PUERTO PLATA.-La luchadora antitrujillista y líder histórica de la Sociedad Cultural Renovación, Lilian Russo de Cueto, fue sepultada el pasado viernes en medio de un ambiente de dolor, recogimiento, respeto y admiración colectiva de los puertoplateños.
El sepelio fue encabezado por su esposo Fernando Cueto, otra figura de altos relieves por su amor a la Patria y sus ingentes aportes al desarrollo de Puerto Plata, como ex presidente de la Cámara de Comercio y Producción local y desde otras instituciones, sus hijos, nietos, otros familiares, luchadores antitrujillistas y amigos.
Durante la exposición del cadáver de la activista cultural y educativa en la Funeraria Puerto Plata, cientos de personas de todas las clases sociales desfilaron ese lugar fúnebre de despedida de los muertos para despedirse de doña Lilian Russo y llevarles consuelo y solidaridad a sus familiares acongojados y doblegados por la pena de haber perdido a un ser tan entrañable y amado.
Cumplido el plazo del velatorio el cuerpo yerto de la altruista finada fue sacado de la funeraria, introducido al carro fúnebre para conducirlo a la Catedral San Felipe Apóstol, escenario sagrado donde se realizó una eucaristía de cuerpo presente, al final del oficio religioso fue traslada al cementerio, situado en la calle El Morro, Gregorio Urbano Gilbert.
Después de trasponer su puerta principal con su lapidaria frase: “Polvo eres y al polvo volverás” (Memento Homo Quia Pulvises), el cortejo fúnebre recorrió el estrecho palmo de calle y llegó a la pequeña carpa donde luego de acomodar el sarcófago en una base de hierro móvil y a seguido fue tocado el Himno del Movimiento Revlucionario 14 de Junio, luego se le dio cristiana sepultura y antes de tapiar la tumba del mausoleo que le asignaron pronunció un sentido y lastimero panegírico el periodista Manuel Gilbert.
A continuación reproducimos íntegro el discurso pronunciado por el comunicador en el sepelio de doña Lilian Russo de Cueto:
“Sres. aunque no tengo la aquiescencia de los familiares de doña Lilian ni tampoco ostentamos la representación de ninguna institución, a menos que no se haya elegido el silencio, que siempre se ha dicho que es más elocuente que la palabra, como código de expresión para externar lo que sentimos, quiero hacer acopio de una palabra que le sienta a la perfección a la trayectoria de doña Lilian Russo de Cueto. Ese término no puede ser otro que la palabra “Excelencia”. Doña Lilian, como le decíamos respetuosamente los que conocimos su luminosa trayectoria y hoja de vida, a lo largo de su existencia provechosa y tan útil, no solo en el plano familiar, no solo en el plano de su preocupación por llevar cultura a cada rincón de la provincia que eligió como su patria chica, como su pueblo, su Puerto Plata querida. Doña Lilian fue excelente como esposa, y ahí está su amado Fernandito Cueto, que no nos deja mentir; que firmaron una pareja ejemplar que pudo ser paradigma en cualquier parte del mundo, porque su amor no se erosionó, no se disminuyó, sino un amor que que cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, mes y año, se solidificaba, se acrecentaba, se agigantaba y hoy, por ser tan fuerte e inexpugnable, ni la muerte de esta mujer excepcional ni su llegada a esta tumba, su última morada terrenal, podrá disminuirlo ni un ápice. Doña Lilian fue excelente como patriota, como compañera de estudios de la heroína eximia, Minerva Mirabal, que fue su compañera de estudios en un centro de enseñanza católico de la Ciudad Olímpica de La Vega Real, de donde la finada era oriunda, no se limitó a ser compañera de esa gigante, de esa gran mujer, que provocó con su muerte y las de sus meritorias hermanas Patria y María Teresa Mirabal a manos de esbirros del tirano Trujillo un 25 de noviembre de 1960 qué posteridad se inspirara en su martirologio para honrarlas no solo a ellas y a la mujer dominican, sino a todas las mujeres a nivel planetario, porque fueron dignas de ese homenaje justiciero. Hice esta pequeña digresión para resaltar ese vínculo, con Minerva Mirabal, que no se quedó ahí, sino que fue màs allá, porque Lilian y su esposo Fernando formaron parte de ese grupo selecto de patriotas que supo desafiar a la dictadura de Trujillo y tuvieron la honra y la y el coraje de crear el glorioso Movimiento del 14 de Junio. Ese mismo que prohijó la Raza Inmortal, que llegó en avión por Constanza y se inmoló con las armas en las manos en la Cordillera Central y se repatrió en las lanchas Carmen Elsa y Tinina por las playas de Maimón y Estero Hondo con el propósito de ponerle fin a una dictadura oprobiosa y sanguinaria que tanto luto, llanto y dolor causó a nuestra amada Patria y al pueblo dominicano. Señores, yo tuve la oportunidad de seguir muy de cerca los pasos de doña Lilian, ser testigo ocular de excepción de sus afanes por la educación, por la cultura y por todo lo que significó algo trascendental para el fortalecimiento de nuestra provincia en todos los aspectos relacionados con su desarrollo integral. Por eso, en el día de hoy he tenido el atrevimiento, ya que no estaba previsto que pronunciara estas humildes palabras que me nacen del corazón, pero he querido hablar para dar testimonio del agradecimiento grande, extraordinario, que tenemos para esta extraordinaria y excelente mujer, que es una heroína, que es un ser especial, al que todos, no sólo con nuestra presencia agradecida, en la funeraria en la Catedral San Felipe Apóstol y en este cementerio, en esta necrópolis, para darle nuestro adiós postrero lleno de gratitud y de agradecimiento a doña Lilian. Doña Lilian,
váyase con la honda satisfacción del deber cumplido, gracias por tanta entrega y tanto sacrificio. Doña Lilian, no le decimos adiós, sino hasta siempre, porque aunque su cuerpo se quedará sepultado aquí, su espíritu nos acompañara de manera perpetua, porque es una luz que no se apagará jamás y su lucha nos servirá de guía e inspiración. Muchas gracias a todos por estar presente en esta emotiva despedida de doña Lilian Russo de Cueto.