Por: MELVIN MAÑON
“A principios de 1989 el país no esperaba mucho de sus estudiantes, una generación apática e indolente. No tenían espíritu de grupo, no estaban organizados, no les interesaba la política” según la revista Semana, de Colombia. Y añade: “No había ninguna organización que los representara, no había movilización masiva ni politización a gran escala, ni la sospecha o esperanza de que eso fuera posible”.
“Y así, poco a poco y entre chiste y chanza, surge en octubre del año pasado (1989) la iniciativa que se conoció como “el plebiscito para el plebiscito”, que desemboca en la recolección de 35 mil firmas que apoyan la iniciativa de reformar la Constitución brincándose los mecanismos dispuestos para ello (dos vueltas en legislaturas ordinarias del Congreso)”.
En otra cita: “El movimiento estudiantil aprovechó, especialmente en el primer semestre de 1990, una tremenda oportunidad política en la que concurría el apoyo de diversos sectores a la reforma constitucional y la convicción de que ésta no sería posible por vía del Congreso”. (Revista Semana)
Querían reformar la Constitución vía una Constituyente para crear nuevos y mejores espacios de representación y querían hacerlo en el curso de un proceso electoral que estaba ya pautado. Pero la Constitución colombiana no contemplaba la figura del plesbicito de manera que no existía una vía legal para implementarlo. “Eso explica que entre decenas de propuestas. . . . comenzara a ganar terreno aquella que proponía la convocatoria de una Asamblea Constituyente, que estaba recibiendo particular impulso por parte de un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad del Rosario y que terminaría concretándose en el movimiento por la séptima papeleta”.
La autoridad colombiana terminó aceptando que se colocara una boleta adicional en las elecciones que se llamo La séptima papeleta y atrajo dos millones de votantes en 1990. “Unos estudiantes propusieron una séptima que tuviera la siguiente leyenda: “Voto por Colombia. Sí a una asamblea constituyente”.
Sin embargo la Registraduría no efectuó la impresión de esa papeleta y además advirtió que no era posible adelantar el conteo pues no existía norma legal que la autorizara, aun cuando señaló que su inclusión en las urnas no anulaba el voto. Así las cosas, los periódicos publicaron el texto para que el ciudadano la recortara y la introdujera en la urna” (El Espectador).El pueblo habló. Los colombianos entraron en el proceso de la Constituyente.Al final las autoridades judiciales decidieron validar los resultados porque la soberanía reside en el pueblo.
RD
Lo que los políticos negaron a los dominicanos en la Constitución de 2010, puede ser reclamado por el pueblo firmando el Libro Verde y asumiendo otras iniciativas concurrentes.
Raymundo Amaro Guzmán , que es quien más ha escrito sobre la función pública y las responsabilidades de los funcionarios en la administración pública proponía un movimiento como la séptima papeleta, y que se crearan limitaciones al accionar del poder ejecutivo.
El fue el autor de la consagración constitucional de la responsabilidad mancomunada del estado y de la persona del agente que hizo el acto ilegal o arbitrario , por lo que este responde con su patrimonio por lo cometido. Semejante norma llevaría a los peledeistas y a muchos otros políticos a la cárcel y a la bancarrota.
Otro espejo donde podrían mirarse los autores y gestores del Libro Verde son los Testigos de Jehová y los Mormones. Disponen de templos propios en numerosas localidades, publicaciones regulares y ocasionales pero su verdadera fortaleza es el agresivo proselitismo de sus equipos de a pie. Con vestidos de falda larga o camisa blanca y corbata recorren el país, pueblo por pueblo, calle por calle. Nada ni nadie los hace desistir, ningún discurso contrario los hace callar, ningún silencio piadoso los detiene, ningún escéptico los arredra ni ninguna burla agnóstica les hace mella. Están en general bien organizados, cuentan con apoyo logístico, tienen la Biblia como estandarte, usan y se sirven de “La Palabra” para catequizar y no se limitan a esperar que los descreídos, los equivocados o los ignorantes lleguen a ellos sino que salen a buscarlos.
CUBA
Cuando las autoridades cubanas se plantearon producir 10 millones de toneladas de azúcar durante la zafra de 1970 acudieron a un recurso que atrajo la atención de millones de personas a las que llenaba tanto de alegría como de angustia, pero era imposible no ponerle atención.
Cada día, el periódico Granma publicaba un cuadro en el cual se registraba la cantidad de toneladas de caña cortada y molida, el rendimiento en sacarosa medido en %, la cantidad de azúcar producida y el acumulado total. Era una meta nacional, un compromiso de la jefatura del Estado y ahora es necesario mencionarlo porque generó una dinámica extraordinaria a medida que la gente sumaba, calculaba, hacía sus propios pronósticos y llegaba a conclusiones.
Muchos sabíamos, a mitad de camino que, viendo el calendario, los rendimientos, la temporada etc. no sería posible llegar a los 10 millones de toneladas pero el país vivió cada día, cada momento colgado a la emoción, al reto y finalmente al fracaso respecto a la cantidad de azúcar no así respecto al valor simbólico, emocional, propagandístico y movilizador de la experiencia.
Todas las zafras tienen un plazo obligatorio de meses pero el Libro Verde está libre de semejante constreñimiento así que puede y debe seguir, sumando, creciendo, emplazando y transformando esta sociedad a ver si podemos salvar lo que queda de país.
Cuando un gobierno además de su origen ilegítimo viola reiteradamente la Constitución, el pueblo no tiene por qué reducir su pedimento a los límites impuestos por la Constitución violada. En presencia de una crisis extraordinaria de gobernabilidad –que es donde esto debería desembocar- el gobierno debe ser presionado hasta el límite y ser forzado a elegir entre la matanza o la renuncia.