Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
A pesar de las actividades de fachada que trata de lograr el presidente del Colegio de Abogados que trasciendan a los medios de comunicación, la verdad de lo existente a lo interno del Colegio de Abogados, la realidad allí existente es diametralmente diferente a la falsa apariencia que se quiere transmitir con actividades como esas.
Lo que ahí existe es una desconcertante anomalía que es una obviedad pronunciada y que él quiere maquillar pretendiendo con ello que la misma pase desapercibida. A esa labor de maquillaje se ha acudido en diferentes épocas de la Historia. Así, por ejemplo, en una oportunidad Catalina La Grande, de Rusia, para confraternizar y estrechar las relaciones diplomáticas de Rusia invitó a los reyes de países de Europa a visitar Rusia.
Dentro del itinerario de las Majestades extranjeras visitantes se insertó que el Príncipe Potemkin las pasearía para llevarlas a conocer diferentes localidades rusas.
Potemkin se la ingenió para que en ocasión del referido itinerario dichas majestades apreciasen un panorama de ciudades y pueblos rusos preciosas y llenas de progreso palpitante. Pero el recorrido en cuestión no convenció a Sus Majestades visitantes. Se dieron cuenta de que lo que parecía real no era real, de que lo que veían eran pueblos pintados sobre tramoyas de madera. A esos pueblos «preciosos y pujantes de progreso« los altos personajes visitantes los bautizaron como «pueblos Potemkin« y así pasó a la Historia aquel intento fallido de Potemkin de pretender engatusar a los reyes europeos que atendieron la invitación de la Zarina rusa.
A lo largo de la Historia diferentes gobernantes autoritarios han acudido a tretas más o menos parecidas para maquillar y ocultar la realidad subyacente tras la fachada que han construido artificiosamente.
Así, por ejemplo, Trujillo hablaba en nombre de la Democracia, hablaba de «la alternancia en el poder«, hablaba de que otros gobernaran al pueblo dominicano, hablaba de la Democracia Dominicana y la realidad era que en la República Dominicana no había Democracia. Todos sabemos lo que había.
En el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva había una gigantesca estatua de Trujillo sentado con una toga por ser «protector y buscador de la Justicia«. El culto a la personalidad llegaba hasta el seno del aparato judicial. …Y Trujillo hablaba de Democracia, de Alternancia en el Poder y de Justicia. De la misma Justicia que era instrumentalizada para destruir a cualquier disidente del régimen.
En el Colegio de Abogados no se anda nada lejos de situaciones como las precedentemente descriptas. Lo que sucede en su seno es un retrato en miniatura del trujillismo. Como en el trujillato, en el actual Colegio de Abogados poder, ambición y maldad se conjugan dando lugar a una compostura malévola, perversa, pervertida.
Así como Trujillo usaba la Justicia a su antojo, usar la Fiscalía Disciplinaria y al Tribunal Disciplinario para ponerlo al servicio de los intereses y de los clientes de su presidente para aplastar Valores constitucionales, Principios constitucionales y reglas constitucionales revela la realidad de lo que hay ahí.
Ahí no hay Fiscal disciplinario, lo que hay es un instrumento esclavizado por la entrada económica que ahí se le asigna, vale decir, un títere que participa en una pantomima.
Ahí no hay Tribunal Disciplinario, lo que hay son cinco instrumentos esclavizados por las entradas económicas que ahí se les asigna, vale decir, cinco títeres que hacen una pantomima. Aunque de la boca de ellos pretenda salir decir que a ellos supuestamente «nadie lo manda«, que ellos supuestamente «no reciben órdenes de nadie«. Eso mismo de cara al público decían los títeres de «la Democracia« de Trujillo, hacían a pie juntilla el papel de «Presidente de la República«, pero la realidad detrás de ellos era otra y esa otra realidad era conocida por todos.
Ahí lo que hay es la voluntad dictatorial de Miguel Alberto Surún. Y hay evidencias de sobra de eso.
Aunque de la boca de esos funcionarios del Colegio de Abogados pretende salir decir que a éllos supuestamente «nadie lo manda«, que ellos supuestamente «no reciben órdenes de nadie«, nadie cree eso; esas mismas expresiones de cara al público decían los Presidentes de fachada, es decir, los Presidentes que Trujillo colocaba en la sede del Gobierno dominicano para maquillar la dictadura, pero la realidad detrás de ellos era otra y esa otra realidad era conocida por todos. En cuanto al culto a la personalidad tampoco se anda lejos: el presidente de ese «gremio«–no gremio hizo una publicación de la Ley 3–19, la que crea nuevamente el Colegio de Abogados, y en el dorso de la misma aparece una imagen a colores del rostro del flamante presidente de eso, como los cuadernos y mascotas que con su imagen regalaba Trujillo.
De manera que por más maquillaje que el autócrata del Colegio de Abogados ponga sobre su infeliz «gestión«(es el único «gremio« dominicano que no puede presentar una sola conquista a favor de su membresía) , por más que se esmere en usar su careta griega de la seriedad se sabe que la realidad es otra, que el Colegio de Abogados realmente está desvinculado del Estado Social y Democrático de Derecho, que con Surún el Colegio de Abogados tiene un carácter retrógrado, que eso es territorio `aparte`, que ahí ni la Cámara de Cuentas ni la PEPCA ni la Procuraduría General de la República ejercen su soberanía. La vista gorda ha predominado, pero a los demás, que ven todo, no les han arrancado los ojos. Lo mucho hasta Dios lo ve.
En fin, por más maquillaje que pretenda usar Surún la tramoya y la real cara son reconocibles.
Por Lic. Gregory Castellanos Ruano