gregory castellanosPor Lic. Gregory Castellanos Ruano

«La campana de alarma continuaba sonando.«

(Henry Kuttner: ¡Guardemos el planeta negro!)

 

El creador del CARD, el hoy fenecido Fernando Hernández Díaz, nunca se imaginó que eso caería en manos no apropiadas, como ha ocurrido muy protuberantemente con las gestiones de Diego José García y Miguel Alberto Surún Hernández. El Dr. Miguel Alberto Surún Hernández es propietario de un mecanismo triturador de ruedas dentadas en el Colegio de Abogados que es el instrumental disciplinario. La puesta en movimiento de ese mecanismo triturador de ruedas dentadas en las cuales son colocados los abogados víctimas del poder de mando omnímodo que ejerce el Dr. Miguel Alberto Surún Hernández en el Colegio de Abogados para los mismos ser sometidos a la trituración del accionar de esos dientes de ese engranaje es una seria amenaza que se cierne sobre el honor y la reputación de cualquier abogado de la República Dominicana.

La mayor parte de las veces simplemente opera el trucaje de la ley de Adam Smith, otras veces la retaliación pura y simplemente y, a veces, hasta la mezcla de ambas causales y, en ocasiones, alguna que otra causal también rechazable. La falta de garantías constitucionales que allí opera es algo tremendo, tanto que literalmente se puede decir que el CARD de «don« Surún es algo que está totalmente desvinculado del Estado Social y Democrático de Derecho que, según la Constitución, debe de regir en todo el territorio nacional.

El creador del CARD, el hoy fenecido Fernando Hernández Díaz, nunca pensó que algo así se produciría en el seno de la criatura que él creó. Las arbitrariedades que allí ocurren y se consuman siguen siendo poco conocidas por la propia clase de los abogados porque viven de espaldas a lo que ahí sucede, ese es prácticamente un mundo desconocido para los mismos abogados que integran la inmensa mayor parte de esa clase profesional, por eso muchos en forma aislada sufren allí las tragedias que sufren, y muchos por temor o por vergüenza no se atreven a denunciar los respectivos viacrucis a que son sometidos.

Vengo dando advertencias sobre el factum de que los abogados serios de este país están sujetos a una grave amenaza con ése señor con ese poder omnímodo sobre el cual las autoridades del Ministerio Público y del Poder Judicial no ejercen ningún control. La Procuraduría General de la República y la PEPCA, a pesar de las denuncias fundadas que tienen entre sus manos contra él, lo que hacen es lavarse las manos como Pilato, evidenciando así muy desparpajadamente que tienen perseguidos preferidos. La frente, el honor de los abogados serios de este país, corre el riesgo de caer en la telaraña de la malignidad que mueve ese engranaje, pero la inmensa mayor parte de dichos abogados vive de espaldas a eso que en cualquier momento se le puede presentar como una realidad de amarga pesadilla. La situación se parece mucho a la situación de cuando Robespierre, desde el «Comité de Salvación Pública« que presidía,  iba a la Convención Nacional con su lista de seleccionados para la guillotina; los diputados franceses no le prestaban atención: hasta que en una primera lista salieron como seleccionados algunos diputados que, efectivamente, fueron guillotinados; luego de esa primera ejecución de diputados Robespierre visitó varias veces más en forma sucesiva a la Convención Nacional con sendas listas inclusivas de otros diputados. La sola presencia de Robespierre en la puerta de la Convención Nacional despertaba ya el terror entre todos los diputados porque nadie sabía a quién se iba a buscar para ejecutarlo. Comprendiendo que todos estaban en peligro, que cualquiera podía ser ejecutado por orden de Robespierre en cualquier momento, los diputados franceses finalmente despertaron ante la realidad siniestra que pesaba sobre ellos y reaccionaron frente a Robespierre.

Y también se parece mucho a la descripta en el famoso poema «Primero vinieron…« de la autoría del pastor luterano alemán Martin Niemoller que se originó como consecuencia de la llegada al poder del nazismo en Alemania y en la que dicho predicador le enrostró su cobardía a la intelectualidad germana, no obstante esta ver el eslabonamiento de purga tras purga de respectivos grupos sociales:

«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.«

En una oportunidad, siendo Presidente del Tribunal Superior Electoral el actual Presidente de la Junta Central Electoral, el Dr. Román Jáquez, por éste en buen Derecho adoptar una decisión en aquella jurisdicción, «don« Surún a través de los medios de comunicación lo amenazó con someterlo disciplinariamente por ante su tribunal disciplinario y, según sus palabras, ya había comenzado a dar el primer paso para ello. De no ser por la protesta de representantes de la Iglesia Católica el Tribunal Disciplinario del Colegio de Abogados de Surún hubiese aplastado al Dr. Román Jáquez.

Dos (2) de las cabezas que más recientemente rodaron (de las tantas que han rodado) en el Tribunal Disciplinario del Colegio de Abogados propiedad de «don« Surún fueron la del Dr. Jorge Lora Castillo, alias Jorgito,  (suspendido a dos (2) años) y la del Dr. José Rosa (suspendido a cinco (5) años).  El Dr. Jorge Lora Castillo es un conocido abogado del  Distrito Nacional que ejerce en todo el país, muy preparado y muy serio: ¿Su pecado?: Haber presentado una denuncia penal contra Surún en la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional. El Dr. José Rosa es un abogado también muy preparado y muy serio: ¿Su pecado?: Haber representado a dos abogados enemigos de Surún sólo para justificar un aplazamiento en una audiencia a la cual aquéllos no podían asistir porque le coincidía con otra audiencia y porque criticó a Surún a través de los medios digitales que usa la ciudadanía y esa crítica  al molestar a «don« Surún por ósmosis «molestó« «a la Junta Directiva de Surún«, la cual «denunció« disciplinariamente y le requirió al Fiscal Nacional que procediese a presentar acusación apoderando al Tribunal Disciplinario contra el Dr. José Rosa. ¿Cuánto años quería «don« Surún que le hubiesen pronunciado a Román Jáquez? En fin, en el patio trasero propiedad de Surún sigue en marcha la guillotina bajo su control… ¿Se puede apreciar por donde se transita en el Colegio de Abogados? ¡Redivivo el Comité de Salvación Pública que creó la Convención Nacional para desgracia hasta de buena parte de sus miembros!

Los abogados dominicanos    -¡y todos ellos no terminarán por entenderlo sino cuando les toque sus respectivos turnos, a pesar de la cantidad inmensa de abogados que han sido aplastados por el uso interesado de dicha maquinaria!-   están expuestos a la sorpresa de ser involucrados artificiosamente en lo que no están involucrados mediante un simple ardid de inventarse cualquier querella disciplinaria sin real fundamento alguno y encaminada en el colegio de abogados presidido por el Dr. Miguel Alberto Surún Hernández a través del procedimiento creado por la vigencia allí de la Ley de la autoría de aquél famoso economista de Escocia. ¡Redivivo el Reino del Terror al mejor estilo del Comité de Salvación Pública! El creador del CARD, el hoy fenecido Fernando Hernández Díaz, nunca pensó que algo así se produciría en el seno de la criatura que él creó.

Refiriéndose al poder del Estado algunos tratadistas resaltan que dicho poder per se es irracional y que por ello debe de ponérsele límites, pero comparado con las limitaciones y controles actualmente existentes en el Derecho dominicano el poder del Estado es millares de veces más controlable que el poder que en el Colegio de Abogados ejerce irrazonablemente el Dr. Miguel Alberto Surún Hernández vía el uso instrumentalizado del mecanismo disciplinario; dicha irracionalidad, dicho desbocamiento en el uso de ese poder hace tiempo que debió de ser extirpada de allí suprimiendo de esa entidad dicha jurisdicción disciplinaria para que la misma sea ejercida por la Cámara Penal de la Corte de Apelación, tal y como se hizo en el seno del Colegio de Notarios en el cual se le atribuyó la misma a la Cámara Civil de la Corte de Apelación, precisamente para evitar que alguien realizara la desmesura que viene teniendo lugar en el Colegio de Abogados.

Por Lic. Gregory Castellanos Ruano