Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
«Diles, oh Soñador, que hay unas manos miserables
flotando en el agua…
Manos heladas que habrán de alcanzarlos en sus cálidos
lechos.«
(Patchen, Kenneth: El soldado y las estrellas; en Material de Lectura, número 116, Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), Ciudad de México, 2012. Selección y traducción de Alberto Blanco
«Algo,
acaso inesperada, una vergüenza
o el golpe de una puerta lejana,
algo,
algo que no importa
porque puede llegar a ser olvido,
reúne tu cuerpo disperso
y recubre de solemne minucia
unos tristes huesos finales,
la fábula de tus vísceras, tu voz, tus gestos,
ese vago alarde que es vivir,
como si tal cosa,
a través de largos mañanas
que siempre llegan.«
(Edelberg, Betina: Descripción de la realidad. En Gunst, Emma: Imposturas, Selección Emecé de Obras Contemporáneas, Buenos Aires, 1960)
Junto a las conocidas figuras añejas y junto a las conocidas figuras nuevas que han fulgurado en el firmamento de la Patria, y detrás de éllas, han figurado las de numerosos desconocidos co-partícipes del accionar de todos aquéllos conocidos. Como ha ocurrido en todas las latitudes y en todos los tiempos ésos numerosos desconocidos co-partícipes permanecen en el anonimato y se les rinde culto o con una tumba simbólica o con una escultura que los simboliza a todos: es, según el caso, `La tumba del soldado desconocido` o la escultura de `La estatua del soldado desconocido` (o `La estatua al soldado desconocido`, como se le llama indistintamente). Entre nosotros lo que existe para recordarles es `La estatua del soldado desconocido`.
Ni siquiera sus figuras concretas ni sus nombres concretos son recordados con la especificidad con que se quisiera de parte de un pueblo agradecido. Muchos de éllos fueron enterrados en tumbas sin nombres en algún apartado y ya desconocido rincón o escondrijo del territorio nacional. Estos héroes infelices cuyas figuras y cuyos nombres ni siquiera son especificados porque por alguna desgraciada razón los registros de sus patronímicos se perdieron, su escultura única común trata de ser un recuerdo de todos éllos para no caer en la enorme y gigantesca mezquindad de dejar fuera a tan siquiera uno.
Esa escultura de estatua en honor al soldado desconocido representa numerosas tumbas sin nombres. Colocarse frente a esa escultura es colocarse ante numerosas tumbas sin nombres.
Este maldito que desgobierna a la República Dominicana, que se auto-considera «un estratega« (¿?) y cuyos interesados adulones así «lo alaban« (¿?), no sólo quiere borrar a los Padres Fundadores de la República Dominicana, a los Patricios y a los Héroes Nacionales conocidos, sino que, todavía más aún: quiere borrar también, y todavía más de lo que están de borrados, a todos ésos héroes nacionales desconocidos. A éste `Estratega de la Traición Nacional` que nos desgobierna le bastaría con enviar una pequeña grúa y una camioneta para levantar y transportar `La estatua al soldado desconocido` que existe en la República Dominicana para hacer con ella lo que a él se le antoje desapareciéndola de la vista de los dominicanos.
Si las tumbas con nombres de los Padres de la Patria, de los Patricios y de los Héroes Nacionales nada representan para él, mucho menos representan algo para él las tumbas de los anónimos, las tumbas de los sin nombres que cayeron por la Patria.
Sus escapes a San Francisco de Macorís: a) un veintisiete (27) de Febrero para no asistir al Te Deum en la Catedral en honor a los Padres de la Patria y a la creación de la Independencia Dominicana lo dice todo; y b) un dieciséis (16) de Agosto para no asistir al Te Deum en la Catedral en honor a los Restauradores y a la Restauración de la Independencia Dominicana igualmente lo dice todo y lo ratifica todo. La lista de hechos repudiables concretos sería larga enumerarla, pero como son de todos conocidos y estos citados son expresiones simbólicas de todas las exacciones que él ha cometido contra la Patria nos circunscribimos a esos dos hechos simbólicos.
¿Qué diablo le importan a Danilo Medina Sánchez todos ésos muertos desconocidos? El cree que las tumbas de todos éllos constituyen un «cementerio de bastardos«, no importa que hayan muerto por la Patria.
Este es un maldito que logró llegar al poder y quiere perpetuarse en el poder sobre la base de sus acuerdos con poderes extranjeros de aceptar y nacionalizar a los haitianos de quienes nos independizamos en mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844). Esa viene siendo, es y será la Historia de éste maldito que viene socavando y pervirtiendo, que socava y pervierte, los cimientos de la nacionalidad dominicana. Sólo el poder le interesa, no importa el costo. No le importa llevarse la Patria de encuentro en ese intento.
El que no respeta a `Los Muertos de la Patria`, con nombres específicos o con nombres ignotos, es un maldito. Lo de él no se trata sólamente de un crimen; lo de él es una canallada repugnante.
El pueblo dominicano quisiera tener completa `La Lista de los Caídos por la Patria` para poder hacer y escribir completo `El Libro de los caídos por la Patria`. Esos muertos con derecho a figurar en esa lista y en ese libro, obvio, son gentes que no se ven, son gentes que no se oyen, pero se trata de gentes que supieron morir por cada sueño de la Patria de seguir existiendo como tal Patria Dominicana.
El tiempo, la lluvia y las pequeñas hojas podrán caer inmisericordes sobre sus pobres cabezas, sobre sus pobres ojos póstumos ya desintegrados en sus cavidades, sobre su todo enterrado; pero todos éllos forman parte de los pilares de la Independencia del Estado Dominicano: cada uno de éllos es un pilar de la Independencia del Estado Dominicano. Su muerte tan sólo los ha dispuesto formalmente en esas posiciones de reposo, su muerte tan sólo es callada gravedad, su muerte tan sólo es ceremoniosa.
Ni siquiera el frío hielo del tiempo, ni siquiera los obscuros designios del maldito que desgobierna al Estado Dominicano para tratar de hacerlo desaparecer, para tratar de fusionar a dos naciones y a dos pueblos distintos en claro entreguismo a los designios imperiales de `Los Poderes de La Tierra`, logrará borrar la memoria de todos éllos (los de los nombres que no se nombran porque por desgracia se desconocen) que ofrendaron su vida por la Patria. Si él cree que se saldrá con la suya es importante hacerle saber que las sombras de quienes él quiere seguir borrando ya empiezan a acecharlo, que hay descendientes de esa estirpe temida y respetada que no permitirán el triunfo de su perversidad contra la Patria, que él no lidiará con fantasmas, sino con una fuerza real que se opondrá a él y a sus obscuros propósitos; que todos ésos desconocidos tras la dirección y el mando de los conocidos y junto con éstos últimos nos otorgaron un legado de vida para preservarlo, no para destruirlo como él viene pretendiendo destruirlo y efectivamente ha comenzado a destruirlo con sus ejecutorias execrables.