Evangélicos y candidaturas políticas
Ramiro Francisco
Si el liderazgo religioso evangélico nacional fuera más crítico e inteligente, si no sirvieran algunos a intereses corruptos y oscuros, si algunos llamados líderes no pensaran en sí mismos y realmente buscaran y trabajaran por el bien común, tuvieran en sus filas, Directores de Distritos municipales, Concejales, Alcaldes, Diputados y hasta Senadores.
¿Cuál es la matrícula o cantidad de iglesias o congregaciones que existen en nuestro país?
¿Cuál es el total o listado de miembros activos con que cuentan los Concilios de diferentes confesiones religiosas en República Dominicana?
¿Es confiable el liderazgo que incursiona en el vasto campo de la política partidista?
¿Confiables, en el sentido de no “vender las ovejas” para única y exclusivamente sacar provecho personal?
Qué bueno que con el paso del tiempo, se rompen tabúes y mitos. Y aquello de que “no somos de este mundo” por lo tanto no “les interesa lo de este mundo” y como que la “política es del diablo”…ha ido quedando de lado.
Aunque con cierta ojeriza de “los viejos líderes”, una oleada de profesionales que militan en las diferentes iglesias optan por incursionar tímida o abiertamente –con todo cuanto implica- en la política partidista.
Son muchos los que en esta y otras campañas electorales, han dado a conocer sus aspiraciones sobre todo, a la posición de Diputado, sin que se tenga conocimiento a ciencia cierta si son de hecho, miembros activos de determinado partido.
Muchos de ellos se dejan embaucar por viejos zorros de la política partidista, que solo ven la cantidad de gente que hay en determinada iglesia o movimiento evangélico.
Le pintan “pajaritos en el aire”, hacen más magia que Mandrake y Merlin juntos, con tal de ganarse el apoyo de toda esa gente.
Entonces vienen las dádivas, los cheques, el empleo a algún hijo o familiar…y hasta el altar de los templos se los facilitan para hablar a la congregación, en su afán burdo y desmedido por alcanzar una posición electoral.
Cuando cuentan los votos, se quedan absortos. Ni sus familias han votado por ellos. La realidad les da en la cara pero no aprenden. Quizás por sus altos niveles de inocencia…o porque la misma corrupción en la que incurren, los hace ser flexibles y ciegos.