F3C0BB73-3CE8-4106-A761-2F90A7A984E7.jpg__216__250__CROPz0x216y250

Por Lic. Gregory Castellanos Ruano

Del Oidor Conquistador Lucas Vásquez de Ayllón se conoce con absoluta certeza que el mismo tenía un ingenio de azúcar en las proximidades del Río San Marcos; pero sobre otras dos propiedades suyas había, y parecería que la seguirá habiendo, una incertidumbre sobre sus nombres y sobre su ubicación exacta en la Isla; esa doble incertidumbre la retrata el Profesor Carlos Dobal de la siguiente manera: «Las actividades a que se dedicaba el licenciado Vásquez de Ayllón en el Valle del Cibao, comprendiendo las villas de Santiago, Puerto Plata y regiones comarcanas, eran diversas. Cercanas a Santiago, poseía Ayllón dos haciendas o estancias, llamadas Gurabao (Guabo?); y Canibuco (Canabacoa?). Eran éstas atendidas por dos de sus empleados de confianza, uno llamado Montenegro y otro Rodrigo Mexía de Córdova.17 Se conoce documentalmente que en 1517 y 1518 las mencionadas estancias o haciendas pertenecían a Ayllón.18«

(Dobal, Carlos: Vida, Ambición y Muerte del Conquistador Lucas Vásquez De Ayllón; en eme eme Estudios Dominicanos, Vol. XV, No. 83, Mayo/Agosto 1989, página No. 110)

«17) Dobal, Carlos, Op. Cit. Pág. 192.

18) Dobal, Carlos, Op. Cit. Pág. 134.«

(Dobal, Carlos: Vida, Ambición y Muerte del Conquistador Lucas Vásquez De Ayllón; en eme eme Estudios Dominicanos, Vol. XV, No. 83, Mayo/Agosto 1989, página No. 121) Se refiere a Dobal, Carlos. «Santiago en los albores del siglo XVI«, PUCMM, 1985, Pág. 79)

Como se puede apreciar: Dobal da dos nombres aproximados y se pregunta, es decir, especula si con esos nombres aproximados a los que llega se han querido designar, respectivamente, otros (Gurabao (Guabo?)); y Canibuco (Canabacoa?)).

Pero desde hace un tiempo relativamente reciente un historiador español, Justo L. Del Río Moreno, ha entrado en escena señalando que dichas dos haciendas de Vásquez de Ayllón en realidad: a) se llamaban«El Guacirabo«  y «El Caniguco«; y b) que ambas se encontraban en el espacio territorial de Puerto Plata.

(Nota: La u de Guacirabo va con diéresis, pero el keyboard de mi pc no lo tiene; vayan, pues, mis excusas al respecto)

«El Guacirabo«  y «El Caniguco«: de ser ciertas las afirmaciones de Del Río Moreno estos dos nombres de entrada tentarían a cualquier puertoplateño a creer que son nombres exóticos, de allende Puerto Plata, y ocurriría que, por el contrario, dichos dos nombres estarían más ligados al territorio puertoplateño que quizás cualquier otro nombre conocido por los habitantes de Puerto Plata.

De ser así, dichos nombres se habían perdido totalmente para la Historia de Puerto Plata hasta que dicho historiador español Justo L. Del Río Moreno hurga en los documentos del Archivo General de Indias (AGI) de Sevilla y los rescata para el acervo histórico puertoplateño (lo mismo que para el nacional) como piedra inaugural para eventuales futuras investigaciones sobre el particular que arrojen más luz sobre ambas propiedades del Oidor (es decir, Juez) de la Real Audiencia de Santo Domingo Lucas Vásquez de Ayllón.

«Hacia 1514 el más activo de los tres oidores era Lucas Vásquez de Ayllón, quien compraba ciertas vacas al escribano Francisco Tostado, formando un hato en Concepción. En 1518 ya una hacienda en término de Santo Domingo  -el hato «Santa Ana«-  y otra en la rivera del Haina. En 1519-1520 se trasladó al norte de la isla para avecindarse en Santiago y casar con Ana Becerra, hija de otro importante ganadero, el regidor Francisco Becerra.28 En fechas posteriores continuó incrementando su vacada. En la Vega adquirió un hato de Gonzalo de Ocampo. En Santiago también explotó la cría de équidos y vacunos, mientras en Puerto Plata tenía a cargo de un tal Montenegro dos haciendas: «El Guacirabo« y «El Caniguco«.29 …

___

28 Sin duda, él era el más acaudalado colono de Santiago y uno de los mayores ganaderos de la Española. AGI, Justicia, 50.

