Por Manuel Gilbert

MAIMÓN, Puerto Plata.-Desde hace pocos meses la loma San Cristóbal y sus tres afluentes del mismo nombre están siendo devastados por avariciosos granceros que les importa un bledo el medio ambiente.
Durante su destructora incursión han sacado miles y miles de metros cúbicos de distintos tipos de materiales para la construcción que han vendido en Puerto Plata y en Las Bahamas.
Luego de las granceras mantener su acción de extracción de agregados sin sufrir ninguna sanción a consecuencia de su cuestionable labor, surge la Organización Somos Maimón, Gestión Medioambiental.
Desde su creación esta entidad procura lograr que el ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que desde hace pocos días dirige de manera interina, la vicepresidenta de la República, Raquel Peña, detenga la destrucción del aludido promontorio.
Como se sabe, la señora Peña fue designada en dicha cartera, luego de que su titular, Orlando Jorge Mera, fuera asesinado de seis balazos en su propio despacho por el nombrado Miguel Cruz.
El país espera que la vicaria de Jorge Mera realice una labor que remede con creces el trabajo acometido por el malogrado funcionario ido a destiempo por la acción criminal de su despiadado verdugo.
Según han dicho dirigentes de Somoa Maimón, Gestión Medioambiental, acogiendo un pedimento de la entidad defensora del Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera habría paralizado la labor destructora de los granceros.
Es oportuno hacer acopio de lo que planteaba el filósofo alemán Immanuel Kant, que sostenía que “estamos moralmente obligados a hacer todo lo posible por mejorar el bienestar general de la sociedad, por pequeña que sea la correlación entre nuestra industria y sus efectos en el mundo real”.
Según recoge Ian Mitroff en su obra “Cómo Pensar con Claridad, página 86, Kant decía que “aún cuando el daño causado por una empresa apenas fuera de 0,00001, ese ente estaría obligado a actuar para bien de la humanidad”.
Mitroff agrega que ”ciertamente esto impone una condición severa, más severa aún que el establecimiento de causalidad, que es lo que la ética kantiana nos impone. Actuar moralmente no es hacer lo que es fácil y prudente sino lo que es difícil y por lo tanto controvertible”.
Señala que “la perspectiva utilitaria levanta el umbral ético lo más alto posible, la perspectiva kantiana lo baja lo más posible. Esta última considera el concepto mismo de un umbral ético absolutamente absurdo”.
Ian Mitroff remata esta sesuda reflexión en torno a la ética de Kant afirmando que “desde el punto de vista kantiano, no tiene sentido calcular cuánto mal se puede canjear por el bien. El solo pensar en esta forma es inmoral”.
Este poderoso mensaje de Immanuel Kant recogido por Ian Mitroff es una especie de sombrero que les sirve a los granceros de Maimón y a todos los destructores de montañas, ríos y otros recursos naturales a lo largo y ancho de República Dominicana.