibao; la agricultura se desplomó y cientos de comercios y empresas de servicio desaparecieron, los que perdieron sus empleos se vieron forzados a dedicarse a motoconchar o se fueron de Puerto Plata.

A todos esos acontecimientos hay que agregar el cierre de los almacenes donde se procesaba el tabaco, el café, el cacao, las Fábricas de Fósforos, de Pastas Alimenticias, Molinos del Norte, Conservas, de quesos y mantequilla, la mecanización de los procesos de producción y embotellamiento de Brugal y de Vínicola del Norte, desaparición de decenas de negocios de diversión y la disminución de las actividades en el puerto, situación que ha eliminado miles de empleos, generando miseria y hambre en la que fue una próspera provincia.

Apareció la delincuencia aupada por el desempleo y los vicios, en cuyas redes perniciosa han caído cientos de jóvenes que han sido inducidos al consumo de estupefacientes haciéndolos adictos a ese sucio y peligroso, que los induce a robar, a ser sicarios, a secuestrar y a cometer otros tipos de delitos, Puerto Plata hoy enfrenta un panorama color de hormiga, porque las autoridades que tienen la misión de combatir a los delincuentes, muchas veces son peores.

Quizás todos esos males y otros que sería muy extenso enumerar se hubiesen evitado si las autoridades hubiesen cumplido su cometido haciendo que funcionaran los controles que el Estado, a través de los poderes Legislativo y Ejecutivo pusieron a disposición de las autoridades represivas y de la justicia que han laborado en ambas instancias para impedir que sus excesos y violaciones le causaran una herida casi mortal al destino Puerto Plata.

También faltaron en primera fila padres de familias responsables orientando, educando y controlando a sus hijos para evitar que cayeran al tigueraje; también faltaron líderes sindicales conscientes en el área turística que evitaran tantas confrontaciones con el empresariado de la industria sin chimenea y que éstos no quisieran monopolizar para ellos la totalidad de los beneficios, para que Puerto Plata pudiera mantener su posición de principal destino turístico de República Dominicana.

Pero no es momento de lamento, sino tiempo para que los sectores gubernamentales, con los Ministros de Turismo, Francisco Javier García y de Obras Públicas, Gonzalo Castillo y privado con el Cluster Turístico, la Asociación de Hoteles del Norte (Ashonorte), la Cámara de Comercio, los Ayuntamientos y otros sectores que han emprendido la titánica tarea de sacar adelante este destino, continúen haciendo su tarea con eficiencia y entusiasmo para que muy pronto ese cuadro triste que hemos tenido que soportar durante 15 años cambie y retornemos al camino de la recuperación y a un desarrollo inmune a todos los males que han golpeado de manera despiadada a Puerto Plata.