Por Lic. Gregory Castellanos Ruano
«El Cristo de la Libertad« de Joaquín Balaguer es una obra literaria que le debe mucho a Puerto Plata.
De no ser porque su padre envió a su madre a dar a luz a Navarrete, Joaquín Balaguer hubiera nacido en la casa No. 38 de la calle Duarte de Puerto Plata, la cual tuvo como antepenúltimos propietarios en el tiempo a mis padres.
Joaquín Balaguer pasó parte de su niñez, de su adolescencia y de su juventud en Puerto Plata en cuya playa se la pasaba leyendo debajo de algún almendro y ocasionalmente era interrumpido en dicha labor por algún grupo de bellacos muy distanciado de aquellos menesteres de lector de quien alguna vez con bastante posterioridad llegaría hasta la Jefatura del Estado, quienes para molestarlo le tiraban o pequeñas piedras o almendras, optando aquel solitario y joven lector por irse para evitar una confrontación innecesaria. Esta anécdota la narraba Don Lorenzo Brugal en la barandilla de entrada a la parte baja del Cine Rex de Puerto Plata. Don Lorenzo decía haber formado parte de ese grupo de molestosos.
Es decir, que el ambiente puertoplateño no le era ajeno al Dr. Balaguer. Y de ese ambiente le tocó conocer parte de la Historia del mismo, permitiéndole ello entrar en contacto con las «Memorias a Pluma de la Parroquia y Fuerte de San Felipe de Puerto Plata« escrito por el Prebístero Dr. Manuel González Regalado y Muñoz sobre la Historia de Puerto Plata. Esa obra era una obra conocida y manejada por muy pocos, como siempre ocurre con los escritos de Historia. Pero Joaquín Balaguer era un lector voraz y memorioso y todo cuanto de leer de su interés que caía en sus manos era auscultado por sus ojos.
Es la lectura de esas Memorias a Pluma por parte de Balaguer la que le permite entrar en contacto con las expresiones de procedencia religiosa y con el consiguiente enfoque cuasi religioso que brota en la mente del Padre González López Regalado para referirse a Juan Pablo Duarte y haciendo, consecuentemente, una pequeña especie de símil entre la amargura probada por Jesús y que culminó con su víacrucis y la amargura saboreada por Juan Pablo Duarte estando éste en territorio de la ciudad de Puerto Plata.
Una exploración detenida de la minería de palabras y de expresiones contenidas en aquellas Memorias a Pluma permite apreciar y confirmar que la idea en Joaquín Balaguer de elaborar «El Cristo de la Libertad«, haciendo así una especie de comparación entre la vida del místico de Galilea y la vida del líder trinitario que impulso la creación del Estado dominicano, surge en esbozo tras el literato de Navarrete leer dichas Memorias a Pluma de quien fuera Cura Párroco de Puerto Plata desde mil ochocientos veintiuno (1821) hasta unos cuarenta años más o menos.
Palabras y expresiones subliminales que en el uso que dicho cura hacía en su actividad cotidiana aludían a un ser numinoso y que, por ello, al serle aplicadas a un ser terreno de este lar nacional evidentemente permitieron construir con mayor facilidad el enfoque subliminal y más respetuoso de Juan Pablo Duarte independientemente de sus claras virtudes personales cuya exaltación se hace todavía más notoria acudiendo a ese tipo de lenguaje.
Con el uso de dicho lenguaje, aunque no se persiguiera una mistificación intencionada, es obvio que el vuelo que la figura con él halagada tendría sería un vuelo mucho más elevado que el que en realidad su autor se proponía.
El enfoque subliminal de Duarte, pues, comenzó en Puerto de Plata con el Padre González Regalado, siguió con otros y tiene su más conspicua expresión con Joaquín Balaguer en «El Cristo de la libertad«, obra en que dicho Ex Presidente de la República despliega una prosa límpida y elegante y claramente demostrativa de un dominio literario tremendo.
Cuando hablo del «enfoque subliminal de Duarte« no lo hago con ningún sentido crítico, es decir, no lo hago, jamás, con ánimo irreverente alguno, pues el Padre de la Patria es objeto de mi mayor admiración y respeto; simplemente me refiero a la clasificación del tipo de lenguaje usado, clase de lenguaje que se explica por el mismo provenir de un sacerdote y de un sacerdote notoriamente entusiasmado.
El trato de excelsitud hacia un Padre de la Patria de una Nación es típico en cada país del globo terráqueo. Pero lo importante de este escrito es destacar que la idea de trazar un símil entre el maltrato recibido por Cristo y el maltrato recibido por Duarte tiene su origen en esas«Memorias a Pluma de la Parroquia y Fuerte de San Felipe de Puerto Plata« del Prebístero Dr. Manuel González Regalado y Muñoz. Esa idea fue madurada por Joaquín Balaguer a lo largo de muchos años, tomadas las notas que consideró esenciales y cuando logró darle forma procedió a darle contenido. Su madurez literaria indudablemente le permitió llevar su cometido a buen camino.
En mil ochocientos cuarenta y cuatro (1844) el Prebístero Dr. Manuel González Regalado y Muñoz «proclamó también a Duarte, Presidente de la República, considerando tal elección como santo remedio, nada menos que en la parte derecha del Presbiterio de la iglesia de Puerto Plata, junto al altar mayor, sitio sagrado al que hizo subir al Caudillo, acompañado de Antonio Villanueva, Pedro Dubocq y Ramón Matías Mella, y después de un solemne tedeum exhortó al pueblo allí congregado «a reconocimiento, adhesión y gratitud hacia el más sano de corazón y devoto de pensamiento de los libertadores de América, ungido por la Providencia para hacer puro y fraterno el sentimiento de los dominicanos y conducir al extraviado destino de la República por los santos caminos de la Fe Divina y el amor a los sagrados fueros ciudadanos«. Ese mismo día, en un recinto civil, en el salón del Cabildo, el Padre González Regalado quiere dar nueva fuerza a la proclamación de Duarte para desempeñar la Primera Magistratura del Estado.« El General Antonio Villanueva, Comandante de Armas, le hace entrega a Duarte del Acta de Pronunciamiento en favor de él de la ciudad de Isabel de Torres«. El Padre González Regalado abraza a Duarte y lo invita «a no desmayar en sus virtuales propósitos de salvar a la República encomendada desde aquel momento a su honradez y patriotismo sin ceder sus credenciales de único elegido para conducir gloriosamente los destinos de la tierra recién liberada«. (Todas estas frases, puestas entre comillas, las trae el Padre González Regalado en su «Memorias a Pluma de la Parroquia y Fortaleza de Puerto Plata«) (García Lluberes, Alcides: Duarte y otros temas, páginas Nos. 182-183)