Primera parte
Muchos pensamos erróneamente que es la guerra la que da lugar a la necesidad de la manipulación del lenguaje. Sin embargo, no es así, ya que es el propio desarrollo del capitalismo que recurre a la mentira y a la manipulación del lenguaje.
De esa forma, combina el dominio de la materia con el dominio de la mente para afianzar su predominio. En ese sentido, cabe recordar el aserto de Herbert Marcuse que aseveraba que “la primera víctima del capitalismo es la verdad”.
A propósito de eso, queremos hablar del framing, término derivado del inglés frase, que significa “marco”. El “marco” es uno de los métodos empleados por los medios de comunicación para enmarcar la información.
Esa manipulación permite alterar el proceso cognitivo de la audiencia, al hacerle entender los hechos de una manera determinada.
Esta forma amañada de servir la información, a fin de cuentas, es una estrategia que podría llamarse “prometo que no miento”.
El framing consiste en seleccionar aspectos de una realidad y resaltar su importancia, para crear una visión particular de la situación. Esto conduce a una interpretación de las causas, una determinada evaluación moral o de las soluciones que se deberían aplicar.
Asimismo, en el caso de que la noticia a la que nos enfrentamos es verdadera, pueden jugar con nuestras emociones para que la percibamos de un modo u otro.
Otro ejemplo de framing al que se recurre es cuando ocurre un atentado terrorista, entrando en detalles personales de las víctimas y desgranando el drama acontecido creando el contexto perfecto para generar odio hacia un grupo concreto de personas, aunque no tengan relación directa con el atentado.
Lo mismo ocurre si se informa de la violación de una mujer por parte de un grupo de hombre. Según cómo se presente la noticia puede llevar a la moraleja de que las mujeres no deben llevar faldas cortas, que los hombres son todos unos violadores o que el suceso es culpa de los inmigrantes que han invadido el país.
Igualmente, al informar sobre un crimen, se pueden componer los datos de forma que la audiencia atribuya la culpa a una persona en concreto o a motivos estructurales de la sociedad.
Si nos presentan una guerra de la que no sabemos nada, pero en la que hay muertos de los dos bandos, dependerá de qué grupo de víctimas decida describir el periodista para que empaticemos con ellas y acabemos, muy probablemente, en contra de sus adversarios.
Esto es lo que se llama “frame episódico” y “frame temático”, encuadrados ambos en el uso sociológico de la técnica. De nuevo, olvidaríamos hacernos las preguntas básicas sobre la información que nos están proporcionando y nos dejaríamos llevar por la respuesta emocional.