29 AGI, Justicia, 42, ff. 31 v. y 251 v. AGI, Justicia, 43, lib. 2, ff. 335 y 354.

30 …«

(Del Río Moreno, Justo L.: Ganadería, Plantaciones y Comercio Azucarero Antillano. Siglos XVI y XVII; Academia Dominicana de la Historia, Volumen XCVII; 2012, Editora Buho, Santo Domingo, República Dominicana, páginas Nos. 144-145)

En dicha misma obra (debido a que es una compilación de artículos históricos suyos que fueron escritos aisladamente, es decir, no con intención de formar un cuerpo o todo orgánico, lo cual es señalado expresamente por la presentación que de dicha obra hace Frank Moya Pons de la siguiente manera (ver página No. 15): «Esta obra, en particular, es una compilación de trabajos que su autor publicó hace ya más de dos décadas en revistas académicas europeas especializadas de limitada circulación, lo que impidió que fueran conocidos en la República Dominicana, a pesar de que su foco era la temprana historia colonial dominicana.«) Justo L. Del Río Moreno vuelve a mencionar más adelante a Ayllón, «El Guacirabo« y «El Caniguco« de forma idéntica, comprobemos:

«Hacia 1514 el más activo de los tres oidores era Lucas Vásquez de Ayllón, quien había comprado ciertas vacas al escribano Francisco Tostado, formando un hato en Concepción.17 En 1518 tenía ya una hacienda en el término de Santo Domingo  -el hato  «Santa Ana«-  y otra en la ribera del Haina.18 Al año siguiente se trasladó al norte de la isla para avecindarse en Santiago y casar con Ana Becerra, hija del más importante ganadero del término municipal, el regidor Francisco Becerra.19 En fechas posteriores continuó incrementando su vacada. En Concepción de la Vega adquirió un hato de Gonzalo de Ocampo.20 En Santiago también explotó la cría vacuna, mientras que en Puerto de Plata tenía a cargo de un tal Montenegro dos haciendas más: «El Guacirabo« y «El Caniguco«.21

…18 Testimonio de Cristóbal de Santa Clara, AGI, Justicia, 43, lib. 2, f. 354.

19 Sin duda, era el colono más acaudalado de Santiago y uno de los mayores ganaderos de la Española. AGI, Justicia, 50.

20 Atestación de Pedro de Barruelo. AGI, Justicia, 42, f. 251 v.

21 AGI, Justicia, 42, f. 31 v. También en AGI, Justicia, 43, lib. 2, f. 354«

(Del Río Moreno, Justo L.: Ganadería, Plantaciones y Comercio Azucarero Antillano. Siglos XVI y XVII; Academia Dominicana de la Historia, Volumen XCVII; 2012, Editora Buho, Santo Domingo, República Dominicana, páginas Nos. 144-189)

Justo L. Del Río Moreno, pues, ha desenterrado dos nombres hoy extraños para los puertoplateños. De realmente haber estado ubicados en Puerto Plata habían sido olvidados y, en consecuencia, habían dejado de ser pronunciados durante centurias enteras. La pronunciación en Puerto Plata de estos dos nombres del título, «El Guacirabo«  y «El Caniguco«, se viene a producir casi unos cinco (5) siglos después de la existencia de dichas dos propiedades rurales del  Oidor Lucas Vásquez de Ayllón.

La resonancia de su extraña sonoridad asombra precisamente por ser extraña. Es obvio que se trata de dos nombres netamente indígenas, de dos nombres macorixes cuyos respectivos significados permanecen desconocidos. No se sabe a qué aluden respectivamente dichos dos nombres. Quizás el conocimiento especializado de un experto en la linguística y en la filología macorixes nos aporte los datos de los respectivos significados de dichos dos nombres y quizás ello, reitero, quizás pueda contribuir a determinar hasta sus ubicaciones correspondientes, lo cual último, naturalmente, es una pura especulación mía, pues puede ser que sus significados aludan a otras cosas.

¿Cuáles serían las respectivas ubicaciones geográficas exactas de dichas dos propiedades, es decir, en cuáles partes específicas del territorio de Puerto de Plata se encontraban? Ese será material para que en algún momento alguno o algunos interesados en nuestra Historia local traten de indagar al respecto.

La consiguiente pronunciación de su descubrimiento no tiene ni tendrá un efecto mágico o una consecuencia mágica al estilo de los relatos orientales de `Las mil y una noches` (como el famoso de «!Abrete Sésamo!«)… No al estilo de dichos relatos orientales, pero sí lo tiene en términos de importancia y de curiosidad histórica.

Siempre partiendo de la hipótesis de que la afirmación del referido historiador español fuese cierta: el práctico cuasi-aislamiento en que vivió Puerto de Plata respecto de Santo Domingo, por condiciones naturales, en la época colonial (a lo que hay que añadir que sólo había contacto económico cuando de Puerto de Plata se enviaban productos a Santo Domingo para que los mismos pudiesen ser exportados por el puerto de Santo Domingo: no se exportaba por el puerto de Puerto de Plata porque ello era una consecuencia de la centralización colonial implantada), sobre todo cuando se acentuó el contrabando con los extranjeros franceses, ingleses, portugueses, holandeses, etcétera; y luego ni hablar de los efectos ínsitos de la desaparición provocada por la quema (muchos registros locales existentes en 1605 desaparecieron) y la devastación osorianas de Puerto de Plata habrían contribuído a enterrar más profundamente los viejos nombres de «El Guacirabo«  y «El Caniguco« (lo mismo ocurrió con los nombres de las demás haciendas, hatos, plantaciones  y establecimientos rurales puertoplateñas en general).

Siempre partiendo de la hipótesis de que la afirmación del referido historiador español fuese cierta: desde `la perspective` de la Historia Acústica se podría entonces exclamar con propiedad: !Cuánto tiempo que la pronunciación de estos nombres, «El Guacirabo«  y «El Caniguco«, no movía las partículas o moléculas del aire de la parte de la atmósfera que cubre a Puerto Plata!