SAMBA 1Ramiro Francisco
La falta de de unidad en la llamada oposición dominicana. Le ha permitido a los gobiernos del PLD navegar sin grandes vendavales y tormentas, haciendo de República Dominicana lo que se han propuesto.
Sería contraproducente negar algunas de las conquistas alcanzadas durante los gobiernos del Dr. Leonel Fernández y el Lic. Danilo Medina en algunos renglones de nuestra vida republicana.
Pero el control de todos los poderes del Estado, le ha permitido eso: Sobreponerse a todo intento de modificación o reformas, por igual, el dominio de las cámaras legislativas es puerta abierta –más sin una oposición fuerte- modificar a su antojo proyectos de leyes como trajes a la medida.
Algunos de los llamados economistas del gobierno nos han dicho, que el país tiene “mucho techo” para los préstamos y entonces en cualquier momento tenemos en nuestros medios esa información de tantos empréstitos que ponen en entredicho la “bonanza” de nuestra economía dizque, en comparación con otros países de nuestra América.
Algunos legisladores de la oposición, apenas les queda protestar por algunas decisiones tomadas por sus homólogos oficiales y otros pueden ser “convencidos” y se unen al montón.
El proyecto para aprobar la re-elección presidencial es ejemplo de lo que decimos.
Con el correr del tiempo hemos observado que ex candidatos a la presidencia de la llamada oposición que no tuvieron el valor, el coraje, ni la entereza para reunirse, limar asperezas, intercambiar opiniones, ponerse de acuerdo y participar unidos en las pasadas elecciones, se unen (vaya ironía) para realizar reclamos a la Junta Central Electoral.
El presidente Balaguer logró mantener dispersa la izquierda de entonces. Utilizó diferentes maneras hasta conseguirlo.
Los estrategas oficiales conocen lo que significa una alianza real, sincera y política entre aquellos que fueron candidatos presidenciales en la contienda electoral pasada.
Por eso su empeño para mantenerlos divididos. Y junto a ellos, a muchos de nosotros como parte de la sociedad en la que solo servimos como parachoques o el “sambá” con el que practican los boxeadores.
¡Cuándo aprenderemos!