PUERTO PLATA.-El destino turístico Puerto Plata ha perdido una buena parte de su oferta complementaria y de sus atractivos más importantes, responsables de la generación en gran medida de la satisfacción de los turistas internos y externos que nos visitan.

Así hemos visto marchitarse a Costámbar, espacio vacacional donde en los años 70 y 80 existían buenos hoteles y donde nació prácticamente el turismo inmobiliario en este enclave lúdico.

El patrimonio arquitectónico victoriano que contaba con más de 350 inmbuebles únicos e impactantes se ha residido en un alto porcentaje y de no prestárseles urgente atención acabará por extinguirse.

Igualmente, el malecón está completamente abandonado casi por completo y perdió la tremenda belleza que exhibió cuando fue inaugurado en 1971 y también cuando se le remodeló en el año 2006.

Por igual, el anfiteatro inaugurado en el 2015 y La Ciudadela de Luperón localizados en la puntilla del malecón están prácticamente en ruina ante la mirada apática de las autoridades.

La revitalización de una parte del Centro Histórico y la plaza Independencia lucen en estado de abandono por la falta de adecuado y oportuno  mantenimiento y su aspecto es deprimente.

El litoral marino del malecón no exhibe un aspecto poco amigable a los turistas, debido a la precaria limpieza que recibe del ayuntamiento en toda su extensión de casi tres kilómetros, lo que ofrece un feo espectáculo.

Transitar por sus calles abarrotadas de vehículos de todas clases, incluyendo miles de motores representa un tremendo peligro que espanta tanto a los turistas aéreos como marítimos y eso no provoca que se mueva un dedo.

Hasta la Catedral San Felipe Apóstol, principal centro espiritual local, también remodelada en el 2006, luce abandonada, ya que requiere retoques y una pintura urgente por dentro y por fuera.

Como si todo lo dicho fuera poco, el teleférico, principal atractivo del destino, está fuera de operación desde casi ocho meses, ya que salió de servicio en el mes de mayo y todavía no se ha hecho ni siquiera el diseño del nuevo funicular, el que se prometió construir en 18 meses.

El vandalismo se ha hecho presente en el callejón de doña Blanca y la calle de Las Sombrillas, amerita ser mejorada para hacerla más atractiva a los que la frecuentan.

Las carreteras que conducen a Punta Rucia y a Cayo Arena no pueden estar peor, ya que sus superficies están llenas de hoyos y ameritan su inmediata reconstrucción total para mejorar la conectividad con la parte oeste de la provincia.

Las falencias señaladas son apenas la cabeza del Iceberg y algunas muestras deprimentes de este mayúsculo retrato del estado desastroso del destino pionero del turismo de República Dominicana.