Tántalo era un rey de Frigia que para honrar a los dioses olímpicos que le habían visitado, no se le ocurrió otra cosa que matar a su hijo y servirlo estofado. El castigo por este crimen fue cruel y rápido. Zeus condenó a Tántalo a sufrir sed y hambre perennes en medio de la abundancia. Lo sumergió en un lago hasta la barbilla.
Cuando bajaba la cabeza para beber el agua con la que quería saciar su sed, el nivel del agua descendía. Y cuando para calmar el hambre levantaba la mano para alcanzar una fruta del racimo que colgaba sobre su cabeza, un viento fuerte soplaba alejando el racimo.
La diferencia entre ambos casos es que quizás el castigo que se infringió a Tántalo se justificaba por haber matado a su hijo y dárselo a comer estofado a los dioses que invitó a un festín en su Palacio, la condena atroz impuesta a los vendedores de artesanía que dirige Denny Lantigua no procede.
Y no se corresponde porque los citados vendedores no cometen ningún pecado con su aspiración de que los que controlan el monopolio de llevar a los turistas a negocios de ventas de regalos, restaurantes, etc., a cambio del pago de jugosas comisiones, les permitan que se detengan a cinco minutos en sus minúsculas tiendas.
El turismo no puede seguir siendo una fuente de enriquecimiento ilimitado de un pequeño grupo de turoperadores, guías y taxistas que manejan los turistas de manera sesgada y excluyente, mientras la mayoría de los negocios que no forman parte de la burbuja de negocios privilegiados, como Tántalo siguen condenados a sufrir sed y hambre perennes.
!Quién le pone el cascabel al gato? Quién guillotina esta injusta e insoportable situación? Quién yugula está penosa tragedia? Quién les quita el dotal del cuello a los vendedores de artesanía de la calle Duarte de Puerto Plata? Quién, quién, quién?!