PUERTO PLATA.-Muchos momentos difíciles se han registrado en el territorio que ocupa la provincia de Puerto Plata desde que Cristóbal Colón fundara la Villa de la Isabela, primera ciudad del Nuevo Mundo, el 6 de enero de año 1494.
Entre los muchos sucesos que han sacudido a esta provincia, asiento del primer destino receptivo del turismo de masas, que se puso en marcha en el mes de junio del año 1980 con el hotel Jack Tar Village, en el complejo turístico de Playa Dorada, nos referiremos solo a ocho.
Tres de esos momentos traumáticos sufridos por Puerto Plata a lo largo de sus más de cinco siglos de accidentada historia fueron perpetrados por la mano destructora del hombre y los cinco restantes por la madre naturaleza.
El primero de esos sucesos fue la despoblación de La Isabela, la cual ocurrió por el hambre, las enfermedades, la muerte de más de la mitad de los españoles que llegaron en 1493 y la rebelión del Alcalde Mayor Francisco Roldán y la fundación de Santo Domingo en agosto de 1497.
El segundo de esos momentos dramáticos lo produjo la cédula real que la Corona Española remitió al gobernador de la Española Manuel Osorio a través de Baltasar López de Castro en el mes de agosto de 1604, ordenando la devastación de Puerto Plata.
A pesar de la gran oposición de sus habitantes, Osorio pudo obligarlos a salir de sus casas en 24 horas, al término de las cuales se procedió a quemar los bohíos, ranchos, iglesias, sembrados y todo lo que era necesario para impedir que los vecinos se quedaran allí.
Mediante esta acción instigada por la oligarquía comercial de Sevilla y sus agentes en Santo Domingo, que estaba en consonancia con las prácticas absolutistas de la Corona Española, además de Puerto Plata también fueron despoblados Montecristi, la Maguana y Bayajá.
El tercer suceso fue el incendio de Puerto Plata en el año 1863 llevado a cabo por los españoles después de saquearla, según narra Alejandro Angulo Guridi en su opúsculo Santo Domingo y España publicado en 1864.
Angulo Guridi refiere que “llegados a Puerto Plata los españoles, y viendo que no podían sostenerse en la población a pesar de haber hecho barricadas, la saquearon escandalosamente, la redujeron a cenizas, y se refugiaron en el castillo de San Felipe, situado en un a loma a la entrada del puerto, el cual ocupaba un destacamento de 700 hombres…”.
El cuatro suceso que vapuleó a Puerto Plata fueron las lluvias que azotaron a Puerto Plata en el año 1969, las cuales destruyeron viviendas, derribaron el puente de hierro por donde pasaba el tren sobre el río Bajabonico construido en 1897 y provocaron la muerte a varias personas residentes en comunidades situadas a lo largo de su trayectoria, así como a miles de reses y a otros animales,
Como consecuencia de esas torrenciales lluvias la provincia de Puerto Plata quedó aislada por completo, razón por que hubo que traer alimentos y combustibles en embarcaciones, incluyendo el uso de lanchones.
El quinto acontecimiento golpeó fuertemente a la montaña Isabel de Torres, producto de los deslaves que generaron las lluvias que cayeron ininterrumpidamente durante un mes sobre Puerto Plata en el año 1994, afectando la mole con aspecto de dromedario dormido echado en el suelo.
El sexto episodio que maltrató a Puerto Plata fue el terremoto del 22 de septiembre del año 2003, destruyendo sus principales planteles escolares, destruyendo total o parcialmente cientos de viviendas y establecimientos comerciales y una víctima que murió mientras dormía en el sótano del hotel Los Platanitos.
El séptimo hecho que vapuleó de manera implacable el lar nativo del General Gregorio Luperón acaeció el 14 de febrero del año 2010, producto de los torrenciales aguaceros que provocaron el desbordamiento del río Los Mameyes, que arrastró miles de metros cúbicos de agua y toneladas lodo y escombros que inundaron viviendas, calles y avenidas de la parte baja.
Y la más reciente desgracia, la octava, que golpeó toda la provincia de Puerto Plata fueron las lluvias copiosas que cayeron a partir del lunes 7 de noviembre del 2016, que totalizaron 175 milímetros, que provocaron el desbordamiento de ríos, arroyos y cañadas, causando daños millonarios no cuantificados.
Las lluvias provocaron miles de desplazados, afectaciones devastaciones a la agropecuaria, suspensión de la visita de tres cruceros, con más de doce mil cruceristas; daños a infraestructuras viales, cabe decir, a carreteras y caminos vecinales; puentes, destrucción parcial o total a decenas de viviendas, daños a ajuares hogareños y a varios planteles escolares.