Qué va a pasar el 15 de mayo, no lo se, pero repito, aunque sea en vano porque el ruido no deja pensar a la gente. Quien cree la gente que va a ganar y por quien cada cual va a votar son dimensiones distintas de un mismo momento. La intención de voto no es sinónimo con la creencia de quien va a ganar. La intención de voto responde a los beneficios recibidos o los agravios y penurias sufridos. La creencia de que Medina gana es una percepción inducida por la campaña masiva y permanente de publicidad; el mito de la profecía autorealizada.
Tengo testimonios directos y confiables de varios recorridos de Danilo Medina por áreas densamente pobladas donde no se advertían otros protagonistas que las jipetas. No hablo de la falta de entusiasmo que es generalizada, hablo de la ausencia de gente. ¿Qué significará eso el día 15? No lo se. Franca y honestamente, no lo se.
He hablado con numerosas personas que recibieron dinero para asistir a un acto o incorporarse a una caravana. Me han referido lo burdo del reclutamiento, la torpeza y desvergüenza de la oferta, el perfil de los beneficiarios, incluidos simples transeúntes y también he hablado con otras personas que tuvieron a su cargo entregar dinero para esos fines. Ninguno de ellos ni yo mismo puede establecer la escala a la cual estas prácticas ocurren. Cualquier observador que haya vivido uno que otro proceso electoral en este país se percata de la existencia de diferencias importantes de este con todos los anteriores. Algunas de estas diferencias resultan mas o menos obvias, otras subyacen o parecen sumergidas en aguas enturbiadas para disimular su escasa profundidad como decía Nieztche.
El chismoteo, las deslealtades, el transfuguismo alcanzan dimensiones espeluznantes por la escala y la cotidianidad de su ocurrencia a tal punto que gobiernan la campaña, pautan de hecho su curso y definen su contenido y/o la ausencia de este.
En las demarcaciones donde he podido estudiar a fondo el proceso en marcha –que no son muchas- todo indica que las candidaturas locales es donde se centra el esfuerzo político –valga la repetición- local, donde uno sabe y espera que habrán reclamaciones, ajustes de cuenta, disputas y¿ por que no? violencia. Estas parecen ser las primeras elecciones en las cuales, las candidaturas municipales arrastran a las demás en lugar de ser a la inversa, especialmente con el nivel presidencial. Años atrás, muchos síndicos o diputados debieron su elección al arrastre. La popularidad del candidato presidencial los beneficiaba o perjudicaba. Ahora lo que cuenta, en primer lugar es el nivel municipal. El nivel presidencial aparece como secundario aunque no lo sea porque la gente está luchando por lo propio, lo inmediato y directo. Por eso, me queda la impresión de que, en las presidenciales, la mayor parte de la gente va a votar como le de la gana aunque diga hoy cualquier cosa a favor o en contra del gobierno o de la oposición.
La vigilancia sobre el voto presidencial siempre ha descansado en las estructuras locales, pero como estas estructuras no están funcionando conforme a las pautas tradicionales me pregunto ¿y entonces? Inmersos como están en sus candidaturas, conscientes de los compromisos y obligaciones a nivel local, ¿quien tendrá tino, voluntad y ánimo para interferir con la votación presidencial? ¿Quien puede asegurar que el enorme descontento en casi todas las demarcaciones, precisamente por las candidaturas locales, no se refleje en la votación presidencial? Y sépase que ese descontento no está limitado al PLD-PRD sino que engloba por igual al PRM y aliados.
Si estas elecciones fueran solamente presidenciales creo que Medina hubiera tenido mejores posibilidades de arrastrar, comprar, sobornar, seducir y de cualquier manera buscar y conseguir el voto. El problema es que, no alcanzo a ver como los odios, disputas y contradicciones locales vayan a quedar confinados al plano local sin tener consecuencias en lo nacional.
Pienso también que, sin recursos ni equipos de trabajo, sin lazo orgánico con el trabajo de ningún partido he podido percatarme de esa situación, debo asumir que el poder y la jerarquía peledeista también lo haya hecho. Dicen muchos, que Danilo Medina está enloquecido y vuela dentro de una nube polvorienta de megalomanía. No lo se. El poder con frecuencia enloquece pero no puedo asegurar que este sea su caso. Presumo que conocen la situación y han de haber tramado medidas para contrarrestarla. Pero eso si, a no dudarlo: creo que nadie en este país está en capacidad y condiciones de anticipar como votará esta gente y aprovecho la ocasión para desmontar un mito: aquí se ha dicho, como si fuera palabra de Dios, que las tarjetas Solidaridad y demás mecanismos de repartición de cheles le aseguran al PLD un millón y pico de votos. Quienes eso piensan y eso dicen no conocen su país y olvidan la historia. La gente ya está acostumbrada a esos cheles, se sienten con derechos adquiridos y están convencidos de que no tienen nada que agradecer. Saben que con o sin PLD seguirán recibiéndolo y que, por las mismas vias de trampas y falsas lealtades que lo consiguieron podrán mantenerlos, renovarlos o incluso expandirlos en un nuevo gobierno. Esa tarjeta Solidaridad y similares no define ni decide lealtades pero puede ser manipulada electoralmente por otros medios. La gran fuerza del PLD no reside en las tarjetas que instrumentalizan el clientelismo sino en el formidable dominio mediático, la complicidad de contratistas e intelectuales, el endeudamiento masivo de personas empresarios e instituciones y el riguroso control de los mecanismos y procesos de votación.
Los que reparten dinero y promesas para alcaldías y en menor medida para las legislativas se cuentan entre los primeros protagonistas de este proceso. Ellos son los que van pagar, a reclamar a exigir y demás. Lo que harán con las presidenciales es de mi mas absoluta incertidumbre. Una advertencia que he formulado antes se lee mejor con la palabras y el ingenio de Ramón Colombo: “Ojalá que no…Pero el invento de la Junta Central Electoral (¡cada cuatro años siempre un invento nuevo y sorpresas desagradables!), con eso de votar en tres boletas; y luego contabilizar electrónicamente; y luego validar, y luego escanear, y luego transmitir, y luego quién sabe qué más…Todo eso con una observación ciudadana mínima y sin una auditoría externa confiable…(Bueno, aquí el 15 de mayo se puede dar la de no te menees en todo el país”. Añado: no tengamos miedo. Que pase todo lo que tenga que pasar.