Ramiro Francisco
Muchachos y muchachas con un hermoso e indiscutible historial de trabajo e intervenciones a favor de sus comunidades.
En las últimas campañas electorales realizadas en República Dominicana hemos notado la gran cantidad de jóvenes aspirando desde Directores de Distritos, Alcaldes, Concejales, Diputados y Senadores.
Muchos han trabajado arduamente hasta haber alcanzado sus sueños y en la actualidad, se desenvuelven como concejales en diferentes ayuntamientos del país.
Error gravísimo, en aquellos que consideran que los cargos y más los electivos, se heredan.
Padres equivocados también, al hacerles creer a sus hijos o parientes que con el apellido, dinero y sin tener algún trabajo comunitario realizado, sin haber nunca intervenido en procura de resolver algún problema social en sus comunidades, con dos meses arduos de campaña, sonrisas, abrazos (ahora codazos), dádivas y lo que sea, se puede conquistar al público votante.
Lo menos que esto provoca, es disgusto en las mismas organizaciones políticas en las que muchos creen se les imponen candidatos por los que no votarían nunca.
Lo positivo de esto desde nuestra óptica sesgada y opaca, es que hay muchos jóvenes merecedores de nuestros votos en los diferentes partidos del sistema.
Muchachos y muchachas con un hermoso e indiscutible historial de trabajo e intervenciones a favor de sus comunidades. Serios, honestos, que no prometen lo imposible ni esbozan sonrisas falsas y teatrales.
A esos, les deseamos lo mejor. No es necesario mencionar sus nombres. Que sean favorecidos, que cuenten con el respaldo solidario y sincero de la militancia de sus propios partidos y de personas que aunque no militamos en esas organizaciones políticas, sabemos valorar su trabajo.
Que puedan crecer en el vasto y peligroso campo de la política partidista. Que al ser favorecidos y subir las escalinatas del Congreso nunca olviden su procedencia. De nuestros barrios y comunidades rurales.
Como tales, puedan luchar con sus propias vidas de ser necesario, para que en nuestro país los niveles de vida puedan mejorar considerablemente.
Que como jóvenes al fin, recuerden que tienen por delante un mundo por recorrer. Que se cuiden. Enfrentarán tentaciones como nunca y conocerán en grados superlativos, los “Juda” y los “Mandrake”.
Que escuchen y mediten lo que se dice de otros legisladores. Al Congreso no se va a practicar la mudez.