Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
«Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.«
(Nietzsche)
Con levantamientos y caídas el Colegio de Abogados de la República Dominicana mantuvo una imagen más o menos pasable durante la alternancia de muchas estaciones.
Pero la alternancia de esas muchas estaciones llegó hasta donde llegó y trajo la temeraria historia del señor Miguel Alberto Surún Hernández, que es la prolepsis del Colegio de Abogados (CARD) sobre cuál habría de ser su destino.
El nivel de descenso a que llegó la caída en picada de la imagen del CARD que desde entonces se produjo se ha expresado de múltiples formas que pueden apreciarse en que a nivel del hemiciclo de la Cámara de Diputados se encaminase una iniciativa reclamando una auditoría a su gestión al frente del CARD y a lo parigual de inaudito: a él pretender negarse a que la Cámara de Cuentas de la República ejerza sus atribuciones constitucionales y legales: a ello se rehusó redondamente sin el más mínimo fundamento creíble o, lo que es lo mismo, sin el más mínimo motivo de valimento alguno.
…Esos acontecimientos son parte de sus más audaces atrevimientos…
El verbo «decadere« que a partir de un momento específico de su Historia conjugaban los actos de los romanos y que Edward Gibbon historió con muchos detalles ha hecho claro acto de presencia en el seno de eso.
El papel que estaba destinado a representar el señor Miguel Alberto Surún Hernández como remota estrella obscura, representante de la irrupción de lo siniestro, es el mismo del salmantino Cristóbal de Santa Clara y de Heliogábalo fusionados con sus sueños incontrolados.
…Situaciones antes inconcebibles…
Sus desaciertos han sido tan grandes que parecen obeliscos monumentales reveladores de que su llegada ahí ha sido el desacierto más grande en que cayó eso.
El desprestigio institucional del CARD ha llegado al fondo del abismo en que dicha entidad fue sumergida desde su llegada.
Desde entonces la entidad en cuestión proyecta la desesperada languidez de sus débiles rayos… Se parece a la luz incierta de un sol agonizante…
…Lanzó al CARD por caminos retorcidos, inconcebiblemente extraños, lo puso a seguir una dirección falsa producto de su «extraña expectativa«, haciéndolo caer en un abismo extenso cuya característica significativa es la de ser un terrible vacío de obscuridad espantosa.
Apagó al CARD sumergiéndolo en una obscuridad definitiva y en un completo silencio de muerto.
Sus fines eran obscuros, sin sentido y grotescos y con ellos comprometió el pasado, el presente y el futuro de esa entidad.
Ha sido la sombra más profunda y jamás registrada en la Historia de eso… La sombra más obscura…
Los tiempos han hecho posible apreciar estar ante su monstruosidad y rareza y aquilatar una presencia malvada, lo que ocurre siempre que se está en presencia de un dictador rupestre que queda superado por la realidad inexorable de los hechos y de la verdad.
Hoy por hoy las perspectivas del CARD son indefinidas, tiene un horizonte indefinido si el mismo no es rescatado de las equivocadas manos en que cayó y que lo hundieron.
El CARD atraviesa una experiencia de lo siniestro y, en tal sentido, luce como un muerto que escucha el repique de las campanas que suenan por él debido a los paralelos toques de campana de difunto de su Presidente sorprendentemente un auto creído Sublimis Deus dentro de lo innombrable que allí se aposentó.