Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
1)«Debelación del motín de San Cristóbal
Uno de los actos de su turbulenta vida militar en que Felipe Alfau desplegó dura energía, fue en la debelación del motín militar ocurrido en San Cristóbal en 1845. Sable en mano dio planazos a diestra y siniestra, y realmente fue duro y hasta brutal, como dice Tejera, Del Resumen de historia Patria, de Bernardo Pichardo, copio lo siguiente, relativo al importante asunto: «Sublevación de San Cristóbal.- Un suceso que pudo tener graves consecuencias para la disciplina del Ejército ocurrió por aquel entonces en San Cristóbal, donde, en virtud del avance haitiano y por orden del Presidente de la República, se procedió al reclutamiento para llevar refuerzos que ayudaran a detener las huestes de Pierrot. Sugestionados por propagandas antipatrióticas los negros de esa Común, y especialmente los de la Sección de Santa María, se negaron a prestar sus servicios, ora no asistiendo a las convocatorias que se les hizo, o bien no prestándose a formar compañías. En cuenta de esta noticia, el Gobierno ordenó al general Felipe Alfau, Comandante de Armas de la plaza de Santo Domingo, que se trasladara allí y resolviera esas dificultades. Cuando después de no pocos inconvenientes logró el general Alfau reunir a todos los hombres útiles para tomar las armas, al ordenar la incorporación de ciertos grupos a las tropas que debían marchar para las fronteras del Sur, un sargento, de nombre Dámaso, se adelantó para manifestarle que ni él ni sus compañeros estaban dispuestos a servir, al mismo tiempo que de las filas salieron algunos disparos de fusil que milagrosamente no hirieron al comandante Alfau. No era éste hombre que dejara sin castigo actos de insubordinación, y con la ayuda que le prestaron los coroneles Juan Alvarez, comandante de la Común, José María Cabral y otros oficiales, dominó heróicamente la situación, restableció la disciplina y capturó a la mayor parte de los amotinados a presidio, figurando entre estos últimos el general Mora, a quien, después de degradado, se envió al Cubo de Puerto Plata, donde estuvo encerrado más de diez años«. (Resumen de la historia Patria, CAP. XXX). («Notas relativas al general Felipe Alfau«, Listín Diario, 81 (19214); 6; viernes, 3 oct., 1969).« (Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario, páginas Nos. 11-12)
2)El Capitán Joaquín Puello: «En ese mismo año comandó la infantería de la flota de guerra que fue destacada para la costa norte con el fin de preservar a Puerto Plata de un probable ataque de la escuadra enemiga. Esta naufragó en la Plaza del Diablo (sic.Poza del Diablo.GC) y su dotación fue capturada. Un suceso conflictivo, con todas las apariencias de una insubordinación antipatriótica, se produjo en San Cristobal en julio de este año, en medio de los apuros de la campaña, cuando un grupo de revoltosos, incitados subrepticiamente por algunos oficiales intrigantes, se rebelaron contra la autoridad para no dejarse reclutar. El Gobierno envió a San Cristóbal al General Joaquín Puello, Gobernador de la provincia, con tropas del 1 y 2 regimientos, a restablecer el orden. Eusebio Puello comandaba el 2 batallón de uno de esos regimientos.« (Garrido, Víctor: Los Puello, páginas Nos. 113-114)
3)«El General Eusebio Puello fué quien condujo preso, a Puerto Plata, al General Mora, en 1845. En su hoja de servicios se dice, que Puello «fue destinado a bordo de la Flotilla dominicana, como Comandante de Infantería, con objeto de apaciguar a Puerto Plata que estaba alborotado. Permaneció en el anterior destino hasta el mes de mayo (1846), salvando en este tiempo lo que se pudo de unos buques haitianos que se perdieron. Se alude al espectacular naufragio de la escuadra haitiana en Puerto Plata en diciembre de 1845. El General José Desiderio Valverde apunta en su hoja de servicios: «El 20 de diciembre del mismo año (1845) marchó a Puerto Plata mandando tropas y de allí trajo 110 haitianos prisioneros« (E.R.D., Hojas de servicios…, p. 293).« (Noticias de Pto. Pta., pág. 234)
4)Resolución del Poder Ejecutivo presidido por Buenaventura Báez de fecha 12 de Noviembre de 1856:
«…Considerando: que el Sr. Manuel Mora, condenado por el Consejo militar de 1845 a reclusión perpétua, y seguidamente transportado a un calabozo de Puerto Plata (el cubo), donde permaneció el espacio de doce años: que al cabo de este tiempo se mandó pasar a la cárcel de esta Capital, en la que últimamente el anterior Gobierno, en vista del estado de enagenacion e imbecilidad del condenado, mandó ponerle en libertad, al mismo tiempo que ordenó confinarle en la común de Moca; pero que dicha orden de libertad no se llevó a efecto, ignorándose la causa que justificase la revocación de dicha orden. Considerando: que toca al actual Gobierno esencialmente humanitario, corregir los abusos del pasado; y que teniendo por más abusivo el presente acto, pues se ha sometido a un desgraciado a la dura prueba de halagarle con la vana esperanza de un perdón mentido, es su deber apresurarse a reparar el mal, RESUELVE: Que el Sr. Manuel Mora sea puesto inmediatamente en completa libertad, quedando el Sr. Ministro de la Guerra encargado de trasmitir a la autoridad competente esta Resolución para su debido cumplimiento. Dada y firmada en la ciudad de Santo Domingo a los doce días del mes de Noviembre de mil ochocientos cincuenta y seis, y 13 de la Patria.- El Presidente de la República, -Buenaventura Báez.- El Ministro del Interior, Policia y Agricultura, -Pedro A. Bobea.- El Ministro de Hacienda y Comercio, -D. Coen.- El Ministro de Guerra y Marina, -J.E. Aybar.«
5)Resolucion del Poder Ejecutivo presidido por Buenaventura Báez, de fecha 12 de Noviembre de 1856:
«…Considerando: que jimen en el calabozo de Puerto Plata (el cubo) los Sres. Mauricio Vega y Escobar, sin que este horroroso castigo haya sido ordenado por sentencia alguna, dada por juez competente. Considerando: que semejante procedimiento es un acto atentatorio a la libertad individual, que repugna a la sana razón y a nuestro Pacto fundamental, RESUELVE: Que sean puestos en libertad los referidos señores, debiendo el Sr. Ministro de la Guerra dar las competentes ordenes, tanto para su soltura cuanto para su regreso a esta Capital, de donde fueron transportados a aquella horrenda prisión.